Existen distintas teorías sobre el porqué de la utilización de la cifra romana IIII en vez de IV. En la parte izquierda de la esfera, a la altura del IIII se sitúa la cifra VIII, que normalmente se realiza mediante cuatro trazos gruesos y uno fino. La cifra VIII es por lo tanto la que más abulta en la esfera. La simetría de ésta queda descompensada si se utiliza el IV, que normalmente se realiza con dos trazos gruesos y uno fino. La cifra IIII se utilizaría por tanto por razones estéticas, de simetría de la esfera. Otro argumento apunta la conveniencia adicional de utilizar el IIII ya que de esta manera una esfera necesita 20 I, 4 V y 4 X, un número par de cada una. En el proceso de construcción de las cifras, los moldes utilizados producirían a cada lado de una varilla central 10 I, 2 V y 2 X, lo cual era sin duda conveniente para la simplificación del proceso de fabricación. Otra teoría explica que la razón por la cual no se utilizaría la cifra IV sería por respeto al dios romano Júpiter, que en latín empieza por IV (JU). Esto tendría su origen en los días lejanos de los relojes de Sol. Aunque es una teoría extraña, la verdad es que prácticamente ningún reloj de Sol construido antes del s.XIX tiene el IV, siempre el IIII. Hay que destacar que el IIII no solo se encuentra en las esferas de los relojes. Los estudiosos de las antiguas inscripciones romanas en diversos monumentos de mármol, etc, han constatado que la forma IIII se empleaba de manera usual. La utilización del IIII en las esferas de los relojes no sería más que una aplicación de esa forma común. En todo caso la utilización de la forma IIII ha continuado de manera predominante hasta nuestros días, en lo que respecta a los relojes con numeración romana, aunque se pueden citar ilustres excepciones a la regla, como el mundialmente famoso reloj de la Torre del Parlamento de Londres, que usa el IV.