Existen diferentes formas de graduar: tratando de conseguir el máximo de agudeza visual, o bien tratando de conseguir el máximo de confort.
Cada optometrista utiliza su propio método, según sus conocimientos, habilidades y/o experiencia.
Dependiendo de las necesidades visuales de la persona, así es más adecuado uno u otro método: Si se trata de graduar a una persona donde su trabajo depende de la agudeza visual de lejos (qué se yo, observador de pájaros en el amazonas, donde sea vital determinar si un ave es macho o hembra por el color del pico o por una pequeña mancha en la cabeza) se graduará siempre tratando de conseguir la máxima agudeza aunque sea a coste de la comodidad.
Por el contrario, en un trabajo de oficina, donde se trabaja muchas horas de cerca o intermedio y donde la agudeza visual lejana no es importante, se trata de conseguir una mayor comodidad, a costa de "sacrificar" la agudeza visual de lejos.
Y si es una persona que combina ambas actividades y una conlleva el sacrificio de la otra, hay que optar por una solución intermedia, o hacer dos gafas con dos graduaciones diferentes, o qué se yo, según el caso, así habrá que actuar.
Con esto quiero decir que, como has podido comprobar tu mismo, una mayor agudeza visual suele conllevar una peor comodidad, en este caso con dolores de cabeza, mientras que una menor agudeza visual conlleva una mayor comodidad. Es posible que una graduación intermedia sea una buena opción, pero eso depende de cada caso.
En cualquier caso, ninguna de las graduaciones estaría "mal hecha".