Por qué no montan vidrios de +24 mm algunas empresas?
No sé si alguien que conozca cómo funciona este mundo (técnico, taller, instalador) podría resolver mi duda. Estoy buscando precios para cambiar mi vieja balconera por una de pvc, en concreto busco precios para perfiles Cortizo serie A70.
El problema es que necesito un acristalamiento de unos 30 mm (4+4/16/6) y las 3 empresas a las que he acudido hasta ahora para obtener presupuesto para esa A70 de Cortizo, me indican lo mismo: "el máximo acristalamiento que ponemos es 24 mm". Teniendo en cuenta que la A70 de Cortizo permite hasta 42 mm, ¿cuál creéis que es el motivo por el que me indiquen esto?
He llegado a pensar que al ser la medida de 24mm la estándar y de las que más haya demanda, algunos instaladores o talleres no se complican y montan gran cantidad de perfiles con esa medida. Y no les compensa tener que ponerse a fabricar algo que se salga de lo "habitual" (que 30 mm tampoco creo es nada del otro mundo). Otra opción es que me intenten colar una marca blanca que sólo llegue a 24mm, pero me extrañaría mucho.
La verdad que es una pena que uno quiera tener una mejor ventana y tenga al final que ceder y poner lo que comercialmente le interesa más a la empresa de turno (no sé si pasará lo mismo con otras primeras marcas). Si alguien conoce en Málaga o provincia alguna empresa que instale perfiles de +24 mm, que lo avise
Hola Fernando!
La explicación es muy sencilla y doble.
- - Por comodidad.
El espesor 24 mm está muy estandarizado, y casi todos los talleres compran junquillo para ese espesor, aunque la perfilería permita mayor espesor, y el proveedor te pueda vender junquillo para mayor espesor.
Al trabajar con un único espesor, aprovechas mejor el material, tienes menos retales y menor despiece.
2 .- Y por tontos.
Muchas veces, en el conjunto de una obra, proporcionar el espesor del vidrio que quiera el cliente, supone incrementar el presupuesto pocos euros, aunque tengas que repercutir el coste de retales y despiece, y que bien explicado al cliente, lo va a aceptar, o al menos, que sea el cliente el que decida si por esos euros le merece la pena o no el cambio.
