¿Por qué los cráneos humanos son tan parecidos entre sí?

He visitado varios osarios y museos y cada vez que veo cráneos expuestos, los encuentro tremendamente similares, casi idénticos el uno al otro. Me di cuenta en un museo que parecían todos iguales, los tamaños apenas variaban y solo percibí pequeñas diferencias como en el tamaño de la cavidad ocular, o la profundidad de las sienes o detalles sutiles, de resto son muy similares.

Además muchos se ven pequeños, no parecen haber sido en el pasado cabezas de seres humanos vivos, que desde luego lo fueron, pero separados del cuerpo se ven más pequeños de lo que uno se esperaría.

¿Cómo varía entonces tanto el rostro en cada persona si los cráneos son tan similares? Aquí dejo ejemplos:

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En mi opinión no es que sean iguales, sin diferencias, sino que tus ojos no están entrenados para apreciar las diferencias. Los ojos de los chinos están más entrenados que los de los europeos o africanos para distinguir unos chinos de otros, algo que a nosotros se nos da peor. Nuestros ojos, o más bien nuestro cerebro, sí están entrenados en reconocer las facciones y los gestos de las cara, pero no la estructura esquelética de la cabeza, el cráneo. Lo comprobarás si te pones a estudiar antropología natural; es relativamente fácil distinguir el sexo, la edad y los rasgos que distinguen unos grupos raciales de otros, por ejemplo los africanos de los europeos; alguna vez supe hacer, aunque ya lo he olvidado. Con mucho conocimiento se puede deducir los detalles de la musculatura facial por las huellas de inserción y, combinado con otros datos, hacer una reconstrucción mental más o menos próxima a la realidad de los rasgos de la cara. Con ese mismo conocimiento debe ser factible imaginar las particularidaes del cráneo, sin rayos X, a partir de la cara del individuo vivo.

En cuanto a lo del tamaño, tiene dos aspectos. Primero, que los tamaños se parecen sólo si comparas cráneos adultos, como son la mayoría, sobre todo en contextos como los de las fotos, es decir, osarios donde los cráneos están probablemente seleccionados y clasificados (como las naranjas en el expositor de la frutería); pero el cráneo crece a medida que se produce el desarrollo. Eco bromeaba, en ‘El nombre de la rosa’, con el monasterio que guardaba el cráneo del Bautista a los 12 años; a los 12 años su cráneo, como el de cualquiera, era más pequeño que de adulto. Segundo, que unos rasgos están genéticamente más cerrados que otros, que dependen más de las circunstancias del desarrollo: si dos gemelos idénticos crecen con distinta salud o alimentación, diferirán mucho más en el esqueleto de las extremidades que en el cráneo.

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