Uno de los grandes aportes de los griegos -del periodo clásico- al pensamiento universal es, sin duda, el arte de la retórica que, como recordaremos, es un método que nos permite realizar aseveraciones válidas. Dicho en facilito: nos ayuda a no cometer errores lógicos o formales cuando emitimos juicios de valor sobre algo o sobre alguien, es decir, cuando más que opinar queremos expresar una verdad, condición o estado sobre cualquier cosa. Una de las reglas capitales de la retórica es jamás usar premisas universales cuando sólo sabemos algo -no importa si mucho, o poco, o casi todo- sobre alguna cuestión.
¿Y a qué viene todo esto? Ustedes se preguntarán. Si observan un poco más arriba en esta misma página, se encontrarán con un texto escrito por alguien que, a modo de respuesta a la pregunta original, quiso aportar al tema compartiendo con nosotros sus opiniones y juicios respecto a la anécdota del durmiente y enhiesto novio. Cuanto dice es válido como opinión, pero nada más. A partir de un par de experiencias personales, y claramente casi sin ninguna otra información o dato externo, no se puede, y sobre todo no se debe, establecer juicios universales de ningún tipo.
Por su puesto que la mayor parte del tiempo la mayor parte de los varones se despertarán -algunos más rápido, otros no tanto- con los estímulos sensoriales que le son proporcionados por tan generosa compañía. Algunos incluso, como bien lo explica en su respuesta el primer y acertado aportante, acoplarán estas señales al mundo subconsciente y onírico, ojalá como delicioso sueño y no como pesadilla –nunca se sabe con el subconsciente-. Pero siempre hay excepciones. Quizá un metabolismo peculiar, o porque estuvo sin dormir dos días quién sabe por qué razones, o simplemente porque la víspera se pegó tremenda borrachera con los amigos. El caso es que, si buscamos con paciencia y con esmero, nos encontraremos con innumerables casos y ocasiones en que el novio nunca despertó a pesar de los esfuerzos y afanes de su contrariada pareja.
A mí, me ocurrió una vez, sólo una. Si mi novia no me lo hubiera contado, nunca lo habría sabido. A mi descargo puedo decir que casi no había dormido en tres días pues estaba terminando mi tesis de grado. Todas las demás ocasiones similares, siempre tuve un pronto y alegre despertar.