El poema relata el largo y complicado proceso de recuperación de la honra perdida por el héroe, que finalmente conseguirá una honra todavía mayor a la inicial. El poema se inicia con el destierro del Cid, primer motivo de deshonra, tras haber sido acusado de robo. Se le deshonra además apartándole de la patria potestad de su familia y se le priva de sus heredades o posesiones en Vivar. Cuando consigue el perdón real tras la conquista de Valencia y gracias al solo valor de su brazo, su esfuerzo y su astucia y prudencia, y se conciertan para corroborar su dignidad de señor de vasallos con linajes del mayor prestigio (los infantes de Carrión) se produce la nueva caída con la afrenta de Corpes, que supone un ultraje a las hijas del Cid y que, de hecho, significa el repudio de estas. Por ello el Cid no se venga con sangre, sino que comienza un proceso judicial por injurias por el que los Condes son acusados de "menos valer" y con ello quedan humillados ante toda la corte, afrentados de por vida y apartados de los privilegios que antes detentaban como miembros del séquito real. Por contra, las hijas del Cid conciertan matrimonios con reyes de España, llegando al máximo ascenso social posible.