El presidente William McKinley asumió la presidencia de Estados Unidos en 1897, después de la muerte del presidente Grover Cleveland. Después de la firma del Tratado de Cuba en 1898, que puso fin a la Guerra Hispano-Estadounidense, McKinley se centró en fortalecer la posición de Estados Unidos como una potencia mundial y en expandir su influencia a nivel internacional. Como parte de esta estrategia, McKinley apoyó la anexión de Hawái y la compra de Puerto Rico, Guam y las Filipinas de España. También apoyó la construcción del Canal de Panamá y la creación de una fuerza naval sólida para proteger los intereses estadounidenses en el Pacífico y el Caribe.