¿Por qué un perro no quiere jugar?
Entender correctamente el lenguaje canino y aprender a reconocer las conductas de juego, como es la clásica posición de juego, será muy importante a la hora de entender por qué un perro no quiere jugar.
Las causas orgánicas son las primeras que debemos descartar a la hora de querer identificar correctamente el problema. Una enfermedad, vírica o articular, por ejemplo, puede generar que el perro pierda interés por el juego. ¿Cómo podemos saber si un perro está enfermo? La forma más efectiva es, sin duda, acudir al veterinario. Mediante un análisis de sangre y la evaluación de problemas hormonales podemos descartar que se trate de una patología.
Los perros adoptados prematuramente tienden a no mostrar excesivas conductas de juego, por el contrario, aquellos que han recibido un exceso de estimulación pueden mostrar hiperactividad, falta de inhibición de la mordida durante el juego o estrés entre otros.
Como hemos mencionado, también existen otras causas que pueden provocar falta de interés por jugar. Si observas a tu perro sin ganas de comer, decaído, apagado, triste o con una actitud rara, puede estar padeciendo los siguientes problemas:
¿Qué hacer si mi perro no quiere jugar? ¿Cómo motivarlo?
Una vez descartada una posible patología y después de valorar que el entorno y la rutina diaria del perro sean las adecuadas, será importante conocer algunos trucos para motivar a un perro a jugar. Te explicamos algunos de ellos a continuación:
- Socializar con otros perros: la mejor forma de incitar a un perro a jugar es mediante el contacto social. Acude a un pipi-can cercano o queda con algún amigo o familiar que también tenga un perro para incitarle a relacionarse y, por ende, a mostrar conductas de juego. Aquellos perros que padezcan problemas de conducta o falta de aprendizaje de las no se integrarán positivamente y deberán utilizar otros métodos.
- Uso de juguetes: en el mercado podemos encontrar infinidad de juguetes para perros. Las pelotas, las cuerdas y los fresbees son los más populares, pero existen muchos más. Es recomendable adquirir varios para que el perro pueda elegir, de esta forma sabremos cuáles son los que más le atraen. Además, los juguetes de inteligencia o los juguetes expendedores de comida suelen aportar un extra añadido, la comida, que al mismo tiempo que estimula al perro a jugar le motivan y le refuerzan de forma positiva.
Finalmente te recordamos que es importante aprender a evaluar correctamente las necesidades del perro cuando tratamos de motivarle para que juegue. Es habitual que los perros excesivamente pequeños, los perros enfermos o los perros ancianos no quieran jugar constantemente, tenlo en cuenta.