Concepto de libertad en Kant
Quisiera que me explicaran el concepto de libertad en la filosofía de Kant. Existe alguna relación con el concepto de libertad en Jean Paul Sartre ¿Cuáles son las posibles semejanzas y diferencias entre estos dos filósofos en cuanto al tema de la libertad?
1 respuesta
Respuesta de kryanstar
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kryanstar, Licenciada en la Vida
Ante todo decirte que no he podido contestar antes pues el DNS o servidor de Todoexpertos no me funcionaba bien, no se si a mi o a todos. Sencillamente me daba un error y nno podía entrar a la web ni a los mensajes.
Libertad
Capacidad de los seres racionales para determinarse a obrar según leyes de otra índole que las naturales, esto es, según leyes que son dadas por su propia razón; líbertad equivale a autonomía de la voluntad.
La razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad pues solo es capaz de alcanzar el mundo de los fenómenos, mundo en el que todo está sometido a la ley de causalidad, y por lo tanto en el que todo ocurre por necesidad natural. Sin embargo, desde la perspectiva de la razón práctica, y si queremos entender la experiencia moral, cabe la defensa de la existencia de la libertad: si en sus acciones las personas están determinadas por causas naturales, es decir si carecen de libertad, no podemos atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta moral; de este modo, la libertad es la ratio essendi (la condición de la posibilidad) de la moralidad, a la vez que la moralidad es la ratio cognoscendi (lo que nos muestra o da noticia) de la libertad.
¿Realmente existe la libertad? Sin duda, el desentrañamiento de este tema ha sido motivo de discusión entre filósofos de todos los tiempos, ¿motivo por el cual? Aún no sé si libremente- decidí plasmar en estas líneas mi respectivo análisis, el cual (reconozco), es demasiado light comparándolo con los profundos estudios de Sartre, de Hegel, de Kant, ¿del Barón d? Holbach o de Hartmann, por mencionar algunos.
No obstante ello, la complejidad de abordar este tema no debe ser motivo de susto o declinación para quien desee hacerlo, pues para cualquiera que lo intente resultará provechoso tratar de sumergirse, aunque sea superficialmente, en las profundidades del mismo. Seguro estoy que a la salida se estará lo suficientemente empapado de información como para poder formarse una opinión propia al respecto, por lo menos.
Así, conocer si somos libres o no, o mejor dicho, conocer si podemos ser libres o no, creo que es lo menos que como
individuos pensantes podemos hacer. Saber si lo que hemos realizado desde que usamos la razón o lo que tenemos planeado realizar como proyecto de vida, fue o será producto del ejercicio de nuestra libertad o tristemente resultado del movimiento de los hilos que Dios, el destino, ¿la naturaleza o como suela llamársele haga de nuestra vida? Marioneta. He aquí la importancia de saber si existe la libertad.
Y precisamente, en la búsqueda de tal conocimiento se habrá de topar siempre con un principio llamado "de causalidad", postulado que por siglos se había aplicado a las ciencias naturales y que en estos días se ha extendido al campo de las ciencias sociales para poner sobre relieve que la actividad humana, ya sea su modo de pensar, de sentir, de actuar, de organizarse política y socialmente, de comportarse moralmente, de todo cuanto haga se halla sujeto a causas.
En una posición extrema y radical de este libertarismo se ha llegado a comentar que para que una acción sea completamente libre debe ser incluso un actuar ajeno al carácter del hombre, lo cual nos arrastraría a un indeterminismo total, pues la decisión o elección del sujeto no sería determinada por nada, es decir, ni por sus condiciones sociales, ni por sus condiciones personales, ni siquiera por su carácter.
Conforme a lo anterior, se viviría en un mundo en el que el azar sería el único en mandar, en un planeta en el que todo sería igualmente posible, y que por consecuencia ni sentido tendría inquirir en la existencia o no de la libertad.
Analicemos ahora la postura media, una posición que deja al margen los extremos y que más allá de postulados incompatibles entre libertad y causa, concilia a ambas, es decir, se reconoce que la conducta del hombre se encuentra determinada, pero que dicha determinación, más que impedir la libertad, es la condición necesaria para ella.
Esta última postura distingue entre determinismo universal, el cual reconoce y acepta, y determinismo absoluto, el cual objeta, dado que niega la libertad humana, la cual presupone la existencia de varias formas posibles de comportamiento y la posibilidad de decidir libremente entre cualesquiera de ellas.
Analizados ya el determinismo y libertarismo absolutos, así como una postura intermedia, se analiza enseguida una elocuente reflexión de Sartre acerca de la libertad, a la cual considera una condena. "El hombre está condenado a ser libre", dijo.
"Condenado porque no se ha creado a si mismo y sin embargo es libre. Porque una vez que ha sido arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace".
Ciertamente a nadie pedimos que nos creara como individuos libres, pero debido a nuestra libertad estamos condenados a elegir durante toda la vida. No existen valores o normas eternas por las que nos podamos regir. Por ello resultan tan importantes las elecciones que hacemos, porque somos completamente responsables de todos nuestros actos. El mismo Sartre resalta que el hombre jamás debe eludir la responsabilidad de sus propios actos.
Y hablando de responsabilidad, un tema inherente al de la libertad, retomó brevemente al determinismo y al libertarismo pero ahora para determinar a que conclusiones llegan en lo relativo a si el sujeto responde o no de sus actos. En cuanto al determinismo absoluto se dice: si el hombre no es libre, por tanto no responsable moralmente de sus actos. Por su parte, la sentencia del libertarismo no es muy diferente: Si las decisiones y actos de los individuos no se hayan sujetos a la causalidad y son producto del azar, carece de sentido hacerlos responsables moralmente de sus actos.
Por lo anterior, para poder hablar de responsabilidad moral resulta preciso que el individuo posea cierta libertad de decisión y acción, es decir, es necesario que intervenga consciente en su realización. Pero, a su vez, para que pueda decidir con conocimiento de causa y fundar su elección en razones, es preciso que su comportamiento se halle determinado causalmente, o sea, que existan causas y no meros antecedentes fortuitos. Libertad y causalidad no pueden excluirse recíprocamente.
Visto lo anterior, seguro estoy que la libertad existe. Negar su existencia sería tanto como afirmar que nuestra vida es el vivo retrato de una obra de teatro en la cual el guión y el desenlace ya están escritos. Esto no es así.
Creo firmemente en la posibilidad de que el hombre y la sociedad sean los arquitectos de su destino, al existir la libertad de elegir conscientemente entre el actuar en una o en otra dirección. Sin dicha conciencia de los móviles o causas que lo impulsan a comportarse de cierta forma, si insinuaría que la conducta humana es inmediata e irreflexiva. Esto tampoco es así.
Independientemente del grado de conciencia de los motivos, fines o carácter que llevan al hombre a realizar una acción, no puede existir libertad al margen del causalismo. Asimismo, el hecho de que la libertad implique cierta autodeterminación del sujeto para decidirse por la forma de comportamiento más adecuada elegida de entre varias, tampoco significa que dicha autodeterminación se realice al margen de una conexión causal.
En pocas palabras, el hombre es libre de decidir y de actuar sin que su decisión y acción dejen de estar causadas. Es
imposible que nos sustraigamos al contexto histórico - social imperante, generalmente se va a actuar o decidir conforme a ciertas pautas, influencias o posibilidades de acción que nos ofrece el entorno.
Después de todo sigo pensando que la libertad es ilimitada, pero dentro de ciertos límites.
Libertad
Capacidad de los seres racionales para determinarse a obrar según leyes de otra índole que las naturales, esto es, según leyes que son dadas por su propia razón; líbertad equivale a autonomía de la voluntad.
La razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad pues solo es capaz de alcanzar el mundo de los fenómenos, mundo en el que todo está sometido a la ley de causalidad, y por lo tanto en el que todo ocurre por necesidad natural. Sin embargo, desde la perspectiva de la razón práctica, y si queremos entender la experiencia moral, cabe la defensa de la existencia de la libertad: si en sus acciones las personas están determinadas por causas naturales, es decir si carecen de libertad, no podemos atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta moral; de este modo, la libertad es la ratio essendi (la condición de la posibilidad) de la moralidad, a la vez que la moralidad es la ratio cognoscendi (lo que nos muestra o da noticia) de la libertad.
¿Realmente existe la libertad? Sin duda, el desentrañamiento de este tema ha sido motivo de discusión entre filósofos de todos los tiempos, ¿motivo por el cual? Aún no sé si libremente- decidí plasmar en estas líneas mi respectivo análisis, el cual (reconozco), es demasiado light comparándolo con los profundos estudios de Sartre, de Hegel, de Kant, ¿del Barón d? Holbach o de Hartmann, por mencionar algunos.
No obstante ello, la complejidad de abordar este tema no debe ser motivo de susto o declinación para quien desee hacerlo, pues para cualquiera que lo intente resultará provechoso tratar de sumergirse, aunque sea superficialmente, en las profundidades del mismo. Seguro estoy que a la salida se estará lo suficientemente empapado de información como para poder formarse una opinión propia al respecto, por lo menos.
Así, conocer si somos libres o no, o mejor dicho, conocer si podemos ser libres o no, creo que es lo menos que como
individuos pensantes podemos hacer. Saber si lo que hemos realizado desde que usamos la razón o lo que tenemos planeado realizar como proyecto de vida, fue o será producto del ejercicio de nuestra libertad o tristemente resultado del movimiento de los hilos que Dios, el destino, ¿la naturaleza o como suela llamársele haga de nuestra vida? Marioneta. He aquí la importancia de saber si existe la libertad.
Y precisamente, en la búsqueda de tal conocimiento se habrá de topar siempre con un principio llamado "de causalidad", postulado que por siglos se había aplicado a las ciencias naturales y que en estos días se ha extendido al campo de las ciencias sociales para poner sobre relieve que la actividad humana, ya sea su modo de pensar, de sentir, de actuar, de organizarse política y socialmente, de comportarse moralmente, de todo cuanto haga se halla sujeto a causas.
En una posición extrema y radical de este libertarismo se ha llegado a comentar que para que una acción sea completamente libre debe ser incluso un actuar ajeno al carácter del hombre, lo cual nos arrastraría a un indeterminismo total, pues la decisión o elección del sujeto no sería determinada por nada, es decir, ni por sus condiciones sociales, ni por sus condiciones personales, ni siquiera por su carácter.
Conforme a lo anterior, se viviría en un mundo en el que el azar sería el único en mandar, en un planeta en el que todo sería igualmente posible, y que por consecuencia ni sentido tendría inquirir en la existencia o no de la libertad.
Analicemos ahora la postura media, una posición que deja al margen los extremos y que más allá de postulados incompatibles entre libertad y causa, concilia a ambas, es decir, se reconoce que la conducta del hombre se encuentra determinada, pero que dicha determinación, más que impedir la libertad, es la condición necesaria para ella.
Esta última postura distingue entre determinismo universal, el cual reconoce y acepta, y determinismo absoluto, el cual objeta, dado que niega la libertad humana, la cual presupone la existencia de varias formas posibles de comportamiento y la posibilidad de decidir libremente entre cualesquiera de ellas.
Analizados ya el determinismo y libertarismo absolutos, así como una postura intermedia, se analiza enseguida una elocuente reflexión de Sartre acerca de la libertad, a la cual considera una condena. "El hombre está condenado a ser libre", dijo.
"Condenado porque no se ha creado a si mismo y sin embargo es libre. Porque una vez que ha sido arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace".
Ciertamente a nadie pedimos que nos creara como individuos libres, pero debido a nuestra libertad estamos condenados a elegir durante toda la vida. No existen valores o normas eternas por las que nos podamos regir. Por ello resultan tan importantes las elecciones que hacemos, porque somos completamente responsables de todos nuestros actos. El mismo Sartre resalta que el hombre jamás debe eludir la responsabilidad de sus propios actos.
Y hablando de responsabilidad, un tema inherente al de la libertad, retomó brevemente al determinismo y al libertarismo pero ahora para determinar a que conclusiones llegan en lo relativo a si el sujeto responde o no de sus actos. En cuanto al determinismo absoluto se dice: si el hombre no es libre, por tanto no responsable moralmente de sus actos. Por su parte, la sentencia del libertarismo no es muy diferente: Si las decisiones y actos de los individuos no se hayan sujetos a la causalidad y son producto del azar, carece de sentido hacerlos responsables moralmente de sus actos.
Por lo anterior, para poder hablar de responsabilidad moral resulta preciso que el individuo posea cierta libertad de decisión y acción, es decir, es necesario que intervenga consciente en su realización. Pero, a su vez, para que pueda decidir con conocimiento de causa y fundar su elección en razones, es preciso que su comportamiento se halle determinado causalmente, o sea, que existan causas y no meros antecedentes fortuitos. Libertad y causalidad no pueden excluirse recíprocamente.
Visto lo anterior, seguro estoy que la libertad existe. Negar su existencia sería tanto como afirmar que nuestra vida es el vivo retrato de una obra de teatro en la cual el guión y el desenlace ya están escritos. Esto no es así.
Creo firmemente en la posibilidad de que el hombre y la sociedad sean los arquitectos de su destino, al existir la libertad de elegir conscientemente entre el actuar en una o en otra dirección. Sin dicha conciencia de los móviles o causas que lo impulsan a comportarse de cierta forma, si insinuaría que la conducta humana es inmediata e irreflexiva. Esto tampoco es así.
Independientemente del grado de conciencia de los motivos, fines o carácter que llevan al hombre a realizar una acción, no puede existir libertad al margen del causalismo. Asimismo, el hecho de que la libertad implique cierta autodeterminación del sujeto para decidirse por la forma de comportamiento más adecuada elegida de entre varias, tampoco significa que dicha autodeterminación se realice al margen de una conexión causal.
En pocas palabras, el hombre es libre de decidir y de actuar sin que su decisión y acción dejen de estar causadas. Es
imposible que nos sustraigamos al contexto histórico - social imperante, generalmente se va a actuar o decidir conforme a ciertas pautas, influencias o posibilidades de acción que nos ofrece el entorno.
Después de todo sigo pensando que la libertad es ilimitada, pero dentro de ciertos límites.
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