Yo te recomendaría empezar por el principio. Como dices, no estáis casados; bueno, pues empezar por casaros o por interrumpir la convivencia como si lo estuvieseis. El matrimonio, claro está, tiene unas exigencias, unas obligaciones, y para ayudar en esto ya está la gracia del Sacramento del Matrimonio. En ningún caso el matrimonio está para pasar el rato, etc.
En la vida surgen cosas y hay que saber afrontarlas. La peor forma es pensar solamente en los intereses de uno, como en la comodidad de uno, en la vanidad de uno, o en lo mismo de varios más allegados, etc. Para responder bien hay que sobreponerse a los intereses vanos o desordenados de uno (puede haber intereses que no sean en sí malos, pero serían desordenados si se buscan por encima de los más importantes) y encaminarse al bien de verdad, buscando el bien de verdad de todos los implicados, por supuesto que siempre con conducta buena en sí misma. Ni que decir tiene que pensando en el bien de verdad de todos, el primer beneficiado eres tú; en cambio, si solo piensas en tus intereses vanos o desordenados, tú eres el primero que pierdes en lo fundamental, aunque obtengas ciertos beneficios siempre de inferior calidad.