Niño que no pasa la comida

Tengo un hijo de 3 años que recibe la comida pero no la pasa, es decir, la mantiene en la boca sin masticar ni pasar. Lo hemos llevado ya a medico general y pediatra y dicen que físicamente esta muy bien, que no tiene ningún problema. Me dijo el pediatra que no le de nada de comer en todo el día que no interesa si son las 5 o 6 de la tarde que el pediría la comida por puro instinto. Lamentablemente esta fórmula tampoco funciono hoy son las 7 de la noche, en todo el día solo ha comido un huevo y no quiere recibir nada más. Tiene la boca llena y no hay poder humano que lo haga pasarla. ¿Qué podemos hacer?

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Gusto de responderles:
En efecto, estamos frente a un caso de suma tensión para ustedes. Y aunque es sabido que ya han ido con su médico general y pediatra para saber de la situación, las cosas en casa siguen tensas.
Por lo visto, de ser en efecto que se ha descartado cualquier patología que el pequeñito esté presentado físicamente, y a su vez de manera reciente, es que el caso del pequeño consiste en quererles llamar la atención. Ponemos nuestra mejor voluntad para proporcionarle la alimentación que precisa, pero su respuesta no siempre es positiva y a veces llegamos a situaciones en las que es difícil mantener la calma. Coman o no coman, el conflicto parece inevitable y permanente. Pero ¿a qué se debe?, ¿Puede evitarse? Y, si es así, ¿Cómo hacerlo desaparecer...?
Alimentarse es una necesidad biológica. El niño ya nace con el instinto de succión adaptado a su primera forma de alimentación. Pero en el plano psicológico, el momento de la toma es el primer vínculo que se establece con la madre que le da el pecho o el biberón, y está sujeto a fluctuaciones que pueden dar lugar a momentos de crisis que pueden convertirse con facilidad en una fuente de angustia. Por ejemplo, es difícil no tomar como una cosa personal el rechazo del bebé a la leche que se le ofrece. Éste puede ser el primer desconcierto. Además, el niño descubre enseguida que si rechaza la comida o se vuelve testarudo, consigue llamar la atención de sus padres y recibe más cuidados. Con lo cual, si esta situación se repite, se irá volviendo caprichoso y exigente. Es como si les dijera: "Comeré, pero lo haré despacio y así estarán más conmigo" o "soy más terco que ustedes y no me obligarán a comer, al menos que me preparen lo que yo quiero o me pongan música o la TV".
Si es que el pequeñito está buscando algún tipo de capricho, ustedes deben pensar en no ceder siempre para satisfacerle sus caprichos. Procuren no entrar en su juego. Todos los cambios pueden repercutir en el terreno de las comidas. A veces se produce una crisis después del destete, no sólo por lo que ese momento supone psicológicamente para el pequeño, sino también porque a veces a nosotros mismos nos es difícil dar el paso y hay cosas que no tenemos en cuenta: Sigue siendo un bebé y queremos que coma más deprisa de lo que puede; puede que introduzcamos demasiado rápido alimentos distintos a los que ya está acostumbrado, el niño necesita un ambiente sosegado, sin demasiado ruido ni agitación en su entorno.
Otras situaciones también suponen un cambio importante en la vida del niño y, por lo tanto, pueden alterar o afectar a su alimentación. Por ejemplo, la entrada en EL JARDÍN INFANTIL, la llegada de un hermanito, la ausencia del padre o de la madre, las vacaciones o un cambio reciente de domicilio. Estas crisis pasajeras no tienen demasiada importancia y los problemas suelen desaparecer en cuanto el niño se habitúa a los cambios. Pero, casi con toda probabilidad, persistirán si ustedes se angustian ante la falta de apetito circunstancial y toman una actitud suplicante o autoritaria. Hay que respetar sus gustos y no obsesionarse con las cantidades, teniendo siempre en cuenta que no se puede obligar a un niño a comer lo que no quiere. Lo único que conseguirán en este caso es que eternicen sus comidas, que escupa o que vomite creándose un estado generalizado de nervios y de crispación. Sabemos que a veces es difícil, pero conviene que adopten siempre una actitud de calma y tranquilidad.
Lo que no hay que hacer
· No le fuercen a comer. No hay ningún alimento indispensable que no puedan sustituir por otro.
· No le presenten el mismo plato que rechazó el día anterior. Esperen unos días para que vaya olvidando lo que es un mal recuerdo para él.
· No le ofrezcan demasiadas comidas nuevas a la vez. Denle tiempo para que pueda acostumbrarse a los nuevos sabores.
· No aparenten prisa cuando le dan de comer, ni intenten que coma más rápido de lo que puede. Cada persona tiene un ritmo propio que hay que respetar.
· No lo amenacen ni lo castiguen a causa de la comida.
· No le digan que es bueno si come y malo si no come, o que papá y mamá estarán contentos si lo hace. Eso le da la posibilidad de fastidiar o coaccionarlos cuando le interese y los utilizará.
· No le pongan la comida en la boca inadvertidamente cuando la tenga abierta, si él les ha dado muestras de que no está dispuesto a comer.
Espero haberles ayudado con estos tips a resolver su duda. Sigo a sus órdenes.
Dr. carlos a. castanedo
6587993
México

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