Ser mama
Buenas tardes
Si me puedes ayudar te lo agradezco, tengo 30 años un año de casada y tratando de tener un hijo y no hemos podido ya llevo 4 inseminaciones y sin resultado
Si me puedes ayudar te lo agradezco, tengo 30 años un año de casada y tratando de tener un hijo y no hemos podido ya llevo 4 inseminaciones y sin resultado
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Respuesta de mclaffi L.
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mclaffi L., Soy Testigo de estudio y sigo al gran Díos y señor del universo...
Estimada sammy19 gracias por confiarme este gran situación que los aqueja contestame si alguna preguntas para conocer su situación:
_¿que diagnostico medico tienes cual de los dos es el que precenta alguna dificultad?
_ ¿has barajdo todas las alternativas?
_¿como te cientes tú y tu esposo y cual esta mas afectado por esta situación?
_¿has pensado en la adopción?
_¿como va tú matrimonio sientes que esta situacion puede causar alguna dificultad en tú matrimonio?
Disculpa las preguntas is son muy fuertes pero son necesarias
_¿que diagnostico medico tienes cual de los dos es el que precenta alguna dificultad?
_ ¿has barajdo todas las alternativas?
_¿como te cientes tú y tu esposo y cual esta mas afectado por esta situación?
_¿has pensado en la adopción?
_¿como va tú matrimonio sientes que esta situacion puede causar alguna dificultad en tú matrimonio?
Disculpa las preguntas is son muy fuertes pero son necesarias
El diagnostico medico es que el moco cervical es malo (soy yo la del problema
La única alterantiva clinicamente es la inseminación o un milagro de Dios
nos sentimos bien un poco tranquilos porque apenas llevamos 4 meses buscando. La más afectada soy yo
No he pensado en adopción
mi matrimonio bien, la situación no ha causado nada ambos nos apoyamos y tenemos mucha fe
La única alterantiva clinicamente es la inseminación o un milagro de Dios
nos sentimos bien un poco tranquilos porque apenas llevamos 4 meses buscando. La más afectada soy yo
No he pensado en adopción
mi matrimonio bien, la situación no ha causado nada ambos nos apoyamos y tenemos mucha fe
Estimada sammy19 lee el relato de Ana que tenia un problema como el tuyo quiss más grave y su caso sale en la biblia me gustaría que puedas leerlo de la biblia misma ya que para pedirle a Dios debes de acercarte a el y en oración el te escuchara, recuerda que orara no es lo mismo que resar por eso te cuento más abajo como orara de una manera que e nos escuche importante es que uses tu biblia cuando es citada para que conozcas más a Nuestro Dios todopoderoso y el vera tu corazón y tu fe que tiene que ser conforme a la verdad (por eso es importante que leas las citas bíblicas) y el te ayudara en tu padecimiento. Que el Dios Todo poderoso y de todo consuelo te Bendiga conforme tus palabras. Y te de lo que le pides.
Ana... una mujer que halló consuelo en la oración
ANA, una mujer que no tenía hijos, vivió en un tiempo en que las mujeres consideraban la esterilidad como una terrible maldición. Los sentimientos de éstas eran como los de Raquel, quien, en estado de desesperación, dijo a su esposo Jacob: "Dame hijos o si no seré mujer muerta." (Gén. 30:1) Ana, también, pensaba que, por no tener hijos, no estaba cumpliendo a plenitud con su condición de mujer. El hecho de que solo era una de las dos esposas de Elcana hacía más difícil el problema. Algo que especialmente complicaba la situación era que, por medio de su esposa Penina, Elcana había tenido hijos e hijas.
Cuando Elcana y su familia viajaban al santuario de Silo para adorar, Penina aprovechaba la situación para burlarse de Ana, y se mofaba de ella debido a la esterilidad de Ana. Ana cedía al llanto y no comía su porción de la comida del sacrificio que se ofrecía. Entonces su esposo trataba de consolarla, y le decía: "Ana, ¿por qué lloras, y por qué no comes, y por qué se siente mal tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?"-1 Sam. 1:2-8.
Finalmente, Ana encomendó todas sus inquietudes a Jehová Dios. En una ocasión, mientras estaba en Silo, se levantó de la mesa y "se puso a orar a Jehová y a llorar profusamente." (1 Sam. 1:9, 10) Con verdadera sinceridad, Ana suplicó: "Oh Jehová . . . si miras sin falta la aflicción de tu esclava y realmente te acuerdas de mí, y no te olvidas de tu esclava y realmente le das a tu esclava prole varón, yo ciertamente lo daré a Jehová todos los días de su vida, y no vendrá navaja sobre su cabeza."-1 Sam. 1:11.
Puesto que Ana solamente movía los labios mientras en su interior derramaba su angustia ante Jehová, el sumo sacerdote Elí concluyó que ella estaba embriagada y la reprendió. Pero Ana explicó de inmediato: "¡No, señor mío! Soy una mujer duramente oprimida de espíritu; y no he bebido vino ni licor embriagante, sino que derramo mi alma delante de Jehová. No tomes a tu esclava por una mujer que no sirve para nada, porque es de la abundancia de mi preocupación y mi vejación que he hablado hasta ahora."-1 Sam. 1:15, 16.
Elí, reconociendo su error, le deseó la bendición de Jehová y le dijo: "Ve en paz, y que el Dios de Israel te conceda tu petición que le has pedido."-1 Sam. 1:17.
¿Qué efecto tuvieron en Ana su oración y las palabras de Elí? Le comunicaron verdadero consuelo. Ana volvió a comer y "su rostro no volvió a mostrar preocupación por su propia situación." (1 Sam. 1:18) Puesto que había encomendado el asunto a Dios, se sintió libre de la angustia que sentía en lo recóndito de su ser. Ana comprendía que el Altísimo se interesaba en ella como persona, y con confianza buscó la ayuda de él. Aunque no sabía en qué pararía la situación en que se hallaba, Ana disfrutaba de cierta paz interior. Debe haber reconocido, o que su período de esterilidad terminaría, o que de alguna manera Jehová Dios llenaría el vacío que en su vida producía su esterilidad.
La confianza de Ana en el Dios Todopoderoso ciertamente no resultó mal fundada. Ella dio a luz un bebé y lo llamó Samuel. Después de destetarlo, Ana entregó a Samuel al santuario, para que rindiera servicio allí. (1 Sam. 1:19-28) Puesto que para los levitas la Biblia menciona un registro genealógico "de tres años de edad para arriba," bien puede ser que en aquel tiempo el muchacho tuviera por lo menos tres años de edad.-2 Cró. 31:16.
Llena de agradecimiento por la bondad de Jehová con ella, Ana hizo una oración de agradecimiento. Esta oración glorifico a Jehová como el Inigualable. Ana dijo: "No hay nadie santo como Jehová, porque no hay nadie fuera de ti; y no hay roca como nuestro Dios." (1 Sam. 2:2) En su propio caso Ana había experimentado que el Altísimo es como una roca firme, es decir, confiable y estable. Uno ciertamente puede depender de él.
Había bendiciones adicionales para Ana. Llegó la ocasión en que vino con su esposo a Silo, y Elí los bendijo a ambos y dijo: "Que Jehová te asigne prole de esta esposa en lugar de la cosa prestada [Samuel], que se le prestó a Jehová." (1 Sam. 2:20) Ana tuvo el gozo de ver el cumplimiento de aquella bendición. Con el tiempo llegó a ser madre de tres muchachos más, y de dos muchachas. -1 Sam. 2:21.
Tal como Ana encontró consuelo en la oración, nosotros también podemos recibir estímulo al encomendar nuestras preocupaciones a Jehová Dios. Él contestará todas las peticiones que estén en armonía con su propósito. Por lo tanto, cuando, al igual que Ana, abramos nuestro corazón a nuestro Padre celestial, 'no volvamos a mostrar preocupación por nuestra propia situación,' sino confiemos en que él removerá nuestra carga, si esto es su voluntad, o hará posible que la podamos soportar.
¿Qué lecciones aprendemos de este relato? Cuando le contamos a Jehová Dios nuestros problemas, podemos hablarle con total sinceridad y hacerle peticiones concretas. Si no hay nada más que podamos hacer para solucionarlos, debemos dejarlo todo en sus manos; es lo mejor (Proverbios 3:5, 6).
Pero para pedirle a Dios (cuyo nombre es Jehová salmo 83:18) debemos orarle y para que nuestras oraciones lleguen a el me gutaria que leyeras como orar de una manera que el nos escuche:
¿Por qué debemos orar a jehová?
3 Una razón importante por la que debemos orar a Jehová es que él nos invita a hacerlo. Su Palabra dice: "No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús" (Filipenses 4:6, 7). Seguramente, no queremos rechazar una invitación tan bondadosa del Gobernante Supremo del universo.
4 Otra razón por la que debemos orar es que cuando lo hacemos con frecuencia, se estrecha nuestra relación con Jehová. Los buenos amigos no se comunican solo cuando necesitan algo, sino en cualquier momento, porque se interesan el uno en el otro. Su amistad se va fortaleciendo a medida que se expresan con toda libertad sus pensamientos, preocupaciones y sentimientos. En cierto sentido, algo parecido ocurre con nuestra relación con Jehová. Gracias a este libro, usted ha aprendido mucho sobre lo que la Biblia enseña acerca de Jehová, su personalidad y su propósito. Ha llegado a ver a Dios como una persona real. Pues bien, la oración le permite expresar a su Padre celestial sus pensamientos y sentimientos más íntimos. Y de esa forma se acercará más a él (Santiago 4:8).
¿Qué condiciones hay que cumplir?
5 ¿Escucha Jehová todas las oraciones? Fíjese en lo que les dijo a los israelitas rebeldes que vivían en el tiempo del profeta Isaías: "Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos se han llenado de derramamiento de sangre" (Isaías 1:15). Así que si nos comportamos de una manera que Dios no aprueba, él no escuchará nuestras oraciones. Por tanto, para que sí las escuche, debemos cumplir algunas condiciones básicas.
6 Una condición esencial es tener fe (Marcos 11:24). El apóstol Pablo escribió: "Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan" (Hebreos 11:6, Nueva Versión Internacional). Sin embargo, para tener fe verdadera no basta con saber que Dios existe y que escucha y responde las oraciones. La fe se demuestra con acciones. En nuestro modo de vida debe notarse claramente que tenemos fe (Santiago 2:26).
7 Otra condición que pone Jehová es que la oración se haga con humildad y sinceridad. ¿Y no es verdad que tenemos muchas razones para ser humildes al hablar con Dios? Cuando la gente tiene la oportunidad de conversar con un rey o un presidente, suele hacerlo con respeto, pues reconoce la elevada posición que ocupa esa persona. Sin duda, Jehová merece que nos dirijamos a él con mucho más respeto (Salmo 138:6). Al fin y al cabo, es el "Dios Todopoderoso" (Génesis 17:1). Nuestra forma de hablarle debe indicar que reconocemos humildemente que somos muy inferiores a él. Dicha humildad también nos impulsará a orarle con toda sinceridad y a no hacerlo mecánicamente ni repetir siempre lo mismo (Mateo 6:7, 8).
8 Otra condición para que Dios nos escuche es que hagamos todo lo posible por actuar de acuerdo con nuestras oraciones. Por ejemplo, si le pedimos a Jehová "nuestro pan para este día", debemos trabajar duro en cualquier empleo que hallemos, siempre y cuando podamos realizarlo (Mateo 6:11; 2 Tesalonicenses 3:10). Igualmente, si le rogamos que nos ayude a vencer una debilidad, tenemos que evitar situaciones que pudieran someternos a una tentación (Colosenses 3:5). Pero además de conocer estas condiciones básicas para orar a Dios, necesitamos saber la respuesta a algunas preguntas sobre la oración.
Preguntas sobre la oración
9 ¿A quién debemos orar? Jesús enseñó a sus discípulos a orar así: "Padre nuestro que estás en los cielos" (Mateo 6:9). Por lo tanto, debemos dirigir nuestras oraciones únicamente a Jehová Dios. Sin embargo, él quiere que reconozcamos la posición que ocupa su Hijo unigénito, Jesucristo. Como vimos en el capítulo 5, Jehová envió a Jesús a la Tierra para que fuera el rescate que nos liberara del pecado y la muerte (Juan 3:16; Romanos 5:12). Además, lo nombró Sumo Sacerdote y Juez (Juan 5:22; Hebreos 6:20). Por eso, las Escrituras nos dicen que oremos mediante Jesús. Él mismo dijo: "Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). Para que nuestras oraciones sean escuchadas, deben ir dirigidas únicamente a Jehová por medio de su Hijo.
10 ¿Hay qué adoptar una postura especial? No. Jehová no nos pide que pongamos de cierta manera las manos o el cuerpo entero. La Biblia enseña que hay varias posturas adecuadas para orar. Por ejemplo, la persona puede estar sentada, inclinada, arrodillada o de pie (1 Crónicas 17:16; Nehemías 8:6; Daniel 6:10; Marcos 11:25). Lo que de verdad importa no es adoptar una postura para que nos vean, sino tener la debida actitud. De hecho, podemos orar en silencio y en cualquier lugar, tanto si estamos realizando nuestras labores habituales como si surge una emergencia. Puede que nadie se dé cuenta de que estamos orando, pero Jehová sí nos escucha (Nehemías 2:1-6).
11 ¿Qué asuntos podemos mencionar en nuestras oraciones? La Biblia responde: "No importa [...] lo que pidamos", siempre que sea "conforme a su voluntad, [Jehová] nos oye" (1 Juan 5:14). Así que podemos incluir cualquier asunto que esté de acuerdo con la voluntad de Dios. Por ejemplo, ¿desea él que le contemos nuestras preocupaciones? ¡Claro que sí! Orar a Jehová es como hablar con un amigo íntimo. Podemos 'derramarle nuestro corazón', es decir, expresarle con toda confianza lo que sentimos (Salmo 62:8). También es apropiado pedirle que nos ayude con su espíritu santo a hacer lo que está bien (Lucas 11:13). Además, le rogamos que nos guíe para tomar buenas decisiones y que nos dé fuerzas para aguantar las dificultades (Santiago 1:5). Cuando pecamos, debemos suplicarle que nos perdone, teniendo en cuenta nuestra fe en el sacrificio de Cristo (Efesios 1:3, 7). Pero no oremos solo por nosotros, sino también por otras personas, como nuestros familiares o hermanos cristianos (Hechos 12:5; Colosenses 4:12).
12 En nuestras oraciones debemos dar la máxima importancia a las cuestiones relacionadas con Jehová Dios. Tenemos razones de sobra para alabarlo y darle gracias de todo corazón por su gran bondad (1 Crónicas 29:10-13). En Mateo 6:9-13 encontramos la oración que Jesús dio como modelo. En ella se nos enseña a pedir que se santifique el nombre de Dios, es decir, que se trate como algo santo o sagrado. A continuación se pide que venga el Reino de Dios y que se haga la voluntad divina en la Tierra como se hace en el cielo. Notemos que Jesús incluye los asuntos personales después de mencionar estas cuestiones importantes relacionadas con Jehová. Si nosotros también dejamos que Dios ocupe el lugar más importante en nuestras oraciones, demostraremos que no estamos interesados solo en nuestro bienestar.
13 ¿Cuánto deben durar nuestras oraciones? La Biblia no pone límites a la duración de las oraciones, sean privadas o públicas. Pueden ser cortas, como las que hacemos antes de comer, o largas, como cuando le abrimos el corazón a Jehová en privado (1 Samuel 1:12, 15). No obstante, Jesús condenó a los santurrones que hacían oraciones interminables para llamar la atención (Lucas 20:46, 47). Eso no impresiona a Jehová. Lo importante es orar con sinceridad. Por lo tanto, la duración de las oraciones dependerá de las necesidades y las circunstancias.
14 ¿Con qué frecuencia debemos orar? La Biblia nos dice: "Oren de continuo", "perseveren en la oración" y "oren incesantemente" (Mateo 26:41; Romanos 12:12; 1 Tesalonicenses 5:17). Eso no quiere decir que vamos a pasar las veinticuatro horas orando. Significa, más bien, que todos los días debemos ofrecer oraciones a Jehová para darle gracias por su bondad y para pedirle que nos guíe, consuele y dé fuerzas. ¡Qué bendición! Jehová nos permite orarle todas las veces que queramos y por tanto tiempo como deseemos. Si valoramos el privilegio de hablar con nuestro Padre celestial, encontraremos muchas ocasiones para hacerlo.
15 ¿Por qué deberíamos terminar diciendo "amén"? Esa palabra significa "así sea", "ciertamente". Hay ejemplos bíblicos que muestran que es conveniente finalizar las oraciones personales y públicas diciendo "amén" (1 Crónicas 16:36; Salmo 41:13). Cuando decimos "amén" en privado, confirmamos que nuestras palabras han sido sinceras. Cuando lo decimos en público (sea en silencio o en voz alta), manifestamos que estamos de acuerdo con lo que se ha expresado (1 Corintios 14:16).
¿Cómo responde dios nuestras oraciones?
16 ¿De verdad responde Jehová nuestras oraciones? ¡Por supuesto que sí! Tenemos buenas razones para confiar en que el "Oidor de la oración" contesta las oraciones sinceras que le hacemos millones de personas (Salmo 65:2). Y su respuesta puede llegarnos de varias maneras.
17 Por ejemplo, para contestar las oraciones, Jehová utiliza a sus ángeles y a los seres humanos que le sirven (Hebreos 1:13, 14). Muchas personas que han orado pidiendo ayuda para entender la Biblia han recibido poco después la visita de un siervo de Jehová. Tales experiencias indican que los ángeles dirigen la predicación del Reino (Revelación [Apocalipsis] 14:6). Por otra parte, cuando nos encontramos en un momento de necesidad, Jehová puede contestar nuestras oraciones impulsando a un cristiano a que nos ayude (Proverbios 12:25; Santiago 2:16).
18 Jehová Dios también responde las oraciones de sus siervos mediante su espíritu santo y su Palabra, la Biblia. Cuando le pedimos ayuda para superar algún problema, él puede guiarnos y fortalecernos con su espíritu santo (2 Corintios 4:7). Y cuando le oramos para tomar buenas decisiones, muchas veces nos contesta mediante las Santas Escrituras. Tal vez encontremos versículos útiles durante nuestro estudio personal de la Biblia o al leer publicaciones cristianas, como este libro. Además, es posible que se nos recuerden los principios bíblicos que debemos tener en cuenta. Esto pudiera ocurrir, por ejemplo, cuando asistimos a una reunión cristiana o cuando nos aconseja un anciano de la congregación que se preocupa por nosotros (Gálatas 6:1).
19 A veces pudiera parecernos que Jehová tarda en contestar nuestras súplicas, pero eso no quiere decir que no pueda responderlas. Recordemos que Jehová nos contestará de la manera y en el momento que él crea convenientes. Él conoce bien nuestras necesidades y sabe cómo satisfacerlas mejor que nosotros mismos. Muchas veces deja que sigamos "pidiendo", "buscando" y "tocando" (Lucas 11:5-10). Si así lo hacemos, le demostraremos que nuestro deseo es intenso y nuestra fe es auténtica. Además, tal vez Jehová nos conteste de una forma que no resulte evidente para nosotros. Por ejemplo, si le oramos porque se nos ha presentado cierta dificultad, es posible que en vez de eliminarla, nos dé las fuerzas para aguantarla (Filipenses 4:13).
20 Estamos muy agradecidos al Creador del inmenso universo, pues está cerca de todos los que lo invocamos orándole como él desea (Salmo 145:18). Aprovechemos bien el gran privilegio de la oración. Si lo hacemos, tendremos la satisfacción de saber que podremos acercarnos cada vez más a Jehová, el Oidor de la oración.
Cual quier cosa me escribes
Ana... una mujer que halló consuelo en la oración
ANA, una mujer que no tenía hijos, vivió en un tiempo en que las mujeres consideraban la esterilidad como una terrible maldición. Los sentimientos de éstas eran como los de Raquel, quien, en estado de desesperación, dijo a su esposo Jacob: "Dame hijos o si no seré mujer muerta." (Gén. 30:1) Ana, también, pensaba que, por no tener hijos, no estaba cumpliendo a plenitud con su condición de mujer. El hecho de que solo era una de las dos esposas de Elcana hacía más difícil el problema. Algo que especialmente complicaba la situación era que, por medio de su esposa Penina, Elcana había tenido hijos e hijas.
Cuando Elcana y su familia viajaban al santuario de Silo para adorar, Penina aprovechaba la situación para burlarse de Ana, y se mofaba de ella debido a la esterilidad de Ana. Ana cedía al llanto y no comía su porción de la comida del sacrificio que se ofrecía. Entonces su esposo trataba de consolarla, y le decía: "Ana, ¿por qué lloras, y por qué no comes, y por qué se siente mal tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?"-1 Sam. 1:2-8.
Finalmente, Ana encomendó todas sus inquietudes a Jehová Dios. En una ocasión, mientras estaba en Silo, se levantó de la mesa y "se puso a orar a Jehová y a llorar profusamente." (1 Sam. 1:9, 10) Con verdadera sinceridad, Ana suplicó: "Oh Jehová . . . si miras sin falta la aflicción de tu esclava y realmente te acuerdas de mí, y no te olvidas de tu esclava y realmente le das a tu esclava prole varón, yo ciertamente lo daré a Jehová todos los días de su vida, y no vendrá navaja sobre su cabeza."-1 Sam. 1:11.
Puesto que Ana solamente movía los labios mientras en su interior derramaba su angustia ante Jehová, el sumo sacerdote Elí concluyó que ella estaba embriagada y la reprendió. Pero Ana explicó de inmediato: "¡No, señor mío! Soy una mujer duramente oprimida de espíritu; y no he bebido vino ni licor embriagante, sino que derramo mi alma delante de Jehová. No tomes a tu esclava por una mujer que no sirve para nada, porque es de la abundancia de mi preocupación y mi vejación que he hablado hasta ahora."-1 Sam. 1:15, 16.
Elí, reconociendo su error, le deseó la bendición de Jehová y le dijo: "Ve en paz, y que el Dios de Israel te conceda tu petición que le has pedido."-1 Sam. 1:17.
¿Qué efecto tuvieron en Ana su oración y las palabras de Elí? Le comunicaron verdadero consuelo. Ana volvió a comer y "su rostro no volvió a mostrar preocupación por su propia situación." (1 Sam. 1:18) Puesto que había encomendado el asunto a Dios, se sintió libre de la angustia que sentía en lo recóndito de su ser. Ana comprendía que el Altísimo se interesaba en ella como persona, y con confianza buscó la ayuda de él. Aunque no sabía en qué pararía la situación en que se hallaba, Ana disfrutaba de cierta paz interior. Debe haber reconocido, o que su período de esterilidad terminaría, o que de alguna manera Jehová Dios llenaría el vacío que en su vida producía su esterilidad.
La confianza de Ana en el Dios Todopoderoso ciertamente no resultó mal fundada. Ella dio a luz un bebé y lo llamó Samuel. Después de destetarlo, Ana entregó a Samuel al santuario, para que rindiera servicio allí. (1 Sam. 1:19-28) Puesto que para los levitas la Biblia menciona un registro genealógico "de tres años de edad para arriba," bien puede ser que en aquel tiempo el muchacho tuviera por lo menos tres años de edad.-2 Cró. 31:16.
Llena de agradecimiento por la bondad de Jehová con ella, Ana hizo una oración de agradecimiento. Esta oración glorifico a Jehová como el Inigualable. Ana dijo: "No hay nadie santo como Jehová, porque no hay nadie fuera de ti; y no hay roca como nuestro Dios." (1 Sam. 2:2) En su propio caso Ana había experimentado que el Altísimo es como una roca firme, es decir, confiable y estable. Uno ciertamente puede depender de él.
Había bendiciones adicionales para Ana. Llegó la ocasión en que vino con su esposo a Silo, y Elí los bendijo a ambos y dijo: "Que Jehová te asigne prole de esta esposa en lugar de la cosa prestada [Samuel], que se le prestó a Jehová." (1 Sam. 2:20) Ana tuvo el gozo de ver el cumplimiento de aquella bendición. Con el tiempo llegó a ser madre de tres muchachos más, y de dos muchachas. -1 Sam. 2:21.
Tal como Ana encontró consuelo en la oración, nosotros también podemos recibir estímulo al encomendar nuestras preocupaciones a Jehová Dios. Él contestará todas las peticiones que estén en armonía con su propósito. Por lo tanto, cuando, al igual que Ana, abramos nuestro corazón a nuestro Padre celestial, 'no volvamos a mostrar preocupación por nuestra propia situación,' sino confiemos en que él removerá nuestra carga, si esto es su voluntad, o hará posible que la podamos soportar.
¿Qué lecciones aprendemos de este relato? Cuando le contamos a Jehová Dios nuestros problemas, podemos hablarle con total sinceridad y hacerle peticiones concretas. Si no hay nada más que podamos hacer para solucionarlos, debemos dejarlo todo en sus manos; es lo mejor (Proverbios 3:5, 6).
Pero para pedirle a Dios (cuyo nombre es Jehová salmo 83:18) debemos orarle y para que nuestras oraciones lleguen a el me gutaria que leyeras como orar de una manera que el nos escuche:
¿Por qué debemos orar a jehová?
3 Una razón importante por la que debemos orar a Jehová es que él nos invita a hacerlo. Su Palabra dice: "No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús" (Filipenses 4:6, 7). Seguramente, no queremos rechazar una invitación tan bondadosa del Gobernante Supremo del universo.
4 Otra razón por la que debemos orar es que cuando lo hacemos con frecuencia, se estrecha nuestra relación con Jehová. Los buenos amigos no se comunican solo cuando necesitan algo, sino en cualquier momento, porque se interesan el uno en el otro. Su amistad se va fortaleciendo a medida que se expresan con toda libertad sus pensamientos, preocupaciones y sentimientos. En cierto sentido, algo parecido ocurre con nuestra relación con Jehová. Gracias a este libro, usted ha aprendido mucho sobre lo que la Biblia enseña acerca de Jehová, su personalidad y su propósito. Ha llegado a ver a Dios como una persona real. Pues bien, la oración le permite expresar a su Padre celestial sus pensamientos y sentimientos más íntimos. Y de esa forma se acercará más a él (Santiago 4:8).
¿Qué condiciones hay que cumplir?
5 ¿Escucha Jehová todas las oraciones? Fíjese en lo que les dijo a los israelitas rebeldes que vivían en el tiempo del profeta Isaías: "Aunque hagan muchas oraciones, no escucho; sus mismas manos se han llenado de derramamiento de sangre" (Isaías 1:15). Así que si nos comportamos de una manera que Dios no aprueba, él no escuchará nuestras oraciones. Por tanto, para que sí las escuche, debemos cumplir algunas condiciones básicas.
6 Una condición esencial es tener fe (Marcos 11:24). El apóstol Pablo escribió: "Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan" (Hebreos 11:6, Nueva Versión Internacional). Sin embargo, para tener fe verdadera no basta con saber que Dios existe y que escucha y responde las oraciones. La fe se demuestra con acciones. En nuestro modo de vida debe notarse claramente que tenemos fe (Santiago 2:26).
7 Otra condición que pone Jehová es que la oración se haga con humildad y sinceridad. ¿Y no es verdad que tenemos muchas razones para ser humildes al hablar con Dios? Cuando la gente tiene la oportunidad de conversar con un rey o un presidente, suele hacerlo con respeto, pues reconoce la elevada posición que ocupa esa persona. Sin duda, Jehová merece que nos dirijamos a él con mucho más respeto (Salmo 138:6). Al fin y al cabo, es el "Dios Todopoderoso" (Génesis 17:1). Nuestra forma de hablarle debe indicar que reconocemos humildemente que somos muy inferiores a él. Dicha humildad también nos impulsará a orarle con toda sinceridad y a no hacerlo mecánicamente ni repetir siempre lo mismo (Mateo 6:7, 8).
8 Otra condición para que Dios nos escuche es que hagamos todo lo posible por actuar de acuerdo con nuestras oraciones. Por ejemplo, si le pedimos a Jehová "nuestro pan para este día", debemos trabajar duro en cualquier empleo que hallemos, siempre y cuando podamos realizarlo (Mateo 6:11; 2 Tesalonicenses 3:10). Igualmente, si le rogamos que nos ayude a vencer una debilidad, tenemos que evitar situaciones que pudieran someternos a una tentación (Colosenses 3:5). Pero además de conocer estas condiciones básicas para orar a Dios, necesitamos saber la respuesta a algunas preguntas sobre la oración.
Preguntas sobre la oración
9 ¿A quién debemos orar? Jesús enseñó a sus discípulos a orar así: "Padre nuestro que estás en los cielos" (Mateo 6:9). Por lo tanto, debemos dirigir nuestras oraciones únicamente a Jehová Dios. Sin embargo, él quiere que reconozcamos la posición que ocupa su Hijo unigénito, Jesucristo. Como vimos en el capítulo 5, Jehová envió a Jesús a la Tierra para que fuera el rescate que nos liberara del pecado y la muerte (Juan 3:16; Romanos 5:12). Además, lo nombró Sumo Sacerdote y Juez (Juan 5:22; Hebreos 6:20). Por eso, las Escrituras nos dicen que oremos mediante Jesús. Él mismo dijo: "Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6). Para que nuestras oraciones sean escuchadas, deben ir dirigidas únicamente a Jehová por medio de su Hijo.
10 ¿Hay qué adoptar una postura especial? No. Jehová no nos pide que pongamos de cierta manera las manos o el cuerpo entero. La Biblia enseña que hay varias posturas adecuadas para orar. Por ejemplo, la persona puede estar sentada, inclinada, arrodillada o de pie (1 Crónicas 17:16; Nehemías 8:6; Daniel 6:10; Marcos 11:25). Lo que de verdad importa no es adoptar una postura para que nos vean, sino tener la debida actitud. De hecho, podemos orar en silencio y en cualquier lugar, tanto si estamos realizando nuestras labores habituales como si surge una emergencia. Puede que nadie se dé cuenta de que estamos orando, pero Jehová sí nos escucha (Nehemías 2:1-6).
11 ¿Qué asuntos podemos mencionar en nuestras oraciones? La Biblia responde: "No importa [...] lo que pidamos", siempre que sea "conforme a su voluntad, [Jehová] nos oye" (1 Juan 5:14). Así que podemos incluir cualquier asunto que esté de acuerdo con la voluntad de Dios. Por ejemplo, ¿desea él que le contemos nuestras preocupaciones? ¡Claro que sí! Orar a Jehová es como hablar con un amigo íntimo. Podemos 'derramarle nuestro corazón', es decir, expresarle con toda confianza lo que sentimos (Salmo 62:8). También es apropiado pedirle que nos ayude con su espíritu santo a hacer lo que está bien (Lucas 11:13). Además, le rogamos que nos guíe para tomar buenas decisiones y que nos dé fuerzas para aguantar las dificultades (Santiago 1:5). Cuando pecamos, debemos suplicarle que nos perdone, teniendo en cuenta nuestra fe en el sacrificio de Cristo (Efesios 1:3, 7). Pero no oremos solo por nosotros, sino también por otras personas, como nuestros familiares o hermanos cristianos (Hechos 12:5; Colosenses 4:12).
12 En nuestras oraciones debemos dar la máxima importancia a las cuestiones relacionadas con Jehová Dios. Tenemos razones de sobra para alabarlo y darle gracias de todo corazón por su gran bondad (1 Crónicas 29:10-13). En Mateo 6:9-13 encontramos la oración que Jesús dio como modelo. En ella se nos enseña a pedir que se santifique el nombre de Dios, es decir, que se trate como algo santo o sagrado. A continuación se pide que venga el Reino de Dios y que se haga la voluntad divina en la Tierra como se hace en el cielo. Notemos que Jesús incluye los asuntos personales después de mencionar estas cuestiones importantes relacionadas con Jehová. Si nosotros también dejamos que Dios ocupe el lugar más importante en nuestras oraciones, demostraremos que no estamos interesados solo en nuestro bienestar.
13 ¿Cuánto deben durar nuestras oraciones? La Biblia no pone límites a la duración de las oraciones, sean privadas o públicas. Pueden ser cortas, como las que hacemos antes de comer, o largas, como cuando le abrimos el corazón a Jehová en privado (1 Samuel 1:12, 15). No obstante, Jesús condenó a los santurrones que hacían oraciones interminables para llamar la atención (Lucas 20:46, 47). Eso no impresiona a Jehová. Lo importante es orar con sinceridad. Por lo tanto, la duración de las oraciones dependerá de las necesidades y las circunstancias.
14 ¿Con qué frecuencia debemos orar? La Biblia nos dice: "Oren de continuo", "perseveren en la oración" y "oren incesantemente" (Mateo 26:41; Romanos 12:12; 1 Tesalonicenses 5:17). Eso no quiere decir que vamos a pasar las veinticuatro horas orando. Significa, más bien, que todos los días debemos ofrecer oraciones a Jehová para darle gracias por su bondad y para pedirle que nos guíe, consuele y dé fuerzas. ¡Qué bendición! Jehová nos permite orarle todas las veces que queramos y por tanto tiempo como deseemos. Si valoramos el privilegio de hablar con nuestro Padre celestial, encontraremos muchas ocasiones para hacerlo.
15 ¿Por qué deberíamos terminar diciendo "amén"? Esa palabra significa "así sea", "ciertamente". Hay ejemplos bíblicos que muestran que es conveniente finalizar las oraciones personales y públicas diciendo "amén" (1 Crónicas 16:36; Salmo 41:13). Cuando decimos "amén" en privado, confirmamos que nuestras palabras han sido sinceras. Cuando lo decimos en público (sea en silencio o en voz alta), manifestamos que estamos de acuerdo con lo que se ha expresado (1 Corintios 14:16).
¿Cómo responde dios nuestras oraciones?
16 ¿De verdad responde Jehová nuestras oraciones? ¡Por supuesto que sí! Tenemos buenas razones para confiar en que el "Oidor de la oración" contesta las oraciones sinceras que le hacemos millones de personas (Salmo 65:2). Y su respuesta puede llegarnos de varias maneras.
17 Por ejemplo, para contestar las oraciones, Jehová utiliza a sus ángeles y a los seres humanos que le sirven (Hebreos 1:13, 14). Muchas personas que han orado pidiendo ayuda para entender la Biblia han recibido poco después la visita de un siervo de Jehová. Tales experiencias indican que los ángeles dirigen la predicación del Reino (Revelación [Apocalipsis] 14:6). Por otra parte, cuando nos encontramos en un momento de necesidad, Jehová puede contestar nuestras oraciones impulsando a un cristiano a que nos ayude (Proverbios 12:25; Santiago 2:16).
18 Jehová Dios también responde las oraciones de sus siervos mediante su espíritu santo y su Palabra, la Biblia. Cuando le pedimos ayuda para superar algún problema, él puede guiarnos y fortalecernos con su espíritu santo (2 Corintios 4:7). Y cuando le oramos para tomar buenas decisiones, muchas veces nos contesta mediante las Santas Escrituras. Tal vez encontremos versículos útiles durante nuestro estudio personal de la Biblia o al leer publicaciones cristianas, como este libro. Además, es posible que se nos recuerden los principios bíblicos que debemos tener en cuenta. Esto pudiera ocurrir, por ejemplo, cuando asistimos a una reunión cristiana o cuando nos aconseja un anciano de la congregación que se preocupa por nosotros (Gálatas 6:1).
19 A veces pudiera parecernos que Jehová tarda en contestar nuestras súplicas, pero eso no quiere decir que no pueda responderlas. Recordemos que Jehová nos contestará de la manera y en el momento que él crea convenientes. Él conoce bien nuestras necesidades y sabe cómo satisfacerlas mejor que nosotros mismos. Muchas veces deja que sigamos "pidiendo", "buscando" y "tocando" (Lucas 11:5-10). Si así lo hacemos, le demostraremos que nuestro deseo es intenso y nuestra fe es auténtica. Además, tal vez Jehová nos conteste de una forma que no resulte evidente para nosotros. Por ejemplo, si le oramos porque se nos ha presentado cierta dificultad, es posible que en vez de eliminarla, nos dé las fuerzas para aguantarla (Filipenses 4:13).
20 Estamos muy agradecidos al Creador del inmenso universo, pues está cerca de todos los que lo invocamos orándole como él desea (Salmo 145:18). Aprovechemos bien el gran privilegio de la oración. Si lo hacemos, tendremos la satisfacción de saber que podremos acercarnos cada vez más a Jehová, el Oidor de la oración.
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