Señora, cuando alguien decide entrar en una relación de pareja cuando hay hijastros, debe saber que toda la atención no puede ser para él o ella solamente. Su hijo estaba primero y usted no salió a buscar a ese señor ¿verdad? Él llegó por el interés en usted ¿cierto? Por ser así, él es quien debe ganarse el cariño, la confianza y el respeto suyo y de su hijo. De modo que esa relación puede terminar en un desastre si usted no le pone fin. No permita que su niño crezca en ese ambiente, que desde el inicio ha sido frustrante por no tener a su padre biológico a su lado y con el cambio que ese señor ha dado la frustración es mayor.
Luche por la felicidad suya y de su niño, son muchas las madres solas que crían con éxito. Mi madre es un ejemplo de ello tras la muerte de mi padre cuando yo tenía 7 años, ella no nos puso un padrastro. Usted decide lo que quiere hacer pero todo lo que usted describe es lamentable.
A continuación le dejo una entrevista interesante que encontré a la directora de una fundación dedicada a ayudar a familias con hijastros. Perdone lo mucho pero puede ayudarla un poco.
—Entrevista con la directora de una fundación dedicada a familias que tienen hijastros.
La Sra. Jeannette Lofas, directora de una fundación dedicada a familias que tienen hijastros y coautora del libro Living in Step (La vida en una familia en que hay hijastros), ha estudiado el tipo de presiones que son peculiares a estas familias. A continuación se recoge la entrevista que un corresponsal de la revista ¡Despertad! Le hizo, y sus respuestas en cuanto a cómo enfrentarse con éxito a dichas presiones.
P. ¿Por qué es tan difícil, Sra. Lofas, ser padrastro o madrastra?
R. Con frecuencia, una madrastra da comienzo a su papel en la nueva familia en franca desventaja, con un ojo morado, por decirlo así y, con el transcurso del tiempo, termina con un ojo morado de verdad. La mayoría de estos padres esperan que se les dé el reconocimiento que se le otorga a los padres naturales. Pero, por lo general, no lo reciben. Consciente o inconscientemente, casi siempre tratan de probar que son capaces de asumir tal papel. Pero, frecuentemente, el hijastro le rechaza por creer que de otro modo sería desleal al padre natural. El puesto que ocupaba el padre natural es sagrado. Al principio, el padrastro o la madrastra recibe un vapuleo. Por lo general, la idea de ‘si tú me quieres, llegarás a querer a mis hijos también’ no resulta cierta.
P. ¿Por qué es que frecuentemente los hijastros son tan hostiles?
R. Es una experiencia muy dura para un niño el que sus padres se divorcien. El niño se resiente de que su madre haya dejado el hogar o que su padre ya no esté en casa para prestarle atención. A menudo, descarga estos malos sentimientos sobre el padrastro o la madrastra. Ocurre lo que se llama un desplazamiento de sentimientos. De modo que el padrastro o la madrastra fácilmente se convierte en chivo expiatorio, sobre quien revierte estos malos sentimientos. Súbitamente, el comportamiento del niño es horriblemente malo con su padrastro o madrastra.
P. ¿Cómo se puede ayudar al niño a vencer estos “malos” sentimientos?
R. En primer lugar, tanto el padre o la madre como el niño han de reconocer que tales sentimientos son parte de la dinámica, o esquema de comportamiento, de una familia en que hay hijastros. Si se culpa al niño o, por ejemplo, a su padrastro o madrastra en lugar de a la dinámica propia de la situación, uno podría meterse en serias dificultades. El niño necesita entender que, al principio, es normal que él esté contrariado y se sienta furioso y frustrado. A menudo, el ayudar al niño a comprender por qué se siente así y el ponerse en su lugar, puede ser de gran ayuda. Por otra parte, la madre debe asegurarle al niño que él siempre ocupará un lugar especial y que, por lo tanto, no hay razón para temer que el padrastro vaya a usurpar la posición que él ocupa o a echarlo del hogar.
P. ¿Puede un padrastro llegar a disciplinar a su hijastro?
R. Sí, por medio de establecer desde el comienzo las ‘reglas de la casa’. Amor significa que al niño se le señalarán límites y que no se le dejará hacer lo que le parezca. Han de equilibrarse la disciplina y el amor, tanto en una familia de estas características, como en una familia natural. Pero, a menudo se le hace difícil a la familia que tiene hijastros percibir el amor. El vínculo consanguíneo y los antecedentes histórico-familiares comunes no existen, por lo tanto, pudiera ser que el padrastro exagere su papel o el hijastro resienta la disciplina que recibe de un “extraño”. El padrastro debe establecer su autoridad por medio de llevar la delantera y no por medio de hacerse dominante.
P. ¿Qué ocasiona que surjan serios problemas cuando se impone algún castigo?
R. Que los padres discutan en presencia de los hijos. El que un niño vea discutir a las dos personas adultas que él más ama es lo peor que le puede ocurrir. Entonces, el niño no tiene a quién acudir. Puede ser devastador para esta familia no tener una norma interna coherente. Es muy importante que los padres discutan en privado y acuerden el conjunto de normas que ha de regir la casa y las consecuencias que pudieran resultar si estas se violan. Luego, esto debe explicársele al niño con toda claridad. Un padrastro lo puso en estos términos: “Es muy bonito cuando oigo a la madre decir, ‘este es mi esposo y tu padrastro. Entre los dos te criaremos’”.
P. ¿Cuán importante es la relación de la pareja?
R. Esta es la relación básica, y tiene que ser fuerte; de otro modo lo demás no funcionará. Es necesario desarrollar lo que llamamos la fuerza del matrimonio. Esto resulta en que haya cohesión en la familia. Sin ella, los niños no solo recibirán instrucciones contradictorias, sino hasta pueden llegar a deshacer los lazos que unen a la pareja. La pareja debe salir junta. Deben disfrutar de los hijos juntos y no hacer descansar la carga sobre uno solo.
P. ¿Son de alguna ayuda los valores religiosos?
R. Sí, mucho. Hacen posible que la pareja esté por encima de errores nimios que hayan podido cometer el uno contra el otro. Por ejemplo, pudiera ser que en un determinado momento el esposo, erróneamente, favorezca a su hijo natural. La esposa está que echa chispas. Ahora bien, ¿logrará ella sobreponerse a la tendencia de iniciar una discusión pueril? Es cierto que el esposo obró mal. ¿Y qué? Lo hecho, hecho está. ¿Qué hacer a partir de ahí? Los valores religiosos pueden ayudarle a pensar: ‘¿Qué espera Dios de nosotros? Que hagamos que la familia funcione. Entonces, ¿qué debemos hacer ahora para lograrlo? Si nos esforzamos sinceramente por seguir tras la voluntad de Dios, podemos hacer que tenga éxito’.