Hay factores externos al propio proceso del lacado como la temperatura ambiente o la luz interna que pueden haber amarilleado con más rapidez o menos la puerta.
No se tiene en principio el porqué de dudar del lacado de un pintor profesional o, por otro lado, de una fábrica que automatize más el proceso. En definitiva, se laca con pistolas adecuadas al uso.
El problema depende de las circunstancias, de la calidad del mueble, de la pintura utilizada, de un fallo de la automatización, etc...
Entre elegir un buen profesional y una mala empresa, o un mal profesional y una buena empresa automatizada, no hay solución de respuestas.
Por ejemplo, las pinturas de cuadros artísticos de épocas pasadas perduran más y mejor que los que ahora te venden en el Ikea o Carrefour con barnices actuales y pinturas hechas por máquinas y en serie.
Si esta pregunta viene por una reclamación de consumo sólo usted sabrá la verdad después de un peritaje eshaustivo de un buen profesional que observe bien el problema.
Shakespeare ya lo dijo: ¿Ser o no ser...?