Para que se pueda transmitir el VIH, se tienen que dar tres circunstancias de forma simultánea: 1. Persona con VIH y con carga viral detectable. 2. Cantidad perceptible y evidente de fluido infeccioso reciente. 3. Puerta de entrada: mucosas (relaciones sexuales) o herida abierta y profunda (compartir jeringuillas).
Las prácticas de riesgo para el VIH son, las penetraciones anales y vaginales y el sexo oral activo, cuando se hacen sin preservativo o con rotura o mal uso del mismo, así como compartir material de inyección con personas que tengan VIH.
Cuando se usan de forma correcta, los preservativos ofrecen una protección total frente a la transmisión del VIH y muchas ITS. El empleo correcto supone también utilizar un lubricante adecuado, en caso necesario, para evitar desgarros y comprobar que el condón está bien colocado. Cuando los científicos informan de que los preservativos solo tienen una eficacia del 85 al 95%, se debe a que las personas que utilizan condones no lo hacen en todas las ocasiones o que lo utilizan mal. Aunque no ha usado un lubricante adecuado el preservativo no se ha roto ya que la rotura del preservativo, si bien puede pasar desapercibida durante la relación, es, sin embargo, muy evidente, al término de ésta, cuando se procede a retirar el preservativo. Para que exista riesgo la rotura debe dejar al descubierto el glande y el semen se sale del preservativo.