Efectivamente tú tienes que cuidarte con amor del bueno, buscando para ti el poder vivir las virtudes lo más que puedas, y estar lo más cerca de Dios que puedas; porque por supuesto no es cuidarse el amarse con amor del malo, pensando en satisfacer los intereses vanos o desordenados. Y en este sentido cuando haces algo realmente por el bien de verdad de los demás, y esto te obliga a sobreponerte a tus intereses vanos o desordenados, resulta que te haces bien a ti misma, al tiempo que haces el bien a los demás. Por supuesto que no sería actuar bien el dedicarse a complacer vanamente los intereses vanos o desordenados de los demás, en lo cual podrían estar muy implicados los intereses vanos o desordenados propios.
En la oración puedes ver lo que se te puede presentar y cual es la Voluntad de Dios con respecto a tu respuesta. Extrema por supuesto la prudencia, que es una virtud que tiene que estar por supuesto dirigida por la caridad.
Ante una conducta mala de los demás responde siempre correctamente por fuera, y con auténtica buena intención por dentro. No corras riesgos innecesarios. Con la auténtica buena intención sabrás mejor lo que tienes que hacer en cada momento.
Con respecto a lo que dices en el último párrafo, no se trata de hacer lo que te gusta meramente, sino que te recomiendo hacer el bien. Si vas actuando bien, irás teniendo seguridad, sabiendo que haces la Voluntad de Dios, y no tendrás un miedo irracional al futuro. Esto no es incompatible con una razonable previsión por supuesto. Cuanto más recta intención se tiene, menos se quieren controlar los resultados más allá de lo razonable y conveniente, a diferencia de lo que más fácilmente podría ocurrir cuando en definitiva, y como prioritario, se persiguen los intereses particulares de uno meramente. Lee en el Evangelio según San Mateo el capítulo 6, versículos 24 y cercanos.