Cómo superar el miedo

Hola, soy Daniela. Tengo 33 años y siempre he sido una persona excesivamente tímida. Esto no ha mejorado con la edad y creo que está relacionado porque todo me da miedo. Cualquier cosa, cualquier tontería me da miedo: cursos, charlas... Debido a esto siempre he llevado una vida muy frustrante pues no he hecho nada de lo que realmente me apetecía. Quisiera que me ayudaras con esos pequeños pasos que puedo ir dando para mejorar esta situación.
Muchas gracias.

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Antes de contestarte quiero que leas esto, después me pides aclaración, ¿ok?
Elestrés como aliado
El estrés se ha convertido en un compañero de viaje habitual en nuestras vidas. No sólo no puede evitarse, sino que facilita la adaptación a cualquier cambio que irrumpa en nuestro entorno. Esta forma de reaccionar ante problemas, demandas y peligros, viene predeterminada por una actitud innata de lucha/huida heredada de nuestros antepasados: sobrevivieron aquellos que, ante situaciones amenazantes para su integridad física (ver un enemigo) o que informaban de la posibilidad de obtener un beneficio (cobrar una presa), mejor activaban su organismo. Dilatación de pupilas para aumentar la visión periférica y permitir una mayor entrada de luz en la oscuridad, músculos tensados para reaccionar con más velocidad y fuerza, aumento de la frecuencia respiratoria y cardíaca para mejorar la oxigenación y aportar mayor flujo de sangre al cerebro y al resto de órganos vitales, son algunos de los cambios que les proporcionaba una clara ventaja sobre sus enemigos y sus presas.
Este complejo mecanismo de adaptación se ha perpetuado hasta nuestros días gracias a la selección natural. Si bien en la actualidad los peligros han cambiado de tercio, seguimos recurriendo a este recurso para garantizar el éxito en nuestra adaptación a las constantes alteraciones de nuestro entorno. Una mayor activación fisiológica y cognitiva nos permite percibir mejor y con más rapidez la situación, seleccionar la conducta más adecuada y llevarla a término de la forma más rápida e intensa posible.
Pero el inconveniente de este fabuloso mecanismo de adaptación es que genera un importante desgaste del organismo y un alto consumo de energía, por lo que es necesario desarrollar unos cuidados y un periodo de recuperación del que no siempre somos conscientes.
El estrés inútil
Siempre que las respuestas de estrés se repiten con mucha frecuencia o intensidad, o durante un prolongado periodo de tiempo (estrés crónico), el organismo encuentra dificultades para recuperarse y se manifiestan trastornos médicos y psicológicos asociados. Algunos autores llegan a considerar el estrés como causa directa o indirecta de más del 75% del total de consultas médicas.
La dificultad para detectar las señales de estrés y 'desactivarlas' para prevenir daños al organismo es cada día más habitual. Uno de los motivos es que nos hemos ido acostumbrando a un ritmo de vida acelerado que consideramos imprescindible para tener éxito, es decir, una conducta ocasional se convierte en un estilo de vida. Las respuestas de estrés también son "desadaptativas" cuando una situación no requiere un nivel tan elevado de activación e interfiere en la emisión de una respuesta adecuada, y el nivel de activación se mantiene (no 'desconectamos') a pesar de que la situación estresante ha desaparecido.
A todo ello hay que añadir que nos encontramos estresados cuando aparecen consecuencias negativas desde el punto de vista médico y psicológico, como aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca, liberación de triglicéridos y colesterol en plasma, irritación gástrica, supresión del apetito y desarrollo de sentimientos asociados a depresión, indefensión, o de desesperanza y de pérdida de control.
Causas de nuestro estrés cotidiano
Posponer la toma de decisiones. La engañosa tranquilidad que nos invade cuando 'dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy', no nos deja ver que nuestro cerebro seguirá activado por ese problema y que las tareas se acumulan hasta que la situación nos sobrepasa.
No desconectar de nuestros problemas y trasladarlos de un ámbito a otro. Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa. Intentar acabar un informe mientras estamos con nuestros hijos no sólo nos estresa sino que reduce en gran medida nuestra eficacia.
Me 'preocupo' en vez de me 'ocupo'. Conviene recordar que 'lo perfecto es enemigo de lo bueno'. En demasiadas ocasiones no se halla la solución perfecta, sino la mejor de las posibles o, incluso, la menos mala.
Los otros y sus necesidades. También las demandas de los otros, sus ritmos de vida, las expectativas que nos crean y cómo nos responsabilizamos en exceso de sus problemas contribuyen a crear estrés. Aunque resulte duro, la única manera de dejar crecer y madurar a los demás es que se enfrenten a sus dificultades.
No delegar. 'Si quieres hacer algo bien, hazlo tú mismo' dice el saber popular. Lo que no dice es que aplicado con desmesura, uno acaba agotado y enfermo. Invertir en enseñar a los demás y darles confianza es una fórmula para llegar al mismo sitio por caminos diferentes.
Más tareas y más objetivos. El tiempo no es elástico ni nuestras energías inagotables. La mayor dificultad en tomar una decisión es la inevitable renuncia a tomar cualquier otra diferente. Si queremos hacer algo nuevo, tendremos que dejar de hacer algo que ya estamos haciendo.
No saber jerarquizar. Cuando las tareas nos sobrepasan, tendemos a realizar las más asequibles y sencillas, y por ello exitosas, en lugar de atender a las que son más importantes para nosotros. La sensación al final del día es que se está agotado sin haber hecho 'nada'.
No compartir los problemas y las emociones. Siempre que hablamos de nuestros problemas les damos forma y los comprendemos mejor. Y si el contexto es de apoyo, nos permite transformarlos en aceptables e integrables.
Utilizar estimulantes de forma masiva. Café, tabaco, té o colas aumentan el nivel de activación del organismo, pero también lo estresan.
Ante todo, gracias por la rapidez en la respuesta, y por la explicación. Sin embargo, yo me refería a esas pequeñas cosas que podemos hacer día a día para vencer los miedos. Ya apuntas algunas, pero yo necesito algo muy concreto, metas muy pequeñas para ir viendo resultados porque una gran meta lejana a mí me desanima más que motivarme. En mi caso es cierto eso de que "lo perfecto es enemigo de lo bueno" y eso es precisamente lo que hace que me bloquee en muchas ocasiones porque si no puedo conseguir algo perfecto, ¿para qué esforzarme? Creo que esto está motivado porque siempre he esperado una palmadita en la espalda, un reconocimiento externo (que pocas veces ha llegado) en vez de la satisfacción personal por algo bien hecho. Sé que es esto, entre otras cosas, lo que debo buscar pero no sé cómo hacerlo. Conozco las metas pero no el camino lo que hace que me sienta como un pollo sin cabeza, corriendo sin sentido hasta la extenuación sin llegar a ninguna parte.
Muchas gracias de nuevo.
Pues teniendo en cuenta que ma´s que un trastorno puntual como podría ser una fobia social, tus miedos son tus viejos compañeros de viaje, algo que siempre ha estado ahí pero que de vez en cuando te tortura más que en otras ocasiones, por lo cual sólo se me ocurre que podrías en lugar de luchar contra el con tanta fuerza en una búsqueda inútil del control (tu obsesión en el fondo es no perderlo), hacerlo tu aliado permitiéndote de vez en cuando que te visite, como cuando tienes a un vecino o familiar pesado de cojones y no tienes más remedio que atenderlo y estar atendiéndole, y para ello cuando comiences a sentirlo darle una entidad, como si tuviese una existencia real, y hablarle cariñosamente (ya has luchado contra el ¿y para qué?) Diciéndole cosas como "ya estás ahí, eh pesadito, haber cuanto te quedas esta vez...?, y dejar que te acompañe hasta que se vaya, puesto que no dura eternamente. me refiero a no luchar contra la adversidad cuando no puedes vencerla, sino hacerla compañera de viaje y ver lo que hay de bueno en ella, de reconocer el miedo y aceptarlo como parte de la vida y adaptarlo a la misma perdonándote el ser humano.
Si no te sirve te recomiendo una terapia familiar sistémica breve, que en unas pocas sesiones quizá pueda ayudarte a ayudarte a ti mismo.
En cuanto a tu dependencia de los demás y de sus opiniones, yo me preguntaría si cuando fuese a morir he hecho lo que yo he querido o he vivido pendiente de lo que dirán o pensarán mis allegados, puesto que que yo sepa sólo tu puedes vivir tu vida tal y como deseas y por lo que sé vida sólo hay una...

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