¿Una respuesta de las graves consecuencias al crecimiento de una población?
¿Cuáles son los problemas más graves que genera el crecimiento, como solucionarlo estos problemas sin desamparar a quienes llegan a la ciudad?
1 Respuesta
En cualquier comunidad el problema del número de individuos radica en la cantidad de recursos que necesitan. En las sociedades primitivas esto se limitaba a los territorios de caza pero en sociedades modernas el problema no son los recursos sino el modo de acceder a ellos que es el dinero y esto nos lleva al trabajo.
La afluencia de gente a las ciudades obedece a la búsqueda de mejores oportunidades y suele ser síntoma de desarrollo y riqueza. El problema viene cuando este desarrollo se detiene. El empleo entonces se convierte en el principal objetivo a la par que el sustento de servicios públicos como la sanidad y el de la población no activa por razones de edad.
La globalización y la tecnificación reducen la mano de obra industrial, necesitando puestos de trabajo más especializados, es decir, hay una transformación del mundo del trabajo donde se crean nuevos puestos y se desplaza a otros. El problema es que esta transición tiene lugar en medio de un sistema económico y político globalizado que tiene sus propios intereses y problemas. Hasta aquí sería un tema básicamente económico pero entiendo que no es esto de lo que estas hablando.
El fenómeno de la inmigración se produce en muchos casos como consecuencia no ya de la búsqueda de mejores oportunidades sino como escapatoria a unas condiciones de vida insostenible. Cuando esto es así, como ha ocurrido recientemente en Europa, la inmigración masiva presenta un problema en los países receptores y en su población, sin olvidar a los recien llegados que son los más necesitados. Se da entonces la necesidad de encontrar el modo de subsistir y de convivir. Entiendo que es a esto a lo que te refieres. El problema es, como decíamos, que los recursos con los que cuenta un país, entre ellos el trabajo, son limitados y un incremento importante de la población va a afectar la demanda, creándose un cúmulo de situaciones especiales que es preciso contemplar y encauzar.
Surge el problema de la ilegalidad y de la competencia para obtener un trabajo y las prestaciones sociales que corresponden. Además está la cuestión cultural que se trae del país de origen que puede muy bien ser diferente y hasta chocante con el país de acogida.
La solución a todo esto obviamente no es fácil. El sentido común dice que mientras en los países de origen se sigan produciendo las mismas situaciones, estos traslados de población persistirán. El problema de los gobiernos por tanto, no se reduce a habilitar políticas internas sino a ir pensando en implementar una política exterior que aborde el problema de manera global.
El sentido común también dice que tiene que haber un cambio de paradigma en cuanto al empleo de los recursos, el tratamiento del dinero y también en civismo. La gente es cívica o quiere serlo, pero todavía antepone sus propias conveniencias o convicciones, ya que esa es la manera en que te obliga a obrar el sistema, por lo que hacer lo contrario parece un suicidio. Así, somos hostiles o egoístas a la fuerza, antes que ver cómo nuestro estilo de vida o identidad son vulneradas. Sin embargo deberíamos revisar las claves de ese estilo de vida que defendemos y qué entendemos por identidad. Hay valores que lo son y otros que no lo son. Del mismo modo que los gobiernos tienen responsabilidad a escala global por lo que ocurre en el mundo, nosotros también la tenemos y cuando digo nosotros me refiero a los ciudadanos del mundo. Si en silencio apoyamos, o nos identificamos con ciertas políticas o ideales, otorgamos que lo que ocurre en el mundo es lógico y le damos explicación, no habrá medio ni motivo para que cambie.
Reflexión profunda
El principio de actuación de una empresa, gobierno y de toda organización que persigue un fin racional y concreto es "hacer lo que funciona" o sea, accionar el mecanismo que sabemos tiene sus efectos, mientras que el ser humano es capaz de "actuar según aquello en lo que cree" olvidando el aspecto material, el juicio sobre otro o las consecuencias. Actuar por lo que se debe hacer, es una forma de actuar que no se aplica fuera del ámbito personal. En sociedad, esa forma de actuar no tiene razón de ser, donde lo que cuenta es la mecánica de las cosas.
Como ejemplo de lo anterior pongamos la ley. La ley, como elemento impersonal que es, resulta un instrumento mecánico, que actúa según los hechos, no demostrando más voluntad que la que fueron capaces de imbuirle sus legisladores y la de quienes la aplican, los cuales, se deben a esa voluntad implícita y a la suya propia que no debe ser otra que la de servir a la primera.
Una ley coherente para servir y proteger a la sociedad, debería ser un reflejo de lo que esa sociedad está compuesta, no de lo que es en su conjunto, sino de lo que es en todas sus partes y funcionar como tal. Sin embargo, la lay, sirve en abstracto, al sostenimiento del "sistema" bajo el supuesto y entendido de que la supervivencia del sistema es la nuestra. Ni la ley ni la forma de aplicarla, tienen que ver con la forma en que el ser humano llega a saber lo que debe hacer por la simple noción del bien. Es decir, la ley es racional porque para ser entendida debe serlo, y para ello debe basarse en cosas concretas, cosa que el ser humano no necesita. Los razonamientos del ser humano para "hacer lo que debe", no son cosa que la razón sea capaz de escrutar y poner en palabras.
El problema al que nos enfrentamos y que es el escollo que trata de salvar la ley, es la subjetividad del individuo en aras de un criterio universal que vela por la totalidad de los individuos, pero tal criterio es mera ilusión sin la posibilidad de aplicarlo a través de una conciencia global. La conciencia global no es más que la conciencia individual llevada al terreno colectivo, donde la forma de llegar a lo que se debe hacer no se basa en mecanismos ni en razonamientos lógicos sino en esa otra forma de razonar que clarifica lo que se debe hacer por que es lo correcto en función del bien, no de las consecuencias.
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