Puede un padre echar de sus fincas rusticas a sus hijos que la están explotando

Es si un padre podría echar de sus fincas a sus hijos que están usándolas para cojer los frutos desde hace años, las parcelas están a nombre del padre pero el nunca se encargo de cuidarlas, sus hijos son los que se encargan de cuidarlas desde hace 10 años pero no tienen titularidad de la parcelas .y si hay enemistad entre las partes como podría solucionarse el asunto para que no tengan que explotar juntos (padre e hijos )dichas parcelas .

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Está claro que si las fincas son del padre, él manda y puede echar de allí a quien quiera.

Pero por lo que pones al final, de no tener que explotar justos (padres e hijos) las parcelas, me imagino que hay discordancia en la forma de hacerlo, y pienso que quizá este es el problema principal. Y creo que aquí no se está respetando el principio de autoridad. Tu padre es el que manda; y no cabe duda de que él puede querer que se exploten, sobre todo por sus hijos, pero quizá esté en desacuerdo en cómo se hace, y en que no se respete su autoridad, y en que se le quiera excluir de todo, y en que sus propios hijos se quieran adueñar de sus fincas. Y hace muy bien en negarse a este intento de abuso.

Si los hijos están emancipados, y no dependen del padre, podrían decidir si quieren o no ir a esta finca, pero si lo hacen, siempre será sometiéndose a la autoridad del dueño, sobre todo si el dueño es padre. Y dado que puede haber un interés por ambas partes, yo creo que sería bueno ver de qué manera ambos están conformes, y siempre respetando la autoridad del padre, que es el que tiene la última palabra, y que pueda modificar las cosas cuando así lo estime conveniente. Pero yo recomendaría hacerlo todo de buen grado, y reconociendo que no por haber hecho uso de unas fincas, se adquiere derecho alguno sobre ellas, y reconociendo al dueño; lo contrario sería una injusticia muy grande, y más tratándose de un padre.

La obediencia a la autoridad legítima es algo sumamente importante, y con lo que siempre se sale ganando, aunque uno tenga que contrariarse en lo que a uno inicialmente cree que le pudiera convenir.

A vuestro padre le debéis honra, respeto y amor como hijos; y luego le debéis el reconocimiento de su legítima propiedad. Si se trastoca este orden, iría todo mal, todo al revés, por muchos frutos que obtuvieseis.

Vuestro padre nunca va a querer que os adueñéis de sus fincas injustamente. Y por el bien de todos hay que respetar un orden, que siempre se dirige a Dios.

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