Filosofía antigua
Hola me puedes ayudar con un problema que tengo al respecto de las característica de los sofista. Gracias por ayudarme.
Respuesta de mmcmxc
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Te mando un texto que encontré en internet que puede serte de ayuda. Si puedo, después te mando un poco más de información.
Atenas está en la cumbre de su vida artística: Ictinus y Calícrates diseñan y construyen el Partenón. Fidias esculpe sus frisos. Píndaro escribe sus últimas odas. Sócrates presenta Antígona y Edipo Rey. Atenas, además, ha llegado al máximo de su democracia: se gobierna a sí misma en asamblea de todos sus ciudadanos varones adultos; cualquiera puede ser electo para cualquier posición; Pericles ha introducido el pago a los jurados para que los pobres puedan ocupar esos puestos; hay puestos públicos a los que no se llega por elección sino por sorteo. Otras ciudades griegas imitan la democracia ateniense.
La política es la principal actividad de los ciudadanos atenienses y de los ciudadanos de las ciudades que también han establecido la democracia. A cargo de todos está el gobierno de la ciudad. ¿Qué habilidades hacen falta para participar exitosamente en la vida pública? ¿Cómo se triunfa en política? Estos son los temas que ahora interesan. Estas son las preguntas para las que se quieren respuestas. Por ese tiempo habían aparecido unos señores que decían tener esas respuestas.
Los sofistas
La palabra sophistes significaba maestro en sabiduría. Como tales se presentaban estos señores que andaban de lugar en lugar, participaban en la política y cobraban por sus lecciones. Sabían o simulaban saber de todo: astronomía, geometría, aritmética, fonética, música, pintura. Pero su ciencia no buscaba la verdad sino la apariencia de saber porque ésta reviste de autoridad.
Enseñaban la arete requerida para estar a la altura de las nuevas circunstancias sociales y políticas (recordemos que la palabra arete, traducida generalmente por virtud, no tenía entonces las connotaciones morales que nuestra palabra virtud tiene; era más "lo que es propio de", como se explicó en la introducción).
La primera exigencia de esa arete era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas.
No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad.
Los filósofos anteriores daban generalmente a sus libros el titulo "Sobre la Naturaleza o lo existente". Gorgias parece burlarse de ellos cuando titula el suyo "Sobre la Naturaleza o lo No existente". Con ese libro pretendió demostrar tres cosas: 1) nada existe, 2) si existiese algo no podríamos conocerlo, 3) si conociésemos algo no podríamos comunicarlo a los demás. Platón comentó: ¿Son al menos estos principios verdaderos? Si no, ¿por qué los asegura Gorgias con tanta universalidad?
Protágoras decía: "Como cada cosa me aparece, así es para mí; y como aparece a ti, así es para ti."
El escepticismo alcanzó a los dioses.
"No dispongo de medios -dice Protágoras- para saber si existen o no, ni la forma que tienen; porque hay muchos obstáculos para llegar a ese conocimiento, incluyendo la oscuridad de la materia y la cortedad de la vida humana."
Y alcanzó a las leyes de las ciudades. Antes se creía que éstas tenían origen divino, ya fuese porque Apolo hubiese inspirado directamente al legislador -tal era el caso de Licurgo, legendario fundador de Esparta- ya fuese porque los legisladores acostumbraban consultar sus proyectos de ley al oráculo de Delfos. Ahora se ha viajado suficiente para poder comparar las leyes griegas con las leyes de otros lugares y, sobretodo, se tiene experiencia de cómo se redactan y aprueban leyes en las asambleas democráticas. Los sofistas eran miembros de esas asambleas. Protágoras estuvo en el grupo enviado a Turii, en el sur de la actual Italia, para dar leyes a la nueva colonia ateniense.
Para ellos, por tanto, las leyes eran convencionalismos humanos. Normas que los hombres adoptan para no vivir como animales. En el principio se vivió así y los fuertes se aprovechaban de los débiles. Las leyes protegen al débil del fuerte. En ese sentido son convenientes, aunque no tienen otro fundamento.
Porque no tienen otro fundamento los hombres pueden transgredirlas con tal de que los demás no lo adviertan. Por la misma razón, un hombre fuerte, realmente fuerte, puede ignorar las leyes, apoderarse del poder y satisfacer sus deseos; en ello brilla la dique (ver el sentido de esta palabra en la introducción) de la naturaleza.
¿Cómo asimilaron los alumnos estas enseñanzas de sus maestros? A los atenienses no les basta ser la ciudad principal, quieren ser la ciudad que manda sobre las otras ciudades y se beneficia de ellas. Si tienen poder para hacerlo les corresponde hacerlo. Es la dique de la naturaleza. Así, disponen que ciertas causas judiciales sólo puedan ser vistas en Atenas; el tesoro de la Liga de Delos al que habían contribuido todas las ciudades de la Liga y estaba guardado en Delos, es trasladado a Atenas para uso exclusivo de los atenienses; cuando Esparta propone la paz deciden continuar la guerra entusiasmados con la moción de que, en adelante, la guerra se financie sólo con tributos de las otras ciudades. También era dique de la naturaleza que la asamblea ateniense hubiese empobrecido con excesivos impuestos a sus conciudadanos ricos; también que hábiles acusadores manipulasen las pasiones políticas de los jueces para quitar a otros sus propiedades; también que los llamados sicofantas tuviesen la habilidad de ganarse la vida chantajeando a otros con la amenaza de una demanda.
La ciencia y la moral griegas parecen en trance de muerte. Pero, si fue admirable empresa de unos griegos iniciar el camino de explicar el mundo con la razón sola rodeados como estaban de una cultura que explicaba todo con dioses, es también empresa admirable que otros griegos iniciasen la búsqueda de la verdad ética y de la verdad política en la Atenas de los sofistas. El primero en hacerlo fue Sócrates y le costó la vida.
Sócrates
Nacido por el año 470 A. C., unos ocho años antes de que el filósofo Anaxágoras llegase a Atenas. Su vida fue filosofar y enseñar. Pero no le interesaron las preguntas sobre la physis que habían interesado primordialmente a Anaxágoras y a los filósofos anteriores porque su preocupación era la conducta degradada de sus conciudadanos; en consecuencia, enfocó su curiosidad intelectual en el ser humano y en su capacidad de conocer la verdad.
Contemporáneo de los sofistas, muchos creyeron que era un sofista más, pero era exactamente lo contrario. Nunca intervino en la política. No pronunciaba discursos. No escribió nada. Según él, nunca fue maestro de nadie. Simplemente se dedicaba a conversar con quien quería conversar con él; creía que la sabiduría se adquiere en el intercambio vivo de la conversación, haciéndose preguntas y buscando juntos respuestas. Así y sólo así enseñó a pensar, a buscar la verdad y a saber que es posible alcanzarla. A diferencia de los sofistas, no cobraba por sus enseñanzas.
"Esta labor fue para la inteligencia humana de una importancia tan considerable, que uno no se extraña al ver a Sócrates dedicarse a ella como cumpliendo un mandato recibido del cielo. Se echaba de ver en él, no solamente un alto poder de contemplación filosófica (Aulo Gelio y Platón cuentan de él que a veces pasaba días y noches inmóvil absorto en la meditación), sino también, como él mismo lo decía, algo de 'demoníaco' o de inspirado, un fervor alado, un vigor libre y mesurado, y aun quizás a veces, un instinto interior y superior que parecen revelar una cierta asistencia extraoardinaria."(
Atenas está en la cumbre de su vida artística: Ictinus y Calícrates diseñan y construyen el Partenón. Fidias esculpe sus frisos. Píndaro escribe sus últimas odas. Sócrates presenta Antígona y Edipo Rey. Atenas, además, ha llegado al máximo de su democracia: se gobierna a sí misma en asamblea de todos sus ciudadanos varones adultos; cualquiera puede ser electo para cualquier posición; Pericles ha introducido el pago a los jurados para que los pobres puedan ocupar esos puestos; hay puestos públicos a los que no se llega por elección sino por sorteo. Otras ciudades griegas imitan la democracia ateniense.
La política es la principal actividad de los ciudadanos atenienses y de los ciudadanos de las ciudades que también han establecido la democracia. A cargo de todos está el gobierno de la ciudad. ¿Qué habilidades hacen falta para participar exitosamente en la vida pública? ¿Cómo se triunfa en política? Estos son los temas que ahora interesan. Estas son las preguntas para las que se quieren respuestas. Por ese tiempo habían aparecido unos señores que decían tener esas respuestas.
Los sofistas
La palabra sophistes significaba maestro en sabiduría. Como tales se presentaban estos señores que andaban de lugar en lugar, participaban en la política y cobraban por sus lecciones. Sabían o simulaban saber de todo: astronomía, geometría, aritmética, fonética, música, pintura. Pero su ciencia no buscaba la verdad sino la apariencia de saber porque ésta reviste de autoridad.
Enseñaban la arete requerida para estar a la altura de las nuevas circunstancias sociales y políticas (recordemos que la palabra arete, traducida generalmente por virtud, no tenía entonces las connotaciones morales que nuestra palabra virtud tiene; era más "lo que es propio de", como se explicó en la introducción).
La primera exigencia de esa arete era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles", dice Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas". Platón dirá más tarde que era "captura" de almas.
No eran, pues, propiamente filósofos pero tenían en común una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene "su" verdad.
Los filósofos anteriores daban generalmente a sus libros el titulo "Sobre la Naturaleza o lo existente". Gorgias parece burlarse de ellos cuando titula el suyo "Sobre la Naturaleza o lo No existente". Con ese libro pretendió demostrar tres cosas: 1) nada existe, 2) si existiese algo no podríamos conocerlo, 3) si conociésemos algo no podríamos comunicarlo a los demás. Platón comentó: ¿Son al menos estos principios verdaderos? Si no, ¿por qué los asegura Gorgias con tanta universalidad?
Protágoras decía: "Como cada cosa me aparece, así es para mí; y como aparece a ti, así es para ti."
El escepticismo alcanzó a los dioses.
"No dispongo de medios -dice Protágoras- para saber si existen o no, ni la forma que tienen; porque hay muchos obstáculos para llegar a ese conocimiento, incluyendo la oscuridad de la materia y la cortedad de la vida humana."
Y alcanzó a las leyes de las ciudades. Antes se creía que éstas tenían origen divino, ya fuese porque Apolo hubiese inspirado directamente al legislador -tal era el caso de Licurgo, legendario fundador de Esparta- ya fuese porque los legisladores acostumbraban consultar sus proyectos de ley al oráculo de Delfos. Ahora se ha viajado suficiente para poder comparar las leyes griegas con las leyes de otros lugares y, sobretodo, se tiene experiencia de cómo se redactan y aprueban leyes en las asambleas democráticas. Los sofistas eran miembros de esas asambleas. Protágoras estuvo en el grupo enviado a Turii, en el sur de la actual Italia, para dar leyes a la nueva colonia ateniense.
Para ellos, por tanto, las leyes eran convencionalismos humanos. Normas que los hombres adoptan para no vivir como animales. En el principio se vivió así y los fuertes se aprovechaban de los débiles. Las leyes protegen al débil del fuerte. En ese sentido son convenientes, aunque no tienen otro fundamento.
Porque no tienen otro fundamento los hombres pueden transgredirlas con tal de que los demás no lo adviertan. Por la misma razón, un hombre fuerte, realmente fuerte, puede ignorar las leyes, apoderarse del poder y satisfacer sus deseos; en ello brilla la dique (ver el sentido de esta palabra en la introducción) de la naturaleza.
¿Cómo asimilaron los alumnos estas enseñanzas de sus maestros? A los atenienses no les basta ser la ciudad principal, quieren ser la ciudad que manda sobre las otras ciudades y se beneficia de ellas. Si tienen poder para hacerlo les corresponde hacerlo. Es la dique de la naturaleza. Así, disponen que ciertas causas judiciales sólo puedan ser vistas en Atenas; el tesoro de la Liga de Delos al que habían contribuido todas las ciudades de la Liga y estaba guardado en Delos, es trasladado a Atenas para uso exclusivo de los atenienses; cuando Esparta propone la paz deciden continuar la guerra entusiasmados con la moción de que, en adelante, la guerra se financie sólo con tributos de las otras ciudades. También era dique de la naturaleza que la asamblea ateniense hubiese empobrecido con excesivos impuestos a sus conciudadanos ricos; también que hábiles acusadores manipulasen las pasiones políticas de los jueces para quitar a otros sus propiedades; también que los llamados sicofantas tuviesen la habilidad de ganarse la vida chantajeando a otros con la amenaza de una demanda.
La ciencia y la moral griegas parecen en trance de muerte. Pero, si fue admirable empresa de unos griegos iniciar el camino de explicar el mundo con la razón sola rodeados como estaban de una cultura que explicaba todo con dioses, es también empresa admirable que otros griegos iniciasen la búsqueda de la verdad ética y de la verdad política en la Atenas de los sofistas. El primero en hacerlo fue Sócrates y le costó la vida.
Sócrates
Nacido por el año 470 A. C., unos ocho años antes de que el filósofo Anaxágoras llegase a Atenas. Su vida fue filosofar y enseñar. Pero no le interesaron las preguntas sobre la physis que habían interesado primordialmente a Anaxágoras y a los filósofos anteriores porque su preocupación era la conducta degradada de sus conciudadanos; en consecuencia, enfocó su curiosidad intelectual en el ser humano y en su capacidad de conocer la verdad.
Contemporáneo de los sofistas, muchos creyeron que era un sofista más, pero era exactamente lo contrario. Nunca intervino en la política. No pronunciaba discursos. No escribió nada. Según él, nunca fue maestro de nadie. Simplemente se dedicaba a conversar con quien quería conversar con él; creía que la sabiduría se adquiere en el intercambio vivo de la conversación, haciéndose preguntas y buscando juntos respuestas. Así y sólo así enseñó a pensar, a buscar la verdad y a saber que es posible alcanzarla. A diferencia de los sofistas, no cobraba por sus enseñanzas.
"Esta labor fue para la inteligencia humana de una importancia tan considerable, que uno no se extraña al ver a Sócrates dedicarse a ella como cumpliendo un mandato recibido del cielo. Se echaba de ver en él, no solamente un alto poder de contemplación filosófica (Aulo Gelio y Platón cuentan de él que a veces pasaba días y noches inmóvil absorto en la meditación), sino también, como él mismo lo decía, algo de 'demoníaco' o de inspirado, un fervor alado, un vigor libre y mesurado, y aun quizás a veces, un instinto interior y superior que parecen revelar una cierta asistencia extraoardinaria."(
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