En un tercio de varas correctamente realizado, se prueba la bravura del toro y se le sangra para descongestionarlo, me explico. Cuando el toro sale de chiqueros entra de improviso en un mundo completamente desconocido para el, por lo tanto sufre un estrés y una subida de la presión arterial bastante considerables. Al sangrar al toro se reduce ese aumento de presión y se evita que el animal pueda llegar a sufrir un colapso como ocurrió no hace mucho con un toro que debía lidiar Enrique Ponce. Ademas se le reduce brusquedad en la embestida y al lesionar varios músculos del lomo, se hace que baje la cabeza y así el matador pueda cumplir con su función. Hoy en día es muy difícil ver una buena pelea en varas dados los tamaños y los pesos de caballos y petos. Hoy, cuando un toro embiste al caballo se estrella con un muro liso y de un peso elevadísimo en el que, ademas, no puede enganchar sus defensas. Por eso parece que hoy, más que nunca, los toros mansean en varas y "hacen sonar el estribo". Un peto más acoplado a la fisionomía del caballo y unos caballos más ligeros serian de agradecer para volver a ver buenas peleas en el tercio de varas. También hay que tener en cuenta la labor del picador. Los hay muy buenos que saben medir el castigo para no destrozar al toro y hay otros que, para que su matador no tenga problemas, barrenan al toro y lo destrozan en el caballo. Sobre este asunto habría de hablarse mucho y pausadamente, y no solo por el aficionado de a pie, sino por los profesionales y legisladores. La normativa sobre el tercio de varas necesita una urgente revisión.