La presencia de la Virgen María en la Iglesia
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Vea usted, la presencia de María se percibe en todo,
¿Por qué?
Porque María está presente en todo el misterio cristiano y a lo largo de todos los tiempos de la salvación
¿Y por qué? Porque la Iglesia de Cristo es una Iglesia Mariana y Cristocentrica.
María, ocupa el primer lugar junto «a Cristo, y el más próximo a nosotros» dice el Concilio (Lumen gentium, n. 54). Ella es el miembro preeminente de Cristo, miembro fundador del cuerpo místico, el más importante, el más universal en la comunión de los santos, desde el origen: Pentecostés, en donde María estuvo presente. Ella constituye la cúspide y el corazón ardiente de la Iglesia en Jesucristo.
¿Cómo tomar conciencia de tal presencia? ¿Cómo atestiguarla? ¿Por qué seguimos siendo tan poco amantes, nosotros que no somos, sin embargo, unos mal amados?
Para captar plenamente nuestra vinculación con María en el cuerpo de Cristo, conviene comprenderla, fundamentarla, evaluarla.
Por ejemplo, encontramos el modelo de María en la Escritura, para ello citaré sólo algunos ejemplos :
Está presente en toda la vida de Cristo. María lo preparó, en la cima del Antiguo Testamento que con ella acaba. Lo introdujo en una familia humana (Lc 1,28-56), lo despertó a la humanidad, lo acompañó hasta los treinta años, lo introdujo en su ministerio al sugerirle el signo en Cana (Jn 2,1-22). Durante los tres años de separación, su comunión espiritual se hizo todavía más profunda. Vuelve a encontrarlo, física y moralmente, en el sufrimiento y en la muerte del Calvario, en compasión con su pasión. Ella prepara y acompaña con su plegaria el nacimiento de la Iglesia (Hch 1,14); y finalmente, encuentra de nuevo a su Hijo en la gloria de la Asunción.
María está presente físicamente en la vida de Cristo (laboriosa, dolorosa y gloriosa), a la vez por su amor de madre y por su adhesión teologal. Es una comunión de fe, de esperanza y de caridad. La presencia recíproca de María en su Hijo es un modelo para nosotros, puesto que, por esta Madre, Dios se ha convertido en hermano y nos la ha dado, a nosotros, como Madre, identificándonos con él.
Desde luego, nuestra relación filial es diferente a la de Jesús, porque Jesús es Dios. Mientras que él le debe la humanidad, ella se lo debe todo a Él como Dios. Nosotros somos humildes hijos de esta Madre, que nos ha adoptado profunda y espiritualmente en Él.
Según la lógica del admirable intercambio, María, que ha dado a su Hijo la humanidad, tiene la misión de coadyuvar en la obra de nuestra divinización en Jesucristo. Coopera con él en esta obra de Dios.
También en la liturgia, oración oficial y constante de la Iglesia, refleja esta presencia universal y discreta de María. Con relación a este punto, María tiene un doble lugar en los dos ciclos litúrgicos: el temporal y el santoral, y en cada misa en la anáfora que constituye el centro de la celebración, esto desde el siglo IV.
Unida a su Hijo en una misma plegaria, conoce, con Él y en Él, a la Iglesia y a cada uno de nosotros. Está al servicio de esos hijos que Cristo le confió. Con Él, intercede y los asiste. Es importante que tomemos conciencia y no nos olvidemos de ello.
La presencia discreta y universal de María, visible e invisible, se halla en toda la vida de la Iglesia: en la historia, en las iglesias, en las imágenes. El recurso a su intercesión, se refleja en la historia dogmática de los concilios y de las complejas luchas eclesiásticas, que inspiraron, en la época carolingia, la famosa antífona: «Tu has vencido todas las herejías en el mundo entero».
María ha sido también la inspiradora de las iniciativas y de las victorias de la Iglesia. Muchas son las fiestas que han sido instituidas para conmemorar su auxilio eficaz.
Desde los siglos primitivos se le dedicaron las primeras iglesias, porque ella fue el primer templo de Dios y sigue siendo el modelo de todos los otros. María, modelo de la Iglesia, es también modelo de las iglesias en las que se renueva la presencia eucarística del Señor y en que se prolonga la plegaria.
En estas iglesias como en los hogares, las imágenes de María tienen un lugar:
Imágenes que nos recuerdan su oración,
Imágenes de ternura, que nos recuerdan su relación afectuosa y maternal con Cristo, y con nosotros.
Imágenes que nos recuerdan que tenemos una aliada, abogada e intercesora formidable ante su amado Hijo Jesús.
Imágenes, que han servido y sirven para estimular la fe y el fervor cristiano y para tener presente la presencia de María en La iglesia.
Para terminar, le voy a contar un hecho como ejemplo practico que ponen de manifiesto la presencia de María en la iglesia.
Alexis Carrel un Premio Nobel de Medicina. Y era ateo. Y quiso reírse de Lourdes. Fue allí a demostrar que lo de Lourdes era una patraña, que aquello era mentira, que aquello era todo un fraude. Subió al tren de una peregrinación que iba a Lourdes.
Pero, primero quiero decir que, en Lourdes existe una Oficina Médica, donde hay médicos, de todas las nacionalidades y de todas las ideologías, que estudian a los enfermos antes y después de salir. Hay un libro, que puede leer, que se llama «Curaciones milagrosas modernas», escrito por el Dr. Leuret, Director de la Oficina Médica de Lourdes.
En ese libro hay radiografías antes y después de los milagros, con las firmas de médicos, que garantizan que estas curaciones instantáneas de ninguna manera se deben a la Medicina.
Personas que entran con estas radiografías y salen repentinamente curadas.
Pues además de este libro del Dr. Leuret, le voy a comentar un milagro que es muy llamativo, porque el protagonista fue Alexis Carrel, Premio Nobel de Medicina y ateo.
Como le decía : Él iba a Lourdes a reírse. En el tren en el que iba, una mujer (una enferma), creo que se llamaba Marie Ferrand Bayllie, se echa a morir. Piden un médico, y Alexis Carrel va a ver a aquella mujer, que tenía, al parecer, una peritonitis. Alexis Carrel dice que esa mujer se muere, que esta mujer no llega a Lourdes. No hay nada que hacer. Está desahuciada. Sabía lo que tenía aquella mujer, y sabía que aquello era gravísimo. Entonces de broma dice: -Bueno, si esta mujer se cura en Lourdes, entonces yo creería en la Virgen.
Dios le cogió la palabra. Aquella mujer llegó a Lourdes. Y ante los ojos atónitos de Alexis Carrel aquella mujer instantáneamente se cura de su enfermedad… El cumple su palabra y se convierte. … La virgen María!
Tiene un libro muy bonito que se llama «Mi viaje a Lourdes», donde cuenta su conversión. En este libro hay una oración muy bonita a la Virgen, en la que le da las gracias de haberle permitido presenciar aquel milagro maravilloso que le llevó a la fe.
Podría contarle otros milagros Dios conseguidos a través de las manos de María; de este modo o de una manera discreta y silenciosa, María está presente en la iglesia.
Hasta aquí espero haber respondido a su inquietud.
ASJ
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