Te recomiendo a un filósofo español ya fallecido, Gustavo Bueno, quien tenía ideas claras al respecto, aunque cuando las explicaba en público resultaban algo chocantes para el público en general. La pena de muerte él la denominaba la eutanasia procesal, que es cuando un individuo, consciente de haber cometido un acto por el que merece la muerte no es capaz de otorgársela él mismo con el suicidio, y por eso necesita la asistencia del estado. Es una concepción del ser humano basada en la convicción de que todo ser posee moral y ésta le dice cuándo ha obrado bien y cuando no y que esos valores son inalienables y no dependen de una moda o concepción social sino que tienen valores absolutos. La dificultad para aplicar la pena tanto si se llama de un modo como de otro, reside en que eso que llamamos conciencia, no se ve y depende de cada uno, así que solo un individuo es capaz de saber si merece o no morir. Quizá la muerte no sea la solución ni el castigo pertinente. Quizá el auténtico castigo sea permanecer en este mundo y apechugar con lo que venga. Quizá la muerte, sea solo la huida para los cobardes. Quizá nadie tenga el derecho a quitarle la vida a nadie ni siquiera a sí mismo, ya que como paradoja de nuestra existencia resulta que nosotros, no nos hemos creado a nosotros mismos, luego nuestra existencia, es algo de lo que en realidad, no podemos disponer, aunque haya una forma de pensar que crea que sí, que por encima de él no hay nada y que todo cuanto existe incluso él mismo se debe a la casualidad.
Hablando de probabilidades una cita que viene a propósito, la probabilidad de que toda la existencia sea casual, es la misma que un huracán se lleve volando una chatarrería y cuando caiga en el suelo quede un 747 completamente acabado.
Si quieres mi opinión personal, diría que en esta vida ya hay suficientes penas como para poner una más. Lo que hay que hacer en aquellos casos en que la libertad de uno atenta contra los demás, es encerrarle. Ahora bien esto nos llevaría a tener que hablar de las prisiones. A mi entender, las prisiones son un mundo paralelo una sociedad paralela a esta donde la única diferencia es que no sales de un recinto pero donde el mundo es tanto o más salvaje que el de afuera. A mi entender, las prisiones deberían ser monasterios, lugares donde la reclusión fuera total y el peligro nulo. Donde no existiera como existe, una conexión invisible que hace que dentro de las cárceles se viva como en un pequeño feudo reflejo de cómo se viviría fuera, donde la ley natural no se anula, sino que se pone a prueba. A mi entender, una sociedad moral y una ley moral, eliminarían las prisiones tal y como son en la actualidad y la reclusión se justificaría porque el sistema que garantizaría la sociedad sería en verdad mejor que la alternativa de delinquir ya que de no ser así, se incurre en falacia de juzgar a quien no se tiene derecho de juzgar más que por convenio o interés pero no por que haya moral verdadera.