Debo analizar este caso clínico
Desde las perspectivas psicoanalíticas, conductual, humanista y socio-cultural
A continuación te presentamos el caso clínico de Fernanda Sánchez, de 35 años de edad, es la hija menor de una familia de seis hijos, tres de ellos muertos en los primeros dos años de vida debido a la condición que ella llama "muerte de cuna" (muerte súbita). La familia es oriunda de la ciudad de Guanajuato. El hijo mayor, llamado Fernando como el padre, tiene actualmente 42 años, es técnico en dibujo industrial, aunque no ejerce su profesión. Ha pasado por una variedad de trabajos y actualmente es agente de seguros de vida. Vive solo después de un divorcio, una unión libre y la posterior separación. La segunda se llamó Fernanda, también en honor al padre, pero murió a los tres meses. La tercera de nombre Amelia, en honor de la abuela materna, también murió a los 18 meses. El cuarto, de nombre Federico, por el abuelo paterno, actualmente tiene 38 años y se crió en casa de los tíos paternos que vivían en Tabasco. Se casó con una mujer zacatecana y vive en Fresnillo, trabajando como maestro de Matemáticas. Tiene dos hijos. La quinta hija, de nombre Federica, en honor al abuelo paterno, murió a los 22 meses de edad.
El desarrollo motor de Fernanda parece haber estado dentro de límites considerados normales. El único dato que sale de la norma es que controló esfínteres en el día a los cinco años y por la noche hasta los diez. La madre la castigaba físicamente por ello, y con los años, los castigos fueron creciendo en intensidad. Federica recuerda que ese era el único tema de plática entre su madre y ella, además de las instrucciones para la limpieza de la casa. El padre, cuando se daba cuenta de los incidentes, la golpeaba con un cinturón.
El desarrollo de lenguaje, según testimonio de la madre y de una tía materna, fue muy acelerado: dijo sus primeras palabras a los ocho meses, frases a los 15 meses y hablaba de forma totalmente comprensible a los dos años. Aprendió a leer sola (con ayuda de unos dados con letras y un poco de orientación que le dio la tía materna que era su vecina y la cuidaba en ocasiones). Para cuando entró a la escuela (sin preescolar, entró directamente a primaria), sabía leer, escribir, sumar y restar. Debido a estas características, la tía, que era maestra retirada, le tomó particular afecto y se encargó de proveerla de libros a lo largo de su infancia y adolescencia. Fernanda señala que la enseñó a pensar porque nunca le daba respuesta a sus dudas, sino que le acercaba datos para que ella sola sacara las conclusiones. También fue ella quien financió sus estudios universitarios. Fernanda la recuerda "como a una verdadera madre".
Nunca se ha evaluado su inteligencia, pero ha sido una estudiante brillante que ha recibido becas a lo largo de sus estudios. En la universidad, tuvo el apoyo de su tía para gastos de libros y trabajos, y un apoyo estatal por su alto desempeño académico. El dinero de sus becas se ha integrado siempre al gasto familiar administrado por la madre.
Fernanda describe a su padre como un hombre autoritario, poco presente en casa (trabajaba en Ferrocarriles, por lo que viajaba constantemente), con algunas tendencias alcohólicas y violento hacia la madre. Hace cinco años abandonó a la familia y sólo saben de él ocasionalmente por llamadas o visitas esporádicas. No aporta desde entonces dinero, y la familia se ha enterado que tiene dos hijos con otra mujer en Aguas calientes. La madre nunca trabajó pero supo administrar adecuadamente los ingresos provenientes del padre. Según dicen las tías maternas, sufrió mucho la pérdida de los tres hijos y se culpó por ellas durante años. Para cuando nació Fernanda, dicen, su madre parecía una mujer 15 años mayor a su edad.
La madre hasta la fecha ha ejercido un gran control sobre sus hijos, en particular, sobre Fernanda. Aunque nunca se ha dicho, al parecer todos asumen que ella debe cuidar de su madre hasta que muera.
Casi no tiene contacto con sus hermanos. En cuanto a su vida afectiva, tiene una amiga de la universidad pero tiene poco tiempo para verla o platicar con ella (actualmente trabaja de forma exitosa en la Universidad de Guanajuato para sostener la casa y dedica su tiempo libre a las labores domésticas y a acompañar a su madre en sus actividades religiosas a diario). Durante la preparatoria y en la universidad tuvo un novio, a escondidas de su casa. Mantuvo relaciones sexuales con él por dos años y medio. El novio era hijo de un ranchero, algo impositivo y con ideas tradicionales sobre el rol conservador de una esposa. Cuando quiso formalizar la relación, después de cuatro años de noviazgo, ella rompió con él "porque no estaba segura de querer casarse a esa edad". Después salió con algunos hombres pero no se llegó a establecer un noviazgo formal. Desde hace cinco años no ha tenido ningún tipo de relación.
Hasta los 30 años tuvo una complexión regular, pero a partir del abandono del padre, se ha sobrealimentado por lo que actualmente tiene un sobrepeso de 25 kilos. Su apariencia es siempre pulcra, se baña dos veces al día. Ha desarrollado un problema de resequedad en las manos debido a que las lava constantemente. También tiene un problema de encías debido a un exceso de cepillado dental. No usa maquillaje y arregla su cabello siempre en una cola de caballo. Su arreglo es sencillo y tiende a usar vestidos mexicanos amplios, aretes discretos, huaraches y morrales de tela.
Con frecuencia sueña que es pobre y no tiene techo ni comida, y que se encuentra a niños que resultan ser sus hermanos muertos. Otro sueño recurrente es que en su habitación camina sobre materias fecales.
El motivo de consulta es que desea tener más control de su vida. Siente que no es feliz y que sólo en su trabajo se siente tranquila. A diario piensa que algo terrible sucederá: accidentes, cataclismos, enfermedades que afectan a su madre o a ella misma. Cada vez tarda más en llevar a cabo tareas sencillas como arreglarse o limpiar la casa, debido a que ha establecido rituales que siente que debe cumplir para prevenir que sucedan acontecimientos adversos. Por ejemplo, al lavarse las manos, las moja, da una primera lavada con la barra de jabón, se enjuaga durante un minuto aproximadamente. Después usa otro jabón líquido y finalmente se enjuaga con alcohol. Estas conductas empiezan a interferir con su trabajo: en el pasado mes ha llegado tarde dos veces a dar clase, empañando por primera vez su expediente laboral.
A continuación te presentamos el caso clínico de Fernanda Sánchez, de 35 años de edad, es la hija menor de una familia de seis hijos, tres de ellos muertos en los primeros dos años de vida debido a la condición que ella llama "muerte de cuna" (muerte súbita). La familia es oriunda de la ciudad de Guanajuato. El hijo mayor, llamado Fernando como el padre, tiene actualmente 42 años, es técnico en dibujo industrial, aunque no ejerce su profesión. Ha pasado por una variedad de trabajos y actualmente es agente de seguros de vida. Vive solo después de un divorcio, una unión libre y la posterior separación. La segunda se llamó Fernanda, también en honor al padre, pero murió a los tres meses. La tercera de nombre Amelia, en honor de la abuela materna, también murió a los 18 meses. El cuarto, de nombre Federico, por el abuelo paterno, actualmente tiene 38 años y se crió en casa de los tíos paternos que vivían en Tabasco. Se casó con una mujer zacatecana y vive en Fresnillo, trabajando como maestro de Matemáticas. Tiene dos hijos. La quinta hija, de nombre Federica, en honor al abuelo paterno, murió a los 22 meses de edad.
El desarrollo motor de Fernanda parece haber estado dentro de límites considerados normales. El único dato que sale de la norma es que controló esfínteres en el día a los cinco años y por la noche hasta los diez. La madre la castigaba físicamente por ello, y con los años, los castigos fueron creciendo en intensidad. Federica recuerda que ese era el único tema de plática entre su madre y ella, además de las instrucciones para la limpieza de la casa. El padre, cuando se daba cuenta de los incidentes, la golpeaba con un cinturón.
El desarrollo de lenguaje, según testimonio de la madre y de una tía materna, fue muy acelerado: dijo sus primeras palabras a los ocho meses, frases a los 15 meses y hablaba de forma totalmente comprensible a los dos años. Aprendió a leer sola (con ayuda de unos dados con letras y un poco de orientación que le dio la tía materna que era su vecina y la cuidaba en ocasiones). Para cuando entró a la escuela (sin preescolar, entró directamente a primaria), sabía leer, escribir, sumar y restar. Debido a estas características, la tía, que era maestra retirada, le tomó particular afecto y se encargó de proveerla de libros a lo largo de su infancia y adolescencia. Fernanda señala que la enseñó a pensar porque nunca le daba respuesta a sus dudas, sino que le acercaba datos para que ella sola sacara las conclusiones. También fue ella quien financió sus estudios universitarios. Fernanda la recuerda "como a una verdadera madre".
Nunca se ha evaluado su inteligencia, pero ha sido una estudiante brillante que ha recibido becas a lo largo de sus estudios. En la universidad, tuvo el apoyo de su tía para gastos de libros y trabajos, y un apoyo estatal por su alto desempeño académico. El dinero de sus becas se ha integrado siempre al gasto familiar administrado por la madre.
Fernanda describe a su padre como un hombre autoritario, poco presente en casa (trabajaba en Ferrocarriles, por lo que viajaba constantemente), con algunas tendencias alcohólicas y violento hacia la madre. Hace cinco años abandonó a la familia y sólo saben de él ocasionalmente por llamadas o visitas esporádicas. No aporta desde entonces dinero, y la familia se ha enterado que tiene dos hijos con otra mujer en Aguas calientes. La madre nunca trabajó pero supo administrar adecuadamente los ingresos provenientes del padre. Según dicen las tías maternas, sufrió mucho la pérdida de los tres hijos y se culpó por ellas durante años. Para cuando nació Fernanda, dicen, su madre parecía una mujer 15 años mayor a su edad.
La madre hasta la fecha ha ejercido un gran control sobre sus hijos, en particular, sobre Fernanda. Aunque nunca se ha dicho, al parecer todos asumen que ella debe cuidar de su madre hasta que muera.
Casi no tiene contacto con sus hermanos. En cuanto a su vida afectiva, tiene una amiga de la universidad pero tiene poco tiempo para verla o platicar con ella (actualmente trabaja de forma exitosa en la Universidad de Guanajuato para sostener la casa y dedica su tiempo libre a las labores domésticas y a acompañar a su madre en sus actividades religiosas a diario). Durante la preparatoria y en la universidad tuvo un novio, a escondidas de su casa. Mantuvo relaciones sexuales con él por dos años y medio. El novio era hijo de un ranchero, algo impositivo y con ideas tradicionales sobre el rol conservador de una esposa. Cuando quiso formalizar la relación, después de cuatro años de noviazgo, ella rompió con él "porque no estaba segura de querer casarse a esa edad". Después salió con algunos hombres pero no se llegó a establecer un noviazgo formal. Desde hace cinco años no ha tenido ningún tipo de relación.
Hasta los 30 años tuvo una complexión regular, pero a partir del abandono del padre, se ha sobrealimentado por lo que actualmente tiene un sobrepeso de 25 kilos. Su apariencia es siempre pulcra, se baña dos veces al día. Ha desarrollado un problema de resequedad en las manos debido a que las lava constantemente. También tiene un problema de encías debido a un exceso de cepillado dental. No usa maquillaje y arregla su cabello siempre en una cola de caballo. Su arreglo es sencillo y tiende a usar vestidos mexicanos amplios, aretes discretos, huaraches y morrales de tela.
Con frecuencia sueña que es pobre y no tiene techo ni comida, y que se encuentra a niños que resultan ser sus hermanos muertos. Otro sueño recurrente es que en su habitación camina sobre materias fecales.
El motivo de consulta es que desea tener más control de su vida. Siente que no es feliz y que sólo en su trabajo se siente tranquila. A diario piensa que algo terrible sucederá: accidentes, cataclismos, enfermedades que afectan a su madre o a ella misma. Cada vez tarda más en llevar a cabo tareas sencillas como arreglarse o limpiar la casa, debido a que ha establecido rituales que siente que debe cumplir para prevenir que sucedan acontecimientos adversos. Por ejemplo, al lavarse las manos, las moja, da una primera lavada con la barra de jabón, se enjuaga durante un minuto aproximadamente. Después usa otro jabón líquido y finalmente se enjuaga con alcohol. Estas conductas empiezan a interferir con su trabajo: en el pasado mes ha llegado tarde dos veces a dar clase, empañando por primera vez su expediente laboral.
Respuesta de albenda
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