Los griegos fueron grandes observadores del cielo y fueron ellos los que bautizaron a los planetas con sus nombres actuales. Incluso el término planeta deriva del griego "planetés" y significa errante, debido a que estos objetos se movían entre las estrellas fijas del firmamento. Los griegos creían que sus orígenes, su vida y su destino estaban regidos por unos dioses que vivían en el monte Olimpo y decidieron llamar a los planetas visibles a simple vista (los que se conocían por entonces) con el nombre de sus dioses más importantes. De esta forma, el Sol y la Luna fueron denominados Helios y Selene respectivamente (en la mitología griega son dioses por sí mismos). Para el planeta que atraviesa el cielo con mayor rapidez eligieron el nombre de Hermes, el mensajero de los dioses con alas en los pies. El planeta más brillante, aquel que deslumbra a los hombres y brilla como una joya, recibió el nombre de Afrodita, diosa del amor y de la belleza. El nombre del dios de la guerra, Ares, fue escogido para el planeta que brillaba con destellos rojizos; para el que se alzaba con un brillo regio e inmutable, el de su dios supremo, Zeus y al que tardaba más tiempo en recorrer la bóveda celeste le llamaron Cronos, el nombre de un dios vencido y anciano. Sin embargo, los nombres actuales de los planetas nos llegan de Roma. Los romanos eran un pueblo que asimilaban los mitos de los pueblos conquistados, aunque seguramente fue debido a la gran admiración por la cultura griega por lo que mantuvieron esos nombres para los planetas; eso sí, eligiendo sus equivalentes romanos. Así los planetas pasaron a denominarse Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno respectivamente. El nombre actual: Urano, lo propuso el astrónomo alemán Johan Elert Bode, y se lo comenzó a llamar así a finales del siglo XIX. Debemos destacar que Urbano Leverrier comparte los honores del descubrimiento matemático de Neptuno, con el inglés John C. Adams, ya que, aunque la observación realizada a sugerencia de Leverrier condujo al descubrimiento de Neptuno, fue Adams el primero que predijo su posición.