Necesito saber la diferencia entre la crisis europea de 1873 y la norteamericana de 1929
Necesito saber la diferencia entre la crisis europea de 1873 y la norteamericana de 1929. Gracias.
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Respuesta de doctoryes
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doctoryes, profesor y licenciado en historia y geografia licenciado en...
Con la crisis de los años en Europa, los bancos desarrollan una capacidad de exportar masivamente capital, sobre todo hacia los límites de Europa-Rusia, el Imperio otomano. Endeudado excesivamente, este último debe ceder ante sus acreedores en 1881. La tutela que debe soportar entonces instituye «un control extranjero sobre los monopolios de la sal y el tabaco, el producto de los derechos de timbre fiscal, los derechos sobre los alcoholes y la pesca, el impuesto a la producción de seda bruta en ciertos distritos»9. Se trata de una verdadera canalización hacia el exterior de riquezas producidas en las economías tradicionales hasta entonces autónomas. Se encuentra allí la articulación del capitalismo a una economía que no lo es, pero quede ser ajustada estructuralmente a sus exigencias de acumulación. Es este período el que caracteriza a la fase propiamente imperialista del saqueo del Tercer Mundo, imperialismo definido como la capacidad del capital financiero (bancos e industrias) de exportar capital hacia la periferia con miras a extender la esfera de prosperidad capitalista y sobre todo a paliar ciertas bajas de rentabilidad registradas en el centro. Es sobre este punto que las tesis leninistas han envejecido indiscutiblemente10. Hoy, el imperialismo se definiría, más bien, como la exportación del rendimiento de producción capitalista más allá de sus fronteras de origen. A partir de los años 1880, el capitalismo considera la posibilidad de fagocitar (para transformarlos a su imagen y semejanza) los modos de producción diferentes de los que se había alimentado hasta entonces. La "gran depresión" económica que se generalizaría a partir de 1929 destruiría "el espíritu de Locarno" y propiciaría que la inseguridad, la violencia y la tensión volvieran a caracterizar las relaciones internacionales. Lo que en 1928 era impensable, la posibilidad de una nueva guerra mundial -como mostraba que un total de 62 Estados ratificasen el pacto Briand-Kellogg-, resultaría casi inevitable en unos pocos años. La crisis económica mundial fue precipitada por la crisis de la economía norteamericana, que comenzó en 1928 con la caída de los precios agrícolas y estalló cuando el 29 de octubre de 1929 se hundió la Bolsa de Nueva York. Ese día bajaron rápidamente los índices de cotización de numerosos valores -al derrumbarse las esperanzas de los inversores, después que la producción y los precios de numerosos productos cayeran por espacio de tres meses consecutivos- y se vendieron precipitadamente unos 16 millones de acciones. Las causas últimas de la crisis norteamericana fueron, de una parte, la contracción de la demanda y del consumo personal, los excesos de producción y pérdidas consiguientes (por ejemplo, en el sector automovilístico y en la construcción) y la caída de inversiones, propiciada por la caída de precios; y de otra, la reducción en la oferta monetaria y la política de altos tipos de interés llevadas a cabo por el Banco de la Reserva Federal desde 1928 para combatir la especulación bursátil. En cualquier caso, el producto interior bruto norteamericano cayó en un 30 por 100 entre 1929 y 1933; la inversión privada, en un 90 por 100; la producción industrial, en un 50 por 100; los precios agrarios, en un 60 por 100, y la renta media en un 36 por 100. Unos 9.000 bancos -con reservas estimadas en más de 7.000 millones de dólares- cerraron en esos mismos años. El paro, que en 1929 afectaba sólo al 3,2 por 100 de la población activa, se elevó hasta alcanzar en 1933 al 25 por 100 de la masa de trabajadores, esto es, a unos 14 millones de personas. Como consecuencia, Estados Unidos redujo drásticamente las importaciones de productos primarios (sobre todo, de productos agrarios y minerales procedentes de Chile, Bolivia, Cuba, Canadá, Brasil, Argentina y la India), procedió a repatriar los préstamos de capital a corto plazo hechos a países europeos y sobre todo a Alemania, y recortó sensiblemente el nivel de nuevas inversiones y créditos. La dependencia de la economía mundial respecto de la norteamericana era ya tan sustancial (sólo en Europa los préstamos norteamericanos entre 1924 y 1929 se elevaron a 2.957 millones de dólares); y las debilidades del sistema internacional eran tan graves (países excesivamente endeudados y con fuertes déficits comerciales, grandes presiones sobre las distintas monedas muchas de ellas sobrevaloradas tras el retorno al patrón-oro, numerosas economías dependientes de la exportación de sólo uno o dos productos) que el resultado de la reacción norteamericana fue catastrófico: provocó la mayor crisis de la economía mundial hasta entonces conocida.