Sin duda este es un hecho totalmente subjetivo. Seguramente, una persona de derechas no le parecerá tan buena persona otra de izquierdas y viceversa.
No obstante, entre personas que no se identifican en ningún lado del espectro político puede que sí haya una mayoría que considere las personas de izquierdas como "las buenas" y las de derechas como "las malas", como comentas (pero tampoco puede asegurarse ese hecho, ya que se necesitaría un estudio estadístico para confirmarlo; podría ser una falsa percepción de tus experiencias). Pero vamos a responder la pregunta.
En política, el eje izquierda-derecha surgió con la Revolución francesa (1789). Durante ese periodo, se formó una Asamblea Nacional por parte de los "representantes del pueblo" (por decirlo de manera simplista), que discutían cómo afrontar cuestiones que sucedían en aquel momento. En la Asamblea Nacional no estaban representados ni el clero ni la monarquía, dos de los estamentos del antiguo régimen; tan solo el pueblo (ese fue el principal cambio de la Revolución francesa), por lo que podría considerarse como el gérmen de las asambleas y parlamentos en las actuales democracias occidentales.
Según Wikipedia, en la sesión que se debatió sobre qué poder podía tener el rey sobre la asamblea en la futura constitución, los partidarios de darle poder al rey se sentaron a la derecha y los contrarios a darle poder a la izquierda. Así se forjó el eje izquierda-derecha, donde la izquierda siempre se ha relacionado con el progresismo, la rebeldía a una autoridad, la justicia e igualdad sociales, etcétera; mientras la derecha se ha relacionado con el conservadurismo, la defensa de un cierto orden jerárquico y de una autoridad o statu quo.
Siguiendo en un terreno más teórico, dentro del liberalismo (que es la ideología imperante de la época) nos encontramos corrientes más o menos partidarias de la intervención del Estado en la economía: las más progresistas defendían cierta redistribución de la riqueza, especialmente para los casos más graves de desigualdades sociales; mientras que los más “conservadores” (no sé si sería la etiqueta adecuada) creían completamente en el carácter (auto)regulador del mercado y no justificaban la intervención estatal en la economía en ningún caso.
Después del cambio del antiguo régimen al capitalismo, se evidenciaron las desigualdades entre clases sociales y surgieron teorías como el marxismo y movimientos como el obrerismo. Estas corrientes se caracterizaban por romper con la lógica individualista del liberalismo, y adoptaban una actitud más colectivista para luchar y conseguir sus derechos. Muchas corrientes que han bebido de esas doctrinas defienden un Estado con un sector público fuerte y, por lo tanto, un buen sistema de redistribución de la riqueza para tener “igualdad de oportunidades” y que todas las personas puedan escalar socialmente en las mismas condiciones.
Estas ideas siguen muy vigentes hoy en día, y, en términos muy generales, la derecha política ha ido adoptando un punto de vista más liberal (especialmente en lo económico), y la izquierda política ha ido adoptando un punto de vista más colectivista.
A mi parecer, en el caso que sea cierto lo que dices, que habitualmente se vincule a la gente de izquierdas como buena y la de derechas como mala, tiene que ver con esta diferencia de perspectiva del mundo: el individualismo de la derecha se relaciona con egoísmo, cuando en realidad hace referencia a una visión filosófica (que el individuo es el centro de la sociedad); mientras que el carácter colectivista de la izquierda lo relacionan con el altruismo, cuando no es más que otro tipo de filosofía política (básicamente, otorga más importancia a los colectivos que al individuo).
Como ves, se trata de corrientes filosóficas, nada más. Pero muchas personas las confunde con dichas formas de actuar, seguramente influenciadas por prejuicios o estereotipos que, cabe decir, no dejan de basarse en una tendencia real (por ejemplo, es más probable que un gran empresario sea más liberal que un pequeño agricultor asociado a una cooperativa); pero defender una corriente u otra no debería hacerte egoísta o altruista, al menos en principio.