Obras de albañilería: cómo preparar hormigón El hormigón es una de las mezclas "estrella" en la construcción. Esta mezcla, que cuenta con siglos de antigüedad (ya lo usaban los romanos), se hace mezclando una parte de cemento, dos partes de arena, cuatro partes de gravilla y una parte de agua. Para prepararlo bien hay que tener en cuenta dos pautas muy importantes: utilizar materiales de buena calidad, y contar con una hormigonera cuando vayamos a mezclar cantidades grandes. Es una mezcla indicada fundamentalmente para verter en cimientos y estructuras maestras, y también para soleras y forjados. A veces va reforzado con barras de hierro y recibe el nombre de hormigón armado. Sin embargo, no se debe usar para levantar muros de obra; sólo se emplea para los cimientos o las zapatas. Esto es así porque el hormigón no es una argamasa para unir piezas, sino una mezcla para formar bases sobre las que edificar, o vigas de sustento. Si vamos a mezclar el hormigón en un cubo porque necesitamos poca cantidad (por ejemplo, para afianzar unos postes en el suelo), sólo hay que verter el cemento y la gravilla y mezclarlos bien, para luego añadir el agua paulatinamente sin dejar de remover. Para hacer más cantidad puede realizarse formando un volcán sobre el suelo, o bien utilizar directamente la hormigonera (que siempre podremos alquilar, si no contamos con una).