Estancada
Hola frh1980:
¿Cómo estás?
Te escribo porque necesito una opinión un poco menos parcial de este asunto que me preocupa y porque necesito desahogarme. Estoy empezando a rozar el límite de una espiral peligrosa y no quiero comenzar a rozar la autocomplacencia y el victimismo. Logré salir de ese agujero hace tiempo pero, por aprendizaje o por carácter -o por las dos- siempre que me encuentro ante dificultades tiendo hacia esa forma de ver y hacer las cosas y, esta vez, necesito que alguien me frene. Porque quiero estar bien.
El caso es que estoy pasando una muy mala temporada -como dos meses- en los que mi cabeza no deja de tener la misma extraña y angustiosa idea. Por mucho que intento darle la vuelta a la tortilla, e incluso siendo en alguna ocasión objetiva, no consigo echar a andar completamente curada de este asunto.
Hace cinco meses lo dejé con mi primer y único amor hasta el momento. La decisión no fue fácil y, en apariencia, no había un motivo muy claro por el que no seguir apostando por lo nuestro. Nunca habíamos tenido problemas, apenas nunca discutíamos y las desavenencias eran muy poco frecuentres y muy poco intensas, siempre conseguíamos resolverlas mediante el diálogo y la racionalización. Sin embargo, llevábamos caminos muy distintos, nuestros proyectos de pareja no coincidían y las dudas sobre la relación, sobre nuestros proyectos vitales y también sobre nuestra sexualidad eran cada vez más elocuentes. Decidimos dejarlo ahí, en ese momento en el que todavía nuestro amor y nuestro cariño no habían sufrido heridas y en un punto en el que todavía podíamos seguir siendo muy amigas. Nos necesitábamos mucho la una a la otra y decidimos cambiar la relación de pareja por una bonita y muy cuidada amistad.
El caso es que, ha pasado el tiempo y hemos ido cada una haciendo su camino. Vivimos juntas y seguimos apoyándonos la una en la otra pero... Mientras yo estoy construyendo mi idea de vida en una dirección, Maite -así se llama mi ex pareja- lo está construyendo en otro. Ha conocido a un chico, empiezan a estar bien juntos y comienzan a tener un contacto muy regular -ya se han acostado- y hasta planes han hecho.
El problema es que yo, esto último, no lo llevo NADA bien. Y no es porque me haya dado cuenta de que la quiero, o de que no quiero estar sin ella... No sé exactamente si trato de racionalizar mucho el sentimiento o qué es lo que ocurre pero yo estoy segurísima de que no quiero volver con ella, no me hizo feliz en su día y ahora no tendría por qué ser distinto... Pero me duele cuando la veo ilusionada, cuando lo lleva a él a sitios que eran especiales para nosotras, que esté siempre presente en los planes que hago con ella o que hacemos con nuestros amigos... Supongo que estoy celosa y jugando al perro del hortelano pero, por mucho que me repita que no debo ser infantil, no puedo evitar que me duela. Me duele mucho que ella siga su camino y yo me sienta como dejada atrás, o en el mismo punto... Como estancada.
Esa sensación de haberme quedado al margen de su vida, de no ser ya su prioridad la pago con ella y eso no es justo. No quiero que sea así. Estoy irascible, malhumorada y como muy despegada de ella... Como no queriendo tener un trato muy profundo. Pero una vez que la trato mal o le doy una mala contestación o tenemos un rato de mal ambiente, me doy cuenta de que la necesito demasiado y vuelvo al momento de partida. No me gusta esta situación. Tengo en ocasiones una sensación de vacío que me da miedo. Podría salir y despejarme con otra gente pero es que en todos los círculos de amistad en los que me muevo la cosa funciona por parejas. Mis amigos llevan ya vidas muy estables, tienen su rutina hecha y yo siento que no encajo en ninguna de esas rutinas. Me cuesta mucho tirar de la gente, me da miedo a que, con todo lo que me cuesta llamar para quedar, me digan que no pueden y estoy en una edad difícil -al menos en la ciudad en la que vivo- y soy demasiado tímida para hacer nuevas amistades.
Todo esto me hace sentirme muy desdichada, sola y tremendamente rezagada. No puedo quitarme este sentimiento de encima y no entiendo por qué tengo que sentirme así cuando tengo cosas en mi vida en las que voy más adelantada que otras personas, cuando tengo todo lo que quiero y, en términos generales, puedo considerarme una chica afortunada. No busco pareja pero no sé por qué no puedo dejar de aceptar como igual de válido para la vida social que los demás hayan decidido tenerla.
Cuando se lo comento a mis amigos todos me dicen lo mismo (y, efectivamente, yo sé que es así): sé que no estoy sola y que para cualquier cosa que necesite están ahí... Pero yo me siento muy sola. Me está costando mucho abrirme paso en esta nueva etapa de mi vida y no consigo, a días, sacar fuerzas para hacerlo.
Para colmo, mi trabajo no ayuda. Escribo una tesis y paso muchas horas en casa, en soledad, dándole vueltas a la cabeza.
Me gustaría que, además de consejo, pudieras recomendarme algún tipo de pauta para evitar caer en la red de la obsesión y de esa autocomplacencia de la que te hablaba arriba.
Muchísimas gracias por tu atención
Un saludo
¿Cómo estás?
Te escribo porque necesito una opinión un poco menos parcial de este asunto que me preocupa y porque necesito desahogarme. Estoy empezando a rozar el límite de una espiral peligrosa y no quiero comenzar a rozar la autocomplacencia y el victimismo. Logré salir de ese agujero hace tiempo pero, por aprendizaje o por carácter -o por las dos- siempre que me encuentro ante dificultades tiendo hacia esa forma de ver y hacer las cosas y, esta vez, necesito que alguien me frene. Porque quiero estar bien.
El caso es que estoy pasando una muy mala temporada -como dos meses- en los que mi cabeza no deja de tener la misma extraña y angustiosa idea. Por mucho que intento darle la vuelta a la tortilla, e incluso siendo en alguna ocasión objetiva, no consigo echar a andar completamente curada de este asunto.
Hace cinco meses lo dejé con mi primer y único amor hasta el momento. La decisión no fue fácil y, en apariencia, no había un motivo muy claro por el que no seguir apostando por lo nuestro. Nunca habíamos tenido problemas, apenas nunca discutíamos y las desavenencias eran muy poco frecuentres y muy poco intensas, siempre conseguíamos resolverlas mediante el diálogo y la racionalización. Sin embargo, llevábamos caminos muy distintos, nuestros proyectos de pareja no coincidían y las dudas sobre la relación, sobre nuestros proyectos vitales y también sobre nuestra sexualidad eran cada vez más elocuentes. Decidimos dejarlo ahí, en ese momento en el que todavía nuestro amor y nuestro cariño no habían sufrido heridas y en un punto en el que todavía podíamos seguir siendo muy amigas. Nos necesitábamos mucho la una a la otra y decidimos cambiar la relación de pareja por una bonita y muy cuidada amistad.
El caso es que, ha pasado el tiempo y hemos ido cada una haciendo su camino. Vivimos juntas y seguimos apoyándonos la una en la otra pero... Mientras yo estoy construyendo mi idea de vida en una dirección, Maite -así se llama mi ex pareja- lo está construyendo en otro. Ha conocido a un chico, empiezan a estar bien juntos y comienzan a tener un contacto muy regular -ya se han acostado- y hasta planes han hecho.
El problema es que yo, esto último, no lo llevo NADA bien. Y no es porque me haya dado cuenta de que la quiero, o de que no quiero estar sin ella... No sé exactamente si trato de racionalizar mucho el sentimiento o qué es lo que ocurre pero yo estoy segurísima de que no quiero volver con ella, no me hizo feliz en su día y ahora no tendría por qué ser distinto... Pero me duele cuando la veo ilusionada, cuando lo lleva a él a sitios que eran especiales para nosotras, que esté siempre presente en los planes que hago con ella o que hacemos con nuestros amigos... Supongo que estoy celosa y jugando al perro del hortelano pero, por mucho que me repita que no debo ser infantil, no puedo evitar que me duela. Me duele mucho que ella siga su camino y yo me sienta como dejada atrás, o en el mismo punto... Como estancada.
Esa sensación de haberme quedado al margen de su vida, de no ser ya su prioridad la pago con ella y eso no es justo. No quiero que sea así. Estoy irascible, malhumorada y como muy despegada de ella... Como no queriendo tener un trato muy profundo. Pero una vez que la trato mal o le doy una mala contestación o tenemos un rato de mal ambiente, me doy cuenta de que la necesito demasiado y vuelvo al momento de partida. No me gusta esta situación. Tengo en ocasiones una sensación de vacío que me da miedo. Podría salir y despejarme con otra gente pero es que en todos los círculos de amistad en los que me muevo la cosa funciona por parejas. Mis amigos llevan ya vidas muy estables, tienen su rutina hecha y yo siento que no encajo en ninguna de esas rutinas. Me cuesta mucho tirar de la gente, me da miedo a que, con todo lo que me cuesta llamar para quedar, me digan que no pueden y estoy en una edad difícil -al menos en la ciudad en la que vivo- y soy demasiado tímida para hacer nuevas amistades.
Todo esto me hace sentirme muy desdichada, sola y tremendamente rezagada. No puedo quitarme este sentimiento de encima y no entiendo por qué tengo que sentirme así cuando tengo cosas en mi vida en las que voy más adelantada que otras personas, cuando tengo todo lo que quiero y, en términos generales, puedo considerarme una chica afortunada. No busco pareja pero no sé por qué no puedo dejar de aceptar como igual de válido para la vida social que los demás hayan decidido tenerla.
Cuando se lo comento a mis amigos todos me dicen lo mismo (y, efectivamente, yo sé que es así): sé que no estoy sola y que para cualquier cosa que necesite están ahí... Pero yo me siento muy sola. Me está costando mucho abrirme paso en esta nueva etapa de mi vida y no consigo, a días, sacar fuerzas para hacerlo.
Para colmo, mi trabajo no ayuda. Escribo una tesis y paso muchas horas en casa, en soledad, dándole vueltas a la cabeza.
Me gustaría que, además de consejo, pudieras recomendarme algún tipo de pauta para evitar caer en la red de la obsesión y de esa autocomplacencia de la que te hablaba arriba.
Muchísimas gracias por tu atención
Un saludo
Respuesta de frh1980
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