Las provisiones para la pérdida de valor de las acciones a largo plazo pueden ser una práctica prudente desde el punto de vista de la gestión financiera. Esto puede ayudar a las empresas a prepararse para posibles disminuciones en el valor de sus inversiones a largo plazo.
Desde el punto de vista de la presentación de los estados financieros, las normas contables varían dependiendo de la jurisdicción. En algunas normas, como las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), se permite el reconocimiento de una disminución en el valor de las inversiones financieras a través de una provisión. Esto se conoce como el modelo de deterioro.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la creación de estas provisiones debe estar basada en evidencia objetiva de una pérdida de valor. Esto puede incluir indicadores como dificultades financieras significativas del emisor, incumplimiento de pagos contractuales, o cambios adversos en el entorno tecnológico, de mercado, económico o legal que tengan un efecto negativo en el emisor.
Además, la creación de provisiones puede tener un impacto en el resultado neto de la empresa y, por lo tanto, puede afectar la percepción de los inversores y otras partes interesadas. Por lo tanto, las empresas deben considerar cuidadosamente las implicaciones de estas provisiones antes de implementarlas.