- Hola, he estado buscando información del David de Miguel Ángel en la red, y no encuentro ningún análisis de esta gran obra, ¿me podría usted dar alguna orientación para encontrar un buen análisis tanto de la obra como del autor?, le estaría muy agradecido.
Me siento muy alagado con tu pregunta porque demuestra que tienes un legítimo interés en el tema de Miguel Ángel Buonarotti y su obra. Además, al elegir el David como el motivo principal de estudio también demuestra que entiendes que un paradigma del Renacimiento, como fue el Genial Florentino, no se puede definir a través de una simple biografía o utilizando la cronología que aparece en los libros de texto clásicos. La respuesta creo que va a resultar bastante extensa por lo que te pido que si aparece cortada me lo hagas saber, así te remito el resto. Ahora bien, sin pretender apartarme del centro de tu pregunta y con el único propósito de fundamentar mi tesis que expondré más adelante, te ruego que me acompañes a una fecha no muy lejana: 22 de diciembre de 1968, donde tres pequeños hombrecitos ubicados como podían, en una nave con forma de botella y obligados a mirar siempre hacia delante, se encontraban a punto de completar su primera órbita lunar. Desde el centro espacial de Houston, Texas sabían que las comunicaciones radiales permanecerían cortadas por diez minutos ya que los transmisores de la época no tenían la suficiente potencia como para transmitir desde atrás de la Luna, transcurrido ya el minuto numero once y sin obtener respuesta de la nave, se empezó a temer por lo peor pero cuando recibieron los primeros: Houston, aquí Apolo 8, la tranquilidad volvió a instalarse en el centro de comando. Ninguno de los presentes se percató que la humanidad en ese momento había cambiado para siempre. Si, los astronautas no podían responder, no por un problema técnico sino porque estaban absolutamente maravillados y eran incapaces de articular palabra alguna. La visión de la Tierra apareciendo por detrás de la Luna como un insignificante y bellísimo punto azul, tan vulnerable, tan frágil y rodeado de la más espantosa nada, había transformado sus vidas y por supuesto la de todos nosotros. Esta visión que tuvieron tres seres humanos, desde tan lejos de su planeta junto con la famosa fotografía que nos mandaron como presente celestial - que se puede ver en cualquier lado, hasta en los comerciales de televisión - fue el detonante de la aparición de una conciencia planetaria. Una enorme hola de cambios que aun no podemos evaluar en toda su extensión y magnitud se desparramó por el mundo. Pensemos nada más que los movimientos ecologistas internacionales, la toma de conciencia del ser humano, de su fragilidad, la de su raza y del planeta en el que habita, son apenas una parte de estas consecuencias. En 1496 no había naves espaciales ni cámaras fotográficas que nos permitieran guardar para la posteridad el hecho maravilloso que estaba ocurriendo en Roma. Cerca de la Domus Aurea, la residencia Imperial de Nerón, se había encontrado el más impresionante grupo escultórico jamás salido de las manos, la mente y la sensibilidad de los seres humanos: el Laocoonte, atribuido Agesandro de Rodas y a sus hijos Polidoro y Atenodoro - y digo atribuido porque después de verlo cuesta creer que no hallan sido los Dioses los que lo esculpieron. Por eso me imagino a los espíritus Renacentistas de Miguel Ángel, Sandro Botticelli o Leonardo di ser Piero da Vinci, entre algunos de los que maravillados, frente a lo que veían se quedaron por varios minutos sin poder articular palabra. Ninguno de los que estaban presentes se percato que la humanidad en ese momento había cambiado para siempre. En 1501, Miguel Ángel regresa desde Roma con un único pensamiento en su cabeza, tratar de esculpir como lo hacían los Griegos mil quinientos años antes. En Florencia el gobierno había cambiado, La República comenzaba a dar sus primeros pasos y nuestro artista a trabajar en la piedra que seria La Virgen de Brugues (Iglesia de Notre - Dame). El 5 de junio recibe el encargo de algunas esculturas para el altar Piccolomini, en la Catedral de Siena y el 16 de agosto la Señoría, invita a Miguel Ángel a que opine sobre un bloque de mármol espectacular de más de 6 metros de alto y 3 de ancho que había sido sacado de Carrara 150 años antes. En principio el mismo estaba destinado a una estatua colosal pero, como fue dañado por otros escultores años atrás, la Señoría había abandonado el proyecto. Ahora se recababa la opinión del artista. Miguel Ángel, luego de estudiar minuciosamente la piedra, propone la ejecución de una figura y su amigo, el Consiglieri Andrea Sansorino es el encargado de que se lo asignen. Veinte días después le entregan la famosa piedra para que ejecute una figura para la plaza central de Florencia. Si comparamos las dos figuras esculpidas por Miguel Ángel, el San Proclo, mármol - Bolonia, Arca de Santo Domingo, 1494-1496 y David, cinco años después, podemos darnos cuenta del cambio operado en el artista después de su visita a Roma. La Helénica mirada de David posee una nobleza infinitamente superior que la ira caricaturesca de San Proclo, las manos de David enormes y de hecho más expresivas, la mesurada pose de la magnifica figura no se puede comparar con el pequeño y tímido paso adelante del Santo. Miguel Ángel sin duda logró realizar una imagen de coraje espiritual y energía física tan poderosa como la cara de furia impotente del sacerdote Laocoonte.