LAS personas que creen que Dios es una Trinidad y que Jesús es Dios señalan a Juan 1:1 y Juan 20:28 como prueba de dicha creencia.
En muchas traducciones Juan 1:1 dice: “En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Pero traductores concienzudos han tenido que reconocer que hay una diferencia entre los dos usos de la palabra “Dios” en este texto.
La versión en inglés llamada The New English Bible dice: “Lo que Dios era, lo era la Palabra”. Today’s English Version dice: “Él era lo mismo que Dios”. An American Translation dice: “La Palabra era divina”.
¿Por qué no dicen estas traducciones simplemente que la Palabra “era Dios”? Porque en griego, lengua en que originalmente se escribió esto, la palabra “Dios” en la segunda ocasión en que aparece no se usa de la misma manera que en la primera. El artículo definido “ho” (el) aparece antes de la palabra Dios en el primer caso, pero no en el segundo. Por eso The Anchor Bible dice: “Para conservar en inglés el matiz de diferencia entre theos [dios] con el artículo y sin él, algunos (Moffatt) traducirían ‘La Palabra era divina’”.
Podemos comprender mejor las palabras de Juan aquí si analizamos precisamente qué dijo. Note nuevamente que él escribió: “En el principio la Palabra existía”. Esto, por supuesto, no se refería al principio de Dios, pues Dios no tuvo principio (Salmo 90:1, 2). Era el principio de las cosas que Juan estaba considerando, incluso la creación de todas las demás cosas por “la Palabra”. Entonces Juan dijo: “La Palabra estaba con Dios”. Si alguien está con otro, obviamente los dos no son el mismo.
Claro, lo importante es saber lo que Juan quiso decir al escribir este pasaje. ¿Presenta esto un problema? Lo presenta si se quiere que el texto diga que Jesús es “DIOS”, pues en los escritos de Juan es bastante evidente que él no tenía entendido que Jesús fuera “Dios” en el mismo sentido que el Padre es Dios. Por ejemplo, en ese mismo capítulo, Juan escribió: “A Dios nadie jamás le vio. El Unigénito de Dios, que está en el seno del Padre, él es quien lo ha dado a conocer” (Juan 1:18, Franquesa-Solé). ¿Ha visto alguien a Dios? No. ¿Ha visto alguien a Jesús? ¡Claro que sí!
El Símbolo o Credo Atanasiano de la cristiandad, que define la Trinidad, dice: “Nadie es mayor ni menos que el otro”. No obstante, Juan repetidas veces registró las propias palabras de Jesús que demuestran la sumisión de él al Padre. Su Padre lo “envió”, su Padre le asignó obras, su Padre le dijo lo que debía hacer y decir, y Jesús dijo de sí que había venido, no a hacer su propia voluntad, “sino la voluntad del que [lo] envió”. (Juan 6:38; 3:17; 5:36; 8:28; 12:49, 50.)
Juan también registró la propia declaración de Jesús de que el Padre es “el único Dios verdadero”, y que “el Padre es mayor que yo” (Juan 17:3; 14:28). Registró seis ocasiones en que Jesús llamó al Padre “mi Dios”. Cinco de las ocasiones en que Jesús habló de “mi Dios” ocurrieron mucho tiempo después de la resurrección y ascensión de Jesús al cielo (Juan 20:17; Revelación 3:2, 12). Por lo menos cinco veces más, Juan cuidadosamente registró la distinción que existía, no solo entre el Padre y el Cordero, sino entre Dios y el Cordero Jesucristo (Revelación 1:1; 7:10; 21:22; 22:1-3). Juan dice que escribió, no para mostrar que Jesús fuera Dios, ni aun “Dios Hijo”, sino “para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios”. (Juan 20:31.)
Estas declaraciones muestran lo que Juan sabía acerca de la relación que existía entre Jesús y aquel a quien Jesús llamó “Dios”, conforme dice Juan. El texto de Juan 1:1 no las contradice. La traducción correcta de este versículo es: “En el principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios”. Ésta es la misma construcción que se encuentra en Hechos 28:6, donde se nos dice que la gente de Malta creía que Pablo era “un dios”.
Entonces, ¿qué hay de la manera como Tomás expresó asombro al ver al resucitado Jesús: “¡Mi Señor y mi Dios!” (Juan 20:24-29)? Tomás se sintió intensamente conmovido al darse cuenta del extraordinario hecho de que Jesucristo realmente había sido resucitado, y que él, Tomás, estaba ante él, cara a cara. Pero en el relato no hay nada que indique que Tomás haya creído que Jesús fuera igual al Padre. Juan, quien registró las palabras de Tomás, había citado palabras de Jesús en el sentido de que hasta a hombres se llamó “dioses”. Ciertamente el resucitado Señor Jesucristo es mayor que todo hombre (Juan 10:34, 35). Además, en el mismísimo capítulo en que leemos las palabras de Tomás, Juan registró la declaración de Jesús de que el Padre es el Dios de Jesús. (Juan 20:17.)
Pablo mostró que los cristianos del primer siglo entendían correctamente la relación que existía entre Jesús y su Padre celestial, al escribir que “realmente para nosotros hay un solo Dios el Padre [...] y hay un solo Señor, Jesucristo”. (1 Corintios 8:6.)