¿Por qué no me animo a poner un negocio?

La respuesta puede parecer simple, pero es muy humana. Tienes un exceso de miedo. Miedo de perder lo poco que tienes. Ese miedo es lo que hace que, de alguna forma, te conformes a quedarte como estás.
Los negocios implican riesgos, que hay que aprender a calcular y a medir. En cierto modo, el miedo puede ser bueno, siempre y cuando no llegue al punto de paralizarte. Piensa que, si fueras un inconsciente y no midieras los riesgos de montar un negocio, probablemente te llevarías algún desengaño.
Sé que probablemente pienses que yo lo he tenido simple y que no me he jugado nunca nada, pero permíteme contarte que hace apenas dos años y con 23 años decidí crear este negocio. Muchos me llamaron atrevido, se burlaron o, directamente, me llamaron loco. Y fíjate, aquí estoy y te aseguro que puedo ganarme la vida tranquila y honradamente.
Emprender no es para todos, sería una irresponsabilidad decir que todo negocio que empieza tiene las oportunidades de prosperar. Pero, como especialista en creación de empresas, y con la experiencia de haber ayudado a varias personas en sus proyectos, puedo decirte que la diferencia suele marcarla la actitud.
Actitud de aprender, y de seguir haciéndolo todos los días para ser mejor. Actitud de ser más humano con las personas y de ofrecerles algo que les ayude a mejorar su vida. Si ayudas a los demás, además de ayudarles a sí mismos, te ayudarás también a ti mismo.
No todo el mundo aprende a dejar de lado ese miedo. ¿Se necesita algún talento adecuado para ser emprendedor? Realmente ninguno, lo que se necesita es la voluntad de seguir por duras que estén las cosas. Si además, le pones esfuerzo, dedicación y una pizca de buena suerte, los resultados pueden ser increíbles.