¿El pecado original?
Castigados por Comer una Fruta
¿Cuál fue el pecado que desencadenó toda la tragedia del ser humano? Según la Biblia, aparece en el capítulo 3 del Génesis una serpiente que seduce a Eva y la estimula a comer del fruto del árbol prohibido. Ella a su vez incita al hombre y ambos desobedecen, comiendo de ese fruto y son castigados por Dios.
¿Qué significa este relato? ¿Todo el drama del hombre se reduce a comer de un fruto prohibido, incitado por una serpiente parlante? Por supuesto que no. El quid de la cuestión está en determinar quién o qué se esconde tras esta serpiente.
El libro del Génesis nos dice que se trata de uno más de los animales que Dios ha creado. Pero luego resulta que habla. Ya no se trata de un animal real. Además, es designado como un ser muy inteligente en relación con el hombre. Entonces, comienza a pensarse que es un animal real, pero que está “poseído” por el Diablo. Pero si sólo es un instrumento del Diablo, ¿por qué Dios luego castiga a la serpiente y no al Diablo?
De todo ello surge lo que resulta ser la respuesta tradicional al problema: la serpiente no es un animal real, sino una figura del Diablo, que fue el verdadero y decisivo incitador del pecado del hombre. Pero hay un reparo. Ni en el Génesis, ni en ninguno de los otros cuatro libros iniciales de la Biblia que conforman con él el pentateuco, se nombra jamás al Diablo. Ni siquiera en los libros históricos, ni proféticos. Por lo tanto, el yahvista, ( seguidor de Yahvé), desconocía la figura del Diablo cuando escribió su relato.
Algunos entonces piensan que la serpiente no es ni un animal real, ni el Diablo, sino un símbolo de los malos deseos y de los placeres sensibles, por lo cual el Pecado Original habría sido, según ellos, una transgresión de tipo sexual. Por ello el detalle de que Adán y Eva andaban desnudos. Pero el libro del Génesis desbarata esa posibilidad, ya que el mismo Dios aparece bendiciendo el matrimonio y la fecundidad en el mismo, (Gén 1, 28).
A su vez aparece la “manzana”, con que se ha caracterizado el fruto prohibido. La manzana surge de la traducción latina de la Biblia, donde se habla del fruto del mal (en latín, malum) que se asemeja a manzana (en latín, malus). Nuestras Biblias actuales, en español, hablan sólo del fruto prohibido. Tanto la serpiente como el fruto prohibido son símbolos, que deberemos desentrañar.
La Clave está en la Serpiente
El punto de partida de los exégetas es que la serpiente representa en el relato una realidad conocida al momento de escribir el yahvista, ya que de lo contrario, sus primeros lectores no hubieran entendido el mensaje. Los estudiosos han determinado que la serpiente era el símbolo de la religión cananea, que los israelitas encontraron al llegar a la Tierra Prometida.
En efecto, para los cananeos y otros numerosos pueblos antiguos, la serpiente representaba un triple símbolo: la inmortalidad, pues su continuo cambio de piel era visto como un perpetuo rejuvenecimiento; la fecundidad, pues se arrastraba constantemente sobre la tierra, que para los orientales era la diosa Madre, fecunda y dadora de vida; y la sabiduría, que intuían en su mirada penetrante y sus ojos sin párpados, que la convertía en prototipo de las ciencias ocultas.
Desde el año 1800 a.C., con Abraham, el pueblo de Israel fue nómada, trashumante, trasladándose de un sitio a otro en busca de mejores pastos para sus ganados. El Dios de Israel acompañaba a ese pueblo en movimiento, lo protegía, le guiaba hacia las fuentes de agua, le ayudaba a proporcionarse alimento, le aliviaba de las plagas, velaba por el orden y la justicia en el campamento, etc. El Dios de Israel era entonces un “experto” en trashumancia, imprescindible en la guía de su pueblo.
Cuando hacia el 1200 a.C., el pueblo de Israel llega a la tierra prometida, a Canaán, se encuentran con un pueblo más próspero y avanzado que ellos. Para empezar, llevaban siglos siendo sedentarios, y su base era la agricultura, que conocían muy bien, además de la cría de animales. El dios de los cananeos era Baal, y básicamente les proporcionaba las lluvias, la fertilidad y las cosechas. Baal tenía una compañera, Asherá, que era a su vez diosa de la fecundidad y del amor. Las creencias cananeas eran que Baal y Asherá mantenían permanentes relaciones que a ellos les permitían asegurar la fecundidad de las tierras, de los rebaños, y de las mismas personas.
Un Ritual Placentero
Las fiestas cananeas estaban relacionadas con las cosechas, y rendían culto a sus dioses mediante la prostitución sagrada, es decir los varones mantenían relaciones con prostitutas sagradas, para reproducir en la Tierra la unión sexual de Baal y Asherá.
Es posible que en un principio, los israelitas hubieran seguido fieles a su Dios Yahvé, pero con el tiempo, la “serpiente” fue haciendo mella en ellos. Comenzaron a preguntarse si su Dios trashumante entendería de agricultura, fertilidad y cosechas. Al cabo de un tiempo, pensaban seriamente si Baal y su Esposa no serían mejor opción que Yahvé.
La tentación era enorme, ya que la exigencia de la religión cananea era puramente ritual, y además admitía la proliferación de adivinos y hechiceros, que despertaban gran atracción para los israelitas. Ellos, por su parte, herederos de la religión de Moisés, tenían que cumplir leyes que ostentaban una exigencia moral, un compromiso personal, la práctica de la justicia, el respeto, etc., es decir, se trataba de una religión más rigurosa y exigente.
No tardaron entonces los israelitas en mantener las formas, honrando a Yahvé, pero practicando los rituales sagrados cananeos, que además les resultaban de lo más placenteros.
Por entonces, nuestro autor bíblico (el yahvista), observando cómo su pueblo se desviaba de su camino, escribe esta ingeniosa página (Génesis 3) para abrir los ojos de su gente que, arrastrada por la “serpiente”, se refugiaba en ritos externos y hechicería dejando de lado la Ley de Dios.
La Manzana, para Conocer el Futuro
¿Y qué representa a todo esto el fruto prohibido? El árbol prohibido es llamado “del bien y del mal”, pues en hebreo, hablar del bien y del mal es hablar de todo lo que existe, de todas las cosas. Una de las prácticas más extendidas entre los cananeos era consultar a los adivinos y hechiceros para conocer lo que les deparaba el futuro. Para todo buen israelita, esto era inaudito, ya que el futuro estaba totalmente en las manos de Dios. Por ello, para el yahvista, el pecado de su pueblo consistía en dejarse seducir por una religión cómoda, extravagante y sin exigencias, y pretender conseguir el conocimiento total, que para el yahvista, era sólo propiedad de Dios.
El autor del Génesis quiso referirse a los males que en su sociedad, estaba causando la seducción de la religión cananea, representada por la serpiente. No tenía en mente hablar del origen del hombre en el mundo, ni tampoco la idea de culpar a una pareja de todos los males que nos aquejan. Sólo pretendía decir a sus lectores que el dejarse seducir por la religión cananea está en el origen, en la raíz de todos los males sociales, y advertirles del “paraíso” que se estaban perdiendo, por querer vivir en una religión de ritos que en nada comprometen a las personas con los demás.
Con el transcurso de los siglos, la religión cananea desapareció. Así, la serpiente perdió su primitivo sentido, y fue adquiriendo otras connotaciones, hasta convertirse, para la mentalidad judía, en un símbolo del mal, del pecado, del adversario divino. Cuando en el exilio en Babilonia, los israelitas conocieron la figura del Diablo (Satanás), lo identificaron con su antiguo símbolo del mal, la serpiente del Paraíso. Y nueve siglos después de escribirse el Génesis, por primera vez, en el Libro de la Sabiduría, se dice sin rubor: “Por envidia del Diablo entró la muerte en el mundo” (Sab, 2, 24). De allí en más, pasó a ser esta la interpretación de la serpiente del Paraíso, tal como lo esgrime el libro del Apocalipsis, cuando habla del Dragón (o sea, el poder político enemigo de Dios), y dice que es el Diablo y la Serpiente (Ap 12, 9; 20, 2). Allí pone en igualdad ambos símbolos, tal que en adelante, todo enemigo de Dios será el Diablo y la Serpiente.