La intolerancia comienza cuando nosotros mismos creemos y consideramos que tenemos la razón de algo y no permitimos o consentimos que otra persona pueda tener razón en algo. Se basa en creer cada persona que sólo ella misma tiene la razón de todas las cosas, mientras la otra parte no tiene derecho a expresar sus ideas con libertad siendo respetado.
Una vez dicho esto, si llamamos a alguien ''intolerante'', pensando que nuestras propias opiniones personales son las correctas, y no aceptamos ni consentimos que otra persona pueda tener también su parte de razón en sus opiniones personales, podemos acabar llamando ''intolerante'' a un intolerante, siendo nosotros mismos intolerantes.
Pero... aquí viene la grandísima diferencia:
Si cuando llamas a alguien ''intolerante'', expones tus pensamientos con base bíblica, esto no es intolerancia sino Verdad.
Cuando hablas con la Palabra de Dios en tu boca, cuando no hablas con tus propias palabras y pensamientos humanos imperfectos, sino con las palabras y pensamientos expresados por Dios... en ese momento no estás siendo intolerante, sino que hablas con la Verdad, pues Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida.
La Biblia nos dice que todo cristiano justo y maduro en la fe, llega a tener la mente de Cristo. Esto quiere decir que puede incluso juzgar sin ser intolerante, puesto que no juzga por su propio pensamiento, sino basándose completamente en el pensamiento y la palabra enseñada por Cristo.
Por otro lado, la Palabra de Dios siempre contiene toda la verdad absoluta porque Dios es infinitamente sabio y perfecto, aunque no todos a causa de nuestra mente imperfecta y en muchos casos mucha ignorancia bíblica, puedan compartir esa verdad absoluta y por ese motivo consideren que hay intolerancia.
Pero Dios es muy superior a todos nosotros y él sabe lo que nos conviene, él sabe cómo debemos actuar, y todo esto está explicado y expresado en su Santa Palabra.
Por lo tanto, la única manera de llamar ''intolerante'' a un intolerante sin caer en la intolerancia personal, es hablar siempre con la Palabra de Dios en nuestra boca, con esa Palabra llena de sabiduría y verdad absoluta, con la Palabra del ser que nos creó a nosotros y a nuestros pensamientos y razonamientos humanos.
Sólo de esta manera jamás seremos intolerantes. La gente, por ignorancia bíblica, puede pensar que somos intolerantes, pero no es así porque no hablamos con nuestras palabras y pensamientos humanos imperfectos, sino con las palabras de Dios, y si por hablar las palabras de Dios nos llaman intolerantes, estarían llamando intolerante a Dios, no a nosotros.
Cuando hablamos con la palabra de Dios, jamás somos intolerantes, sino justos, como Dios es justo. Amen! Bendiciones!