Respuesta, sobre el misterio de la santísima trinidad.
Primero de todo decir que el tema de la Santísima Trinidad, es un tema que la Iglesia no ha hablado mucho de él porque tampoco lo tiene muy claro. Por la posición que ostenta lo ha calificado como misterio añadiendo ciertos dogmas y que la fe haga el resto. Es necesario que los creyentes seguidores de Cristo (cristianos) nos instruyamos en la fe que junto con la propia vivencia de fe podamos dar testimonio del evangelio de Jesús el Cristo.
Como, que el tema como le dije es un poco largo y con un simple escrito no es suficiente pues hay que abordar temas concretos, intentaré con mi sencillo opinar fruto de la propia experiencia como catequista, resumirlo lo mejor posible.
Tal como Ud. inicia el tema: Creo en un Dios, que se reveló al pueblo de Israel.
Pues yo creo en el Dios que me ha revelado Jesús el Cristo al cual lo llama (Abbá= papá), un padre amoroso y misericordioso, que nos dio su Espirítu para que seamos imagen.
Es el mismo Dios pero, diferentes conceptos.
El uno, es un Dios justiciero, bienhechor o castigador que se revela a un pueblo receloso de su Dios y a la vez pretensioso por ser el pueblo escogido, siendo manipulado por los mismos religiosos del pueblo de Israel.
Aquí empieza la primera manipulación de Dios, porque el pueblo de Israel se lo hace suyo i enseguida hay que ponerle nombre:
Cuándo Dios dio los mandamientos a Moisés, este le pregunta, que tengo de decir quién eres: Dios le respondió, di que soy YHWH, que en hebreo significa (soy el que soy). Dios se escapa de la lógica de nuestro mundo.
El otro, es un Dios bondadoso, misericordioso y amoroso, porque todo El, es amor infinito, que pone todas sus esperanzas en el hombre.
Jesús, el regalo de Dios en su sí a la humanidad, ha vivido de la manera que hace que la vida humana sea totalmente valiosa. Buscar de vivir así, y poder mirarlo a él, y tenerlo de compañero de camino, y empaparse de su amistad, y descubrir junto con él que nuestra vida y la vida de todos es valiosa hasta el punto ser vida de Dios, es lo más grande que todo hombre y toda mujer puede llegar a desear.
Jesús el Hijo, Bendecido por el Espiritu de Dios y ( hermano de todos...)
“TÚ ERES MI HIJO AMADO, en ti me he complacido” (Lucas, 3,22).
La teología occidental no va por ahí. Aunque se habla del alma separada, que si tiene o no ya visión beatífica…, etc. Si hay continuidad en la otra vida, no es a nivel del alma, es a nivel del don del Espíritu que se integra a mí, y yo le voy dando nombre.
Cuanto más se desarrolla en ti, más te realizas, <<En ti me he complacido>>, Personalizado por completo.
Nuestra antropología basada en la distinción entre alma y espíritu aquí no funciona. Nuestros conceptos no nos ayudan a expresar bien todo esto.
Aquí funciona el esquema carne-espíritu, que es el de la antropología oriental.
Cuando nos hablan de la psique, hablan de la vida. Lo que pone su vida al servicio de los demás…, no su alma. Las categorías utilizadas aquí son “carne”, como producto de la evolución, y “espíritu”, el don que Dios da a todos los hombres.
En la carne está el alma, está la vida, está todo.
En tiempos del evangelista se hablaba del espíritu del hombre y el Espíritu de Dios.
El espíritu del hombre es el don que, inicialmente, ha dado Dios a toda persona.
Como que Dios ha escogido este tipo de creación, desde el comienzo del Espíritu está dentro de la creación, forma parte de su proyecto. Ahora bien, sólo se puede desarrollar cuando tú entrega le da entrada.
Por lo tanto, el espíritu que hay en el hombre es esta potencialidad activa del poder abrir. Porque si no, no te abres más al proyecto de Dios. En el momento en que tú eres una persona libre, ya tienes espíritu.
La carta de Pablo a los romanos (8,16), habla de mi espíritu que sintoniza con el Espíritu Santo: << El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios>>. Hay sintonía, porque se encuentra dentro de la misma criatura.
Es algo que tengo yo. Es un don de Dios intrínseco a la creación. El Espíritu Santo, en cambio, es el gran don que Dios hace a los que se abren totalmente y colaboran con su proyecto del Reino de Dios.
Sintoniza con el espíritu del hombre porque los dos provienen de una misma fuente y tienden a realizar un único proyecto, el de la nueva creación- salvación del hombre
Jesús en el momento de recibir el Espíritu Santo (en el bautismo), abrió todo su ser al Espíritu de Dios, y en aquel momento fue proclamado Hijo predilecto.
No sé si con este resumido comentario, tendrá suficiente, repito es un tema bastante complejo y precisa tiempo y espacio.
Sobre el resto, referente al Magisterio de la Iglesia, si acaso lo comentaríamos aparte y en otro momento.