¿De dónde venimos? Esta respuesta te daría la clave para entender las cuestiones que planetas. Estoy de acuerdo en tal como empieza la respuesta anterior, acerca de las diferencias. Parece que sabemos ver dónde está el fallo pero cuando idealizamos la solución perdemos la perspectiva, lo cual indica que no hemos entendido el problema.
El problema es el domino
Lo que llevamos de historia debería ser suficiente para ver lo que mueve al ser humano.
"no hay caminos para la paz, la paz es el camino"
Con el poder ocurre lo mismo. No hay poder ni forma de control capaz de darnos lo que pedimos. La única forma de que fuera posible sería por la ausencia de control. Lo que hace pensar en que realmente se pide lo que no se quiere. Sin embargo, no estamos preparados para esa opción, pero no dejamos de protestar. Es el comportamiento típico incoherente cuántico humano.
Recordemos que no es por falta de sabiduría que el mundo sigue en guerra. No es por falta de pan o medicinas que el mundo sigue muriendo de hambre y de enfermedades. No es por falta de tecnología alternativa que nos estamos cargando el planeta y a nosotros mismos.
Pretendemos que alguien más inteligente y más honrado construya un sistema que nos solucione la vida, que lo haga por un módico precio y que pase por encima de todos aquellos que pretenden sostener la desigualdad. A mi me parece que tal pretensión es de necio, pero ese es el sentido del voto para mucha gente porque creen de verdad que los políticos están para eso. El ciudadano medio entiende que los impuestos son la nómina con la que paga a los políticos para que cumplan con esa obligación, que es la de que a él, no le falte de nada y tenga la vida solucionada. Habida cuenta de esta expectativa, los políticos no hacen sino colmarla, ¿Qué van a hacer sino? ¿Decirte qué eres un borrego? ¿Cambiaría eso en algo la realidad? No. Da igual que se digan estas cosas porque el mensaje se entiende pero no cala. Cae fuera del alcance de lo posible, así que no hay que preocuparse.
- Nos gusta sentirnos tan grandes como el que más y ser tan nuestros como nadie, y pensamos que votar nos da un sitio en la mesa donde se están jugando el país. En el poker, está la banca, los jugadores profesionales y los pardillos. En el casino de la vida, se entra por una puerta u otra según las cartas con las que hayas nacido. A todo el mundo le gusta ganar. Puedes jugar a la ruleta un fin de semana pero eso no te convierte en jugador. No hay que olvidar que mientras uno hace sus pinitos, los que llevan toda la vida controlando el negocio, solo están pendientes de una cosa, evitar que se les desmonte. Si eres hábil y tienes valor, quizá puedas hacer una jugada maestra, en ese caso cobra y retírate. También puedes dedicarte a ligar con la mujer del encargado, lo cual no está exento de riesgo, aun así, es más fácil que prosperes por estos caminos, a que cambies las reglas del juego a tu favor. No trates de robar la recaudación, porque también en el arte de robar, hay otros que han nacido antes que tú y te pillaran. Pero lo que nunca, nunca, nunca, debes hacer en medio de un casino, es ponerte a predicar contra el juego! Y menos si llevas fichas en el bolsillo! Para terminar, recuerda que siempre es recomendable contar con las simpatías del público.
Es de necio, esperar que alguien más capacitado que tú se ponga a tu servicio sacrificando su vida. Cuidado! No es que no sea lo correcto, que lo es, lo que digo es que no hay que esperarlo, ya que pretenderlo impide que se haga posible. Me explico. Nadie hace nada por otra persona cuando esa otra persona te trata como si hubieras nacido para servirla. A esas personas no se les hace caso, pues uno no es esclavo de nadie. Otra cosa es que alguien necesite ayuda y uno se brinde a prestársela porque puede, sin ánimo de cobrarle nada a cambio. Eso es humanidad. Lo que vengo a decir, es que los primeros culpables de que haya chupa sangres son las propias víctimas, que si pudieran se la chuparían a los demás. Con este panorama ¿No es lo más lógico que cada cual se apañe como mejor pueda?
Ahora viene lo peor. La buena voluntad es la clave del asunto pero también se paga cara. El menos favorecido exige al más favorecido que actúe en su beneficio y cuando lo hace, le escupe en la cara, ¿por qué? Por que como he dicho antes, a nadie le gusta hacerse de menos y cuando se obtiene un beneficio, se cree tener derecho a él y se olvida cómo se ha obtenido. ¿Dónde está la justa medida entonces? La justa medida está en recibir lo que nos merecemos y si esto es lo que tenemos es porque nos lo merecemos. El trabajo es de todos, no de unos cuantos. De entre lo que hacemos todos, surge un equilibrio, eso es lo que corresponde y no hay más.
Empeñarse en discutir sobre quién es mejor para depender de él, es por lógica, un acto absurdo, aunque sea inevitable. Por eso el sistema se sustenta solo, porque los de abajo ambicionan estar arriba, lo cual justifica plenamente que los de arriba quieran mantenerse. ¿Quién tiene la culpa? Nadie, la naturaleza de las cosas es ir a más, la naturaleza no renuncia a nada, la inhibición no es un mecanismo que funcione. El único modo de revertir la situación, sería dejar de querer estar arriba, para lo cual, bastaría con dejar de hacer las cosas que hacemos para estar arriba, para lo cual, eso que ahora supone inhibición debería dejar de entenderse como una inhibición, lo cual indicaría, que se ha producido el ascenso de los valores. No se trata de renunciar a nada, se trata de alterar lo que es primordial, una vez hecho, aspirar a lo primordial es lo que se desea naturalmente, pero hay que entender el motivo para desear ese cambio de valores o no se producirá, es decir, no se trata de fingir, se trata de hacerlo real. Cuando decía "arriba" no me refería a las altas esferas, sino al prójimo. Para que el mundo deje de girar como lo hace, se tienen que ralentizar e invertir los valores, pero eso no ocurrirá, al menos a corto plazo. Estamos en una escalada de agresividad porque todo esto se percibe claramente pero no se entiende la solución.
Nota final
No hay que querer cambiar el mundo. Bastante trabajo es, gobernarse a uno mismo. La labor colectiva viene por cada individuo. No vale exigir a los demás. Lo único que vale es el ejemplo. No hay que venderse a cambio de poder subsistir. Hay que ser consecuente con lo que uno es, más que con la etiqueta que ostenta en el sistema. Hay un rincón del mundo que sí puedes cambiar, tú mismo.