No existen síntomas específicos cuya presencia permita confirmar por sí misma la existencia de infección por el VIH.
El diagnóstico definitivo de la infección solo puede establecerse por métodos de laboratorio, ya que en ningún caso las manifestaciones clínicas son lo suficientemente específicas.
El VIH, puede en algunas ocasiones, a partir de los 7/10 días del contacto y durante las primeras semanas, ocasionar un cuadro gripal leve.
Los síntomas de este cuadro, son inespecíficos, es decir compartidos con multitud de infecciones.
Esto de debe a que en el primer momento de la infección, el virus se replica rápidamente sin problemas, ya que no existen anticuerpos específicos en el organismo, que los combatan.
Desaparecen en cuanto el cuerpo comienza a generar anticuerpos, que hacen que la carga viral baje.
Las personas generan anticuerpos a una velocidad distinta unas de otras, algunas ya los poseen a la 2ª / 3ª semana, estadísticamente sabemos que la gran mayoría ya los han generado a las 8 semanas, de ahí que se alargue el tiempo hasta los tres meses, en que se considera que un negativo de una prueba de detección de anticuerpos es definitiva y concluyente.
Si la prueba es de 4ª generación, el negativo será definitivo a los 45 días de la última exposición.
Ni la presencia de síntomas confirma el diagnóstico de infección por VIH, ni su ausencia lo descarta. Esto sólo lo hace la prueba.
Sería tras una media de 8-10 años (sin tratamiento) cuando podrían aparecer los siguientes síntomas: una pérdida de peso superior al 10%, fiebre persistente o sudoración nocturna durante más de un mes, diarrea crónica durante más de un mes y fatiga persistente y aguda y aparición de enfermedades oportunistas (neumonías, tuberculosis, sarcoma…). Sin embargo, ni la presencia de estos síntomas confirma el diagnóstico de sida, ni su ausencia lo descarta. Hay que hacer la prueba.