Realmente no quiero preocuparte pero no es nada normal la conducta de tu hija, especialmente el que muestre ansiedad ante la comida.
Pareciera que es un Trastorno alimenticio, más específicamente una fobia a los alimentos, que puede ser fagofobia (miedo a tragar o comer) o neofobia (miedo a probar alimentos nuevos).
Es muy importante que le atiendan con los especialistas indicados porque no es algo que tiende a desaparecer por sí solo, la conducta puede prolongarse hasta su edad adulta causándole problemas, no sólo de integración social, sino también en su salud.
Es importante que primero la evalúe el Médico Pediatra, que revise que todo en su aparato digestivo se encuentra bien, y que específicamente cheque su boca, paladar, lengua, garganta, traquea, e incluso sus dientes, encías y quijada, que la niña no tenga ninguna dificultad para masticar y tragar, que no haya algo que le cause dolor o molestia.
Una vez que se descarte que sea un problema físico, entonces sí pueden considerar que es psicológico, y habría que llevarla con un Psicólogo infantil para que la evalúe, que realice un diagnóstico exacto y le elabore un tratamiento de acuerdo al problema que tiene.
Ésto implicará que tendrás que trabajar en conjunto con tu niña por un largo tiempo para lograr que pueda comer lo más normal que sea posible, así que requieres tener paciencia.
Si es un trastorno psicológico, la explicación o la causa de éste problema es que se origina a partir de los patrones de conducta que tienes tú como su madre con la comida, es decir tu relación con la comida. Ésto desde antes de la concepción de tu hija y muy especialmente durante el embarazo; por ejemplo: si has tenido algún trastorno alimenticio, alguna enfermedad física relacionada directamente con la comida como gastritis, si has tenido problemas de peso o si has estado a dieta por mucho tiempo. Es decir, básicamente se trata de tu percepción sobre los alimentos y la rutina de comer que le has transmitido a tu hija.
Por lo tanto, el que tú soluciones tus problemas con la comida es una parte muy importante para que tu hija pueda enfrentar los suyos.
Tal vez tu impulso inicial sea negar que tienes algún problema con la comida, pero revisa con mucha atención, pues muchos de los trastornos relacionados con la comida pasan desapercibidos, ya que vivimos en una sociedad que realmente no sabe alimentarse y que sostiene muchas de las enfermedades alimentarias ocultándolas o aprobándolas como conductas "normales". Culturalmente se nos ha enseñado a desconectarnos de nuestra sensación de hambre y saciedad, y por ende de nuestra nutrición, para condicionarnos a comer cualquier cosa que tenga buen aspecto por el hecho de que alguien ha dicho que se puede comer, aunque en ocasiones sea veneno para nuestro cuerpo o no nos alimente en lo más mínimo. Ésta ceguera nos puede hacer pasar por alto nuestras conductas patológicas, o las evadimos considerando que son normales porque "todos lo hacen".
Así que, muy especialmente, pon atención a la forma en como te hablas a ti misma con respecto a la comida, y sobre todo a aquellos mensajes que tengan relación con tu Autoestima, si te dices de forma positiva: "sé comer", "me gusta la comida", "ésto me hace bien", "me satisface", "es delicioso", "me quedó muy bien la comida", etc. O, de forma negativa: "qué asco", "está insípido", "la comida sabe mal (o se ve mal)", "está muy grasoso", "me engordará", "mañana me pongo a dieta", "ésta será la última cena", "a partir de mañana al gym", "estoy gorda", "estoy fea", "la ropa ya no me queda", "se me ven las llantas", "ya no voy a comer", "nada de postres", "todo me sale mal", "no sé cocinar", etc.
Aprendemos a amarnos o a castigarnos con la comida, y hacemos un "caldo de pollo para el alma" cuando el cuerpo requiere de una ensalada para estabilizar las reacciones emocionales.
Piensa en las siguientes preguntas:
¿Cómo era la conducta de tu madre con respecto a la comida?, ¿Ella cocinaba?, ¿A cuántos alimentaba?, ¿Cómo era la hora de la comida en tu familia?...
¿Cómo te trataba tu madre cuando te enfermabas?, ¿Cómo te consentía?, ¿Cómo te castigaba cuando te portabas mal?, ¿Cómo te expresaba su orgullo?...
Lo que tu abuela heredó de su madre y lo que aprendió en su infancia, es lo que heredó a tu madre.
Lo que tu madre heredó de tu abuela y lo que aprendió en su infancia, es lo que te heredó.
Lo que tú heredaste de tu madre y lo que aprendiste en tu infancia, es lo que estás heredando a tu hija.
Y así consecutivamente como un ciclo sin fin.
Depende de cada mujer romper la cadena, ¿cómo?... haciendo consciencia de lo que somos, y cambiando lo que podemos cambiar.
Ayúdate y ayúdale a tu hija!