Es ésta una cuestión interesante y confusa a veces, debido a las connotaciones que a través de un mal uso del lenguaje hemos llegado a tener.
La arrogancia es un pecado o incapacida y la humildad una virtud o capacidad. Sin embargo se dan situaciones en la vida en que una persona humilde debe elegir entre hacerse valer o dejarse pisotear. Este gesto de arrogancia que debe entederse honesto ya que lo único que persigue es preservar la vida propia y no someterse a otro, es al que creo que se refiere Frank Lloyd, cuyo pensamiento debo añadir que comparto.
Ahora bien, el mal uso del lenguaje al que me refería es el que a veces hace quien es realmente un arrogante o un tirano cuando se encuentra con alguien a quien no puede someter. Entonces ocurre que quien es en verdad humilde y se ve en esta situación sufre un choque contradictorio que le enfrenta a este dilema: soy humilde y me dejo avasallar o soy arrogante y me revelo contra quien me quiere someter. En ese momento la arrogancia cobra el significado noble que también aparece en el diccionario y que se refiere a gallardía. Es de cobardes acusar a alguien de arrogante cuando lo que hace es velar por sus derechos, y especialmente perverso cuando además quien hace la acusación es quien intenta privarle de esos derechos.
Hay otro aspecto de la arrogancia no tan evidente y que resulta más peligroso aún por ser una virtud mal entendida. Se trata de aquella arrogancia que igualmente hace que una persona se crea mejor o superior a los demás pero en este caso en lugar de aprovechar esa superioridad en beneficio propio, actúa pensando en una superioridad moral según la cual cree tener el deber y la capacidad de someterse o aceptar todas las vejaciones y abusos de los demás. Esto termina por destruir a la persona.
Es muy interesante reflexionar sobre esto porque sería el otro extremo que no debemos sobrepasar. Si hay un límite para hacer el mal, también hay un límite para hecer el bien, aunque la clave está en saber donde acaba el bien. El bien no llega a interferir en lo que ya recae en el deber de otro para consigomismo. Si para hacer el bien debes ser injusto contigo mismo, quizá no estés haciendo el bien. A menudo se dice que el respeto por los demás empieza por el respeto a uno mismo y ésta es la idea. Creo que nada ilustra esto como la película Dogville.