Los celos
Gracias
Bueno el celo en tu novio o prometido apunta a una gran cricis de desconfianza y baja autoestima también, puedes ayudarle mediante la comunicación pero el debe reconocer su problema y mediante la confianza en ti superarlos, los celos si son dejados crecen en la pareja y llega a convertuirse en un gran gigante capaz de destruir una relación, hablale abiertamente pídele que tre diga que es lo que en ti le da desconfianza que sea transparente, si no existe nada de peso, indícale que sus sentimientos carecen de de sentido e indícale que quieres que ambos busquen ayuda más directa para manejar esto, puedes decirle que aunque mil hombres te cortegen y te deseen tu le has elegido a el así como el a ti, y tu confianza en el es absoluta siendo el hombre que estadisticamente es quien es más propenso a ser infiel en las relaciones, pídele que sea propicio a tu confianza y alimente la tuya para que esta crezca más. Luego observa si hay cambios significativos valora si vale la pena seguir adelante, es tu decisión
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¿Cómo puedo librarme de los sentimientos de envidia?
Puesto que todos somos imperfectos, tal vez en cada uno de nosotros haya vestigios de esa clase de celos o envidia. Esa envidia puede ponerse de manifiesto en aspectos indirectos o en circunstancias especiales. Nuestra responsabilidad no es hacer caso omiso de los celos dañinos, sino aprender a reprimirlos y mantenerlos bajo control por medio del poder del espíritu de Dios (Gálatas 5:25, 26). El hacerlo es muestra de que, aunque joven, tienes madurez cristiana.
Los celos... de la clase correcta, y de la incorrecta
Por un lado, la palabra "celos" puede implicar un celo apropiado por lo que es correcto. Hasta a Jehová se le llama "un Dios celoso", lo cual quiere decir que muestra celo por su buen nombre, por la verdad y por la justicia. De sus siervos devotos también se dice de vez en cuando que son celosos. (Éxodo 34:14; 2 Corintios 11:2.)
Por otro lado, demasiado a menudo los celos tienen un motivo incorrecto, o están mal dirigidos. La persona celosa, o envidiosa, pudiera sospechar de otros sin ninguna causa, o resentirse por la atención que reciben otros, pues cree que solo ella la merece. Por ejemplo, Elizabeth se pone celosa de la atención que recibe su hermana. Dice: "El hecho de que a su edad [mi hermana] tenga tanto dominio de sí misma y pueda hacer muchísimas cosas que probablemente yo nunca pueda hacer me da celos [...] Me enfado conmigo misma por estar enfadada, porque sé que no debería sentirme así".
Prescindiendo de cuál sea la causa, los celos de la clase incorrecta tienen poder destructivo. Pueden quitar a uno el sueño, causarle angustia y ser responsables de trastornos mentales y estomacales. También pueden engendrar cólera y odio, y hasta pueden llevar a la comisión de un delito grave. ¡Cain permitió que los celos, o la envidia, lo llevaran a asesinar a su hermano Abel!
Los celos pueden arruinar la mejor de las relaciones. Normalmente nos disgusta la gente que es abiertamente celosa. La Biblia habla de que Raquel tuvo celos de su hermana, Lea. Esto alteró su relación fraternal (Génesis 30:1). De igual manera, a los hermanos de José les dio celos la relación que José tenía con su padre. Sólo fue después de muchos años y de mucho examen de conciencia que se resolvieron las diferencias que había entre ellos (Génesis 37:4; Hechos 7:9). El rey Saúl de Israel tuvo un arrebato de envidia cuando las mujeres de Israel proclamaron campeón de ellas a David. "Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles", cantaron ellas (1 Samuel 18:7). La envidia de Saúl lo llenó de ira, sospecha y odio. Finalmente perdió completamente la razón al perseguir a David. Lo triste del caso era que no había razón alguna para tal comportamiento. David no representaba ninguna amenaza para el reinado de Saúl.
Domina la envidia
Entonces, ¿cómo puedes dominar la envidia, o los celos? Bueno, cuando a Cain le dio envidia del éxito de su hermano Abel, Dios dijo a Cain: 'Dirígete a hacer lo bueno [...] Pero si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él? ' (Génesis 4:7). La envidia no se puede dominar si no se hace lo bueno. Cain se negó a hacer lo bueno. No prestó atención al consejo de Dios. Asesinó a su hermano. Cuando te dé envidia, ¿escucharás el consejo sano de Dios: 'Dirígete a hacer lo bueno'?
La Biblia también muestra que para dominar la envidia, o los celos, es esencial tener amor intenso. Leemos: "El amor no es celoso" (1 Corintios 13:4). En la envidia hay más amor propio que amor a otros. Pero el obligarnos a pensar bien de aquellos que nos dan envidia -y hasta el orar por ellos- puede apaciguar la envidia. Contribuye a que logremos dominarla.
Las palabras tranquilizadoras de otros son otra manera de controlar la envidia, o los celos. Si los padres ven que los celos están afectando a su hijo, a menudo tratan de asegurarle que lo aman. Recuerdan al hijo o a la hija que él o ella tiene dones que otros no tienen, y que al final todas las cosas llegan a un equilibrio. Y si una de las hijas se encierra en su habitación porque su hermana parece ser el centro de atención, la madre puede ayudarla a tener un punto de vista equilibrado y apropiado de sí misma. Puede abrazarla y decirle unas cuantas palabras de estímulo, como: "Tu hermana es popular, pero Dios te ha dado dones a ti también. Te ha dotado de una personalidad maravillosa que de por sí es una hermosura excepcional. Es una hermosura que los esposos aman".
Si te atormenta la envidia, ¿debes pensar que eres demasiado mayor para beneficiarte de las palabras tranquilizadoras de tus padres? Sin duda ellos tienen mucho que decirte que puede ayudarte a disfrutar del éxito de otros. Te pueden ayudar a mostrar amor y afecto para con los que te dan envidia.
A veces las personas de una naturaleza más sensitiva se ponen a cavilar cuando les da envidia. Tales personas necesitan hablar a fondo con alguien acerca de sus sentimientos. Saca a la luz los sentimientos de envidia. Ponlos al descubierto. Ve qué es lo que te está carcomiendo o irritando. Hace más daño al espíritu el reprimir la envidia, o los celos, que el permitir que otros sepan cómo te sientes.
Ayuda a otros
Tus amigos, también, a menudo necesitan palabras de aliento. Si, por ejemplo, entablas una nueva amistad, puedes asegurarle lo siguiente a tu amiga más íntima: "No te preocupes de mi relación con Ana, pues nada puede reemplazar nuestra amistad". Unas cuantas palabras como ésas pueden ser todo lo que se necesite para evitar que la envidia eche raíces. Cuando Eldad y Medad recibieron el espíritu de Dios sin estar en presencia de Moisés, Josué sintió celos por su amo Moisés. Moisés corrigió a Josué con estas palabras tranquilizadoras: "¡Quisiera yo que todo el pueblo de Jehová fuesen profetas, porque Jehová pondría su espíritu sobre ellos!" (Números 11:10-29). Josué se contentó con eso.
Así que sé servicial. Trata de evitar dar envidia, o celos, a otros. A menudo las muchachas hacen alarde de su ropa; las mujeres, de sus sortijas de prometida. La gente se jacta de los ascensos que recibe. Hubo mujeres que alabaron en una canción las hazañas de David y dieron más honra a David que al rey Saúl. Considera el efecto que pueden tener en otros tus palabras y acciones. Esto te ayudará en gran manera a controlar la envidia, o los celos, y conservar buenas relaciones con otros.
Qué debe saber sobre los celos
¿QUÉ son los celos? Una emoción intensa que puede causar angustia, tristeza o enojo al que la posee. Tal vez sintamos celos cuando alguien parece lograr más que nosotros en determinada tarea o cuando un amigo recibe más elogios que nosotros. ¿Es siempre malo ser celoso?
Las personas celosas tienden a sospechar de posibles rivales. Un ejemplo lo encontramos en el rey Saúl del antiguo Israel. Al principio amaba a su escudero, David, e incluso lo puso a la cabeza del ejército. (1 Samuel 16:21; 18:5.) Pero cierto día el rey Saúl oyó a las mujeres alabar a David con estas palabras: "Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles". (1 Samuel 18:7.) Saúl no debió haber permitido que estos elogios afectaran su buena relación con David. Sin embargo, se ofendió. "Saúl estuvo mirando a David de continuo con sospecha desde aquel día en adelante." (1 Samuel 18:9.)
Puede que una persona celosa no le desee ningún mal a otra. Tal vez lo que le moleste sea sencillamente el éxito de su compañero y no tener las mismas cualidades o no estar en las mismas circunstancias. Por otro lado, la envidia es un tipo de celos particularmente negativo. La persona envidiosa quizá retenga secretamente el bien de la que es objeto de su envidia y le desee algún mal. A veces, el envidioso no puede esconder sus sentimientos. Quizá se vea impulsado a hacer daño a otra persona abiertamente, tal como cuando el rey Saúl trató de matar a David. Utilizó su lanza en más de una ocasión con el fin de "clavar a David a la pared". (1 Samuel 18:11; 19:10.)
'Pero yo no soy celoso', quizá diga usted. Efectivamente, puede ser que los celos no controlen su vida. Pero a todos nos afectan los celos hasta cierto grado: los nuestros y los de otras personas. Aunque no tardamos en ver los celos de los demás, tal vez nos cueste ver los nuestros.
"Tendencia hacia la envidia"
Al mostrar las manifestaciones de la naturaleza pecaminosa del hombre, la Palabra de Dios, la Biblia, muchas veces pone de relieve pecados motivados por la envidia. ¿Recuerda el relato de Cain y Abel? Ambos hijos de Adán y Eva ofrecieron sacrificios a Dios. Abel lo hizo porque era un hombre de fe. (Hebreos 11:4.) Tenía fe en que Dios podía cumplir su grandioso propósito tocante a la Tierra. (Génesis 1:28; 3:15; Hebreos 11:1.) Abel también creía que Dios recompensaría a los seres humanos fieles con vida en el venidero Paraíso terrestre. (Hebreos 11:6.) Por esta razón, Dios le mostró que se complacía en su sacrificio. Si Cain hubiera amado sinceramente a su hermano, se habría alegrado de que Dios lo bendijera. Pero Cain "se enardeció de gran cólera". (Génesis 4:5.)
Dios instó a Cain a hacer el bien para que pudiera recibir asimismo una bendición. A continuación le advirtió: "Si no te diriges a hacer lo bueno, hay pecado agazapado a la entrada, y su deseo vehemente es por ti; y tú, por tu parte, ¿lograrás el dominio sobre él?". (Génesis 4:7.) Lamentablemente, Cain no dominó su cólera ni sus celos, que le llevaron a asesinar a su justo hermano. (1 Juan 3:12.) Desde entonces, las peleas y guerras se han cobrado cientos de millones de vidas. The World Book Encyclopedia explica que "algunas de las causas fundamentales de la guerra pueden ser el deseo de más tierra, de más riqueza, de más poder o de seguridad".
Los cristianos verdaderos no toman parte en las guerras de este mundo. (Juan 17:16.) Pero, lamentablemente, algunos cristianos se enzarzan a veces en peleas verbales. Si otras personas de la congregación toman partido, estas peleas pueden convertirse en guerras verbales que causen mucho daño. El escritor bíblico Santiago preguntó a sus compañeros de creencia: "¿De qué fuente son las guerras y de qué fuente son las peleas entre ustedes?". (Santiago 4:1.) Respondió a esa pregunta denunciando su avidez materialista, y añadió: "Siguen [...] codiciando", o teniendo "celos". (Santiago 4:2, nota.) Sí, el materialismo puede llevar a codiciar y a tener celos de los que parecen gozar de mejores circunstancias. Por esta razón, Santiago advirtió acerca de la "tendencia hacia la envidia". (Santiago 4:5.)
¿Cómo beneficia analizar la causa de los celos? Pues nos puede ayudar a ser honrados y a fomentar buenas relaciones con los demás. También puede ayudarnos a ser más comprensivos, tolerantes y perdonadores. Lo que es mejor, pone de relieve la desesperada necesidad que tiene el hombre de la provisión amorosa que ha hecho Dios con el fin de salvarlo y rescatarlo de su tendencia al pecado. (Romanos 7:24, 25.)
Un mundo sin celos
Desde una óptica humana, un mundo sin celos puede parecer imposible. El escritor Rom Landau admitió: "La sabiduría acumulada a través de los tiempos, con todo lo que han dicho sobre este tema filósofos [...] y psicólogos, no ofrece ninguna orientación al hombre atormentado por los celos. [...] ¿Existe algún médico que haya sanado alguna vez a alguien de los celos?".
No obstante, la Palabra de Dios ofrece la esperanza de lograr vida perfecta en un mundo donde a nadie vuelvan a invadirle los celos ni la envidia. Además, la paz de ese nuevo mundo no se verá alterada por gente que muestre estas características indeseables. (Gálatas 5:19-21; 2 Pedro 3:13.)
Sin embargo, no siempre es malo ser celoso. De hecho, la Biblia dice que Jehová "es un Dios celoso". (Éxodo 34:14.) ¿Qué significa este texto? ¿Y qué dice la Biblia acerca del celo? Al mismo tiempo, ¿cómo pueden dominarse los celos? Lea los siguientes artículos.
Cualquier cosa solo me preguntas
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Te recomiendo que vayan a una terapia de pareja, los celos enfermizos van de manos a mas, tu de laguna manera has contribuido y sigues contribuyendo a que el mantenga esa conducta, te aseguro que cuando se casen la cosa se pone peor, no debes aceptar lo que no quieres; te recomiendo un libro que se llama enamorados o esclavizados, Walter Riso, editorial Océano... leelo, le va a servir mucho... el amor debe estar basado en el respeto, la confianza y la libertad...
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