Efectivamente el matrimonio es de dos personas humanas, pero si te fijas el compromiso siempre es individual. Sin duda no te habrán preguntado al contraer matrimonio si te comprometías a que él cumpliese sus obligaciones, ya que esto no es posible; tú no te puedes comprometer por nadie, solo por ti, que es lo que está en tu mano.
Amar, siempre es posible. No hay ninguna circunstancia que te lo impida. Y tú puedes cumplir tus obligaciones aunque la otra parte no las cumpla. El ver si el otro cumplirá o no sus obligaciones ya es propio de la preparación del matrimonio, pero no para después, en el que ya está contraído el compromiso, y hay que cumplirlo.
Por supuesto que Dios siempre tiene que estar presente para que el matrimonio vaya bien. Las personas tienen que ayudarse a ir hacia Dios. El problema es que en muchas ocasiones en vez de ayudar a la otra persona a ir hacia el bien, a crecer en actuar bien, en ir hacia Dios, se le pretende utilizar para la satisfacción de los intereses vanos y desordenados.
Ni que decir tiene que la separación tiene muchos riesgos, siendo uno y muy grave el adulterio.
Yo te diría que no te expongas a esto, siempre contando con que tengas un matrimonio válido (en otro caso, claro que tendría que suspenderse la convivencia, y también pensar en la posibilidad de hacer las cosas bien, ya que sin que el amor humano se proteja, claro que las cosas no van bien; el Sacramento del Matrimonio ya aporta gracias especiales para que los esposos cumplan con sus obligaciones, ya que el amor siempre exige esfuerzo).
Si queréis tener un tiempo de mayor reflexión, seguro que hay mil formas de hacerlo, pero estando juntos. Es cierto que puede haber mucho ruido en muchas casas, y eso es porque se antepone lo menos importante, a lo más importante. En una ocasión había oído, creo que en la tele, a una persona que decía que había propuesto en su casa, y lo llevaban a cabo, el estar media hora al día en total silencio. El silencio es una cuestión importantísima. Y es que creo que la gente tiende a mirarse mucho los unos a los otros, en vez de mirar más a Dios, y desde ahí poder ver mejor a los demás, como te decía, sin pretender que satisfagan intereses venos o desordenados de nadie, sino que ayudándoles al bien.
Si él no quiere irse, y siempre suponiendo lo que te decía arriba, me parece una buena señal. Seguro que hay mil formas de reflexionar sin tomar una decisión, que te podrá parecer que no, pero que ya puede tener muchas y muy graves consecuencias.
Si tú no vives para ti misma y estás en gracia de Dios, y le ayudas a él a lo mismo, no le haces daño, sino que bien. Yo te diría que te acerques más a Dios; y no tomes ninguna decisión que no esté guiada por la caridad, por el amor de verdad (no encaminada a lo superficial, sino que a lo de verdad, viendo si realmente algo es bueno o no; el objetivo no sería por ejemplo meramente no discutir, ya que hay daños mucho más graves; y para acertar en esto te sirve el siempre querer resolver los asuntos desde la raíz, no desde la superficie o desde sus últimas manifestaciones). Hazte el propósito de siempre responderle de la forma más correcta posible, y siempre sin perder el objetivo de hacer el bien de verdad:; y aunque fuese algo incorrecto lo que veas; no te dejes llevar por tus intereses particulares, sino que sobreponte a esto, véncete a ti misma, y sal triunfante guiándote por el bien de verdad, por supuesto que con la gracia de Dios.