El TDAH puede convertir los encuentros sociales en un reto para las personas que padecen este trastorno. El simple hecho de hablar con otras personas o mantener una conversación puede ser un problema. Los consejos que siguen los encontré muy simples, buenos y prácticos. Espero te ayuden y te animo a seguirte informando mejor sobre la situación para hacerte la vida más fácil.
- Antes de hablar o actuar, recapacita durante 10 segundos para cerciorarte de si es o no una buena idea.
- Practica la “escucha activa”, prestando mucha atención a lo que los demás están comentando antes de unirte a la conversación.
- Pídele a tus amigos, familiares, profesores o terapeuta, que te ayuden a practicar tus habilidades de comunicación, incluyendo la práctica de cómo realizar preguntas correctamente.
- Dedica 5 minutos a leer la Biblia, preferiblemente los libros Salmos, Proverbios, Eclesiastés y luego comenta con tu amigo lo leído.
La organización es una herramienta muy útil para no olvidarte de las cosas, ahorrar tiempo y llevar una vida lo más ordenada posible.
- Coloca en el pasillo unos colgadores etiquetados para colocar en cada uno de ellos las llaves evitará perder tiempo pensando dónde se dejaron las llaves.
- Crea una lista de las tareas o actividades pendientes siempre resultará de gran ayuda para realizar un seguimiento de tus cosas pendientes.
- Un calendario donde poder anotar las citas, actividades sociales… puede ser muy útil si recuerdas rellenarlo.
- Utiliza las notas adhesivas codificadas por colores, otorgando una categoría a cada color, como llamadas telefónicas, pagos pendientes, etc.
Puedes mejorar. Aunque no siempre podrás evitar sentirte mal, sí puedes decidir cómo vas a responder. No tienes por qué explotar. La Biblia dice que el que tarda en enojarse “es mejor que un hombre poderoso” y que el que sabe dominarse es más fuerte “que el que conquista una ciudad” (Proverbios 16:32).
Ponte metas. No digas: Esfuérzate por mejorar y date un tiempo para lograrlo. Empieza por seis meses, por ejemplo. Y no olvides anotar tus progresos. Cada vez que te enojes, apunta: 1) qué fue lo que ha ocurrido, 2) cómo has reaccionado, 3) cuál hubiera sido una mejor reacción y por qué. Entonces intenta recordar tus notas la próxima vez que te enojes. Anota también las veces en que logres controlarte y escribe cómo te sentiste.
Aléjate del fuego. La Biblia aconseja: “Antes que haya estallado la riña, retírate” (Proverbios 17:14). A veces, lo mejor es alejarte cuando las cosas se empiezan a poner feas. Pero luego no te quedes pensando en el problema, pues te vas a enojar más. Mejor ponte a hacer algo. He descubierto que hacer ejercicio ayuda a liberar el estrés y a tranquilizarse.
¡Olvídalo! La Biblia dice: “No pequen. Digan lo que quieran en su corazón [...] y callen” (Salmo 4:4). Según este versículo, el problema no es que te enojes. El problema es cómo vas a actuar cuando te enojes. Si respondes a las provocaciones de los demás, te estás dejando controlar. ¿No sería mejor actuar con madurez y olvidar el asunto? Si lo haces, no dejarás que tu enojo te controle a ti; tú serás el que lo controle. Espero saber de ti de nuevo, recuerda que puedes preguntar lo que desees, estamos para dar siempre que esté al alcance. Saludos a tu amigo y no te des por vencido. Actúa y actúa.