I. Hola Christian, no conozco mucho sobre el tema, pero puedo encontré la siguiente información:
¿Se arrepiente la Iglesia Católica?
En una carta enviada a los cardenales católicos, el papa Juan Pablo II exhorta a la Iglesia a reconocer los errores cometidos “por sus hombres, en su nombre”, y la anima a arrepentirse. También admite que los “métodos coercitivos, lesivos de los derechos humanos”, que empleó la Iglesia “fueron utilizados más tarde por las ideologías totalitarias del siglo XX”, comentó el periódico romano La Repubblica. Pero ¿de qué tiene que arrepentirse la Iglesia Católica? “De muchas cosas —asegura Marco Politi, comentarista sobre asuntos del Vaticano—. De la caza de brujas, de enviar herejes a la hoguera, de amenazar con la tortura a científicos y librepensadores, de prestar apoyo a regímenes fascistas, de llevar a cabo matanzas en el Nuevo Mundo bajo el signo de la cruz”, sin mencionar “el hecho de considerarse a sí misma la sociedad perfecta, dueña del poder absoluto sobre las conciencias”, y “de creer, en cierto momento de su historia, que el Papa era el vicario de Cristo, lo que supone una blasfemia teológica”.
Otro fragmento dice lo siguiente:
Mediante una relación estrecha y afectuosa con los gobernantes políticos a través de los siglos, la religión falsa ha usado su influencia —tanto de modo franco como clandestinamente— para suprimir y explotar a la gente común.
Ejemplos de este dominio que ha ejercido son los concordatos o acuerdos que el Vaticano firmó con los gobernantes nazis y fascistas en este siglo XX. Como consecuencia, la influencia eclesiástica sobre los feligreses llevó a estos a someterse por completo a gobernantes despiadados. En 1929 el Vaticano firmó un concordato con el dictador fascista Benito Mussolini. ¿Qué sucedió después en Alemania? El cardenal alemán Faulhaber, quien atribuyó las siguientes palabras al papa Pío XI, nos deja ver qué pensaba aquel papa acerca de Hitler: “Me siento complacido; es el primer diplomático que ha hablado francamente contra el bolchevismo”. Después Faulhaber dijo: “Mi viaje a Roma confirmó lo que pudiera haber sospechado por largo tiempo. En Roma ven al nacionalsocialismo y al fascismo como lo único que puede librar del comunismo y el bolchevismo”.
Antes de 1933 los obispos católicos de Alemania se habían opuesto a la filosofía nazi. Pero como declara el autor alemán Klaus Scholder en su libro The Churches and the Third Reich (Las iglesias y el Tercer Reich), el embajador del Vaticano en Alemania, el cardenal Pacelli, ordenó a los obispos que revisaran su actitud hacia el nacionalsocialismo. ¿A qué se debió aquel cambio? A que se esperaba firmar el concordato entre el Tercer Reich y el Vaticano, lo que se realizó el 20 de julio de 1933.
Klaus Scholder informa: “En las elecciones y el plebiscito del 12 de noviembre [de 1933] Hitler cosechó los frutos del concordato del Reich por una sorprendente cantidad de votos a su favor, particularmente en círculos predominantemente católicos del electorado”.
Aunque unos cuantos líderes protestantes expresaron oposición a la toma del poder por los nazis en 1933, sus voces pronto se perdieron en el clamor en masa del nacionalismo. Scholder explica: “Se vio claramente que la iglesia protestante fue abandonando su cautela anterior y finalmente también fue absorbida por el entusiasmo nacional. [...] Empezaron a aparecer declaraciones eclesiásticas oficiales en apoyo incondicional del nuevo Reich”. De hecho, el protestantismo se vendió como siervo al nacionalismo nazi, tal como lo había hecho la Iglesia Católica.
El registro histórico muestra que a través de los siglos la religión falsa ha entrado en acuerdos con los poderosos grupos selectos minoritarios gobernantes y ha sostenido el prestigio de estos para perjuicio de la gente común. Los líderes religiosos del mundo no han reflejado ‘la actitud mental de Cristo’, pues han buscado ambiciosamente el poder y la adquisición de propiedades y riquezas. Nosotros, como testigos de Jehová, abominamos esa prostitución o ramería espiritual. (Juan 17:16; Romanos 15:5; Revelación 18:3.)
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