Dice la historia que siglos atrás se podía caminar por la costa del Mediterráneo, desde Atenas hasta Gibraltar bajo la sombra de los olivares y cítricos. Estos últimos, en su forma de naranjo dieron nombre primero a Italia y luego a España. Se les decía Hesperia por los navegantes porque veían sus costas de color naranja. Dejo la rescisión y sigo diciendo respecto al tema de la galera que he padecido esa experiencia por manos ajenas que hacen regalos indebidos. Hoy tengo en un balcón una araucaria en maceta y en tiempo la plantaré en mi jardín, en el que tengo mi casa de fin de semana, en Pueblo Esther, a pocos minutos de Rosario (Santa Fe - Argentina). No se puede plantar un árbol como el olivo o la araucaria en una maceta. Es como tener un ave enjaulada. Los perros (desde hace unos 40.000 años) y solamente algunos gatos (desde hace 7.000 años) son domésticos. Los demás animales y los árboles no han nacido para ser enjaulados. Nos hacen felices de otra forma que debemos fomentar y así disfrutar.
De cualquier forma, en un caso similar, en la estación correspondiente, saqué la planta de la maceta y al ver la tierra podrida (tenía olor a podredumbre) lavé bien la maceta con agua clorada (acá decimos lavandina o agua de Jane o cloro si es bastante puro), la enjuagué bien, la sequé bien, lavé las raíces de la planta, repuse tierra nueva, agregué un puñado de lombrices (las mismas que uso para pescar), algo de caca seca de vaca, y allí coloqué el pobre limonero que me habían regalado. Pasado un año clavado el árbol (cítrico que producía quinotos, también llamado por aquí "quincuá") salvado aunque demoró bastante en reponer su follaje. Espéré otro año y ahora está allí en Pueblo Esther dándome una razonable cosecha anual que disfruto no solamente saboreando y gozando su ácido y placentero sabor sino haciéndolos emborrachar en un frasco lleno de grappa, la bebida preferida de los descendientes de italianos (particularmente de los padovanos, como es mi caso) que viven en este generoso país que es Argentina, mi Patria.
Diós creó el universo y a cada cosa le otorgo una función. No podemos cambiarla, solamente cuidarlas porque son para eso y para que las disfrutemos con inteligencia y con amor.