Anónimo
¿Existe alguna relación entre la longitud de los dedos anular e índice con la testosterona?
Soy un chico y en ambas manos tengo los dedos anular e índice prácticamente del mismo largo: ¿Eso significa que tengo menos testosterona que los demás hombres que tienen el anular más largo?
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Anónimo
Los periodistas parecen estar para hacer ruido, más que para transmitir información. Que la gente que tiene dudas o preocupaciones, del tipo que sean, sobre su identidad o salud sexual, se mire los dedos, es insensato, pero es lo que los medios han conseguido. Te lo explicaré por analogía con otro parámetro humano: la estatura.
Los hombres miden estadísticamente más que las mujeres. La estatura es entonces un indicador del sexo. Bájate si quieres este documento (no es imprescindible):
http://www.cdc.gov/nchs/data/nhsr/nhsr010.pdf
Mira la página 11, que presenta la distribución de estaturas de estadounidenses de distintas edades. Nos quedaremos con los de 19 años. Los 271 varones medidos han dado una media de 176,7 cm, y las 267 mujeres de 163,1 cm; la estatura media de los varones excede la de las mujeres un 8,3%. Si te dicen de un estadounidense de 19 años que mide 185 cm puedes apostar con pocas probabilidades de equivocarte que es un varón. Si te dicen que mide 155 cm apuesta que será una mujer y es poco probable (pero no imposible) que pierdas. Si te dicen que mide 168 cm tienes un problema, porque el 15% de los varones miden eso o menos, y el 25% de las mujeres miden eso o más. Las gráficas de las dos distribuciones de frecuencia son como dos campanas que se superponen por sus extremos, aunque relativamente poco, y la estatura es un claro rasgo de dimorfismo sexual en nuestra especie.
Vamos ahora con el artículo científico que renovó el interés por esto de los dedos (se había observado hace tiempo). La referencia es:
Manning JT, Scutt D, Wilson J, Lewis-Jones DI (1998) The ratio of 2nd to 4th digit length: a predictor of sperm numbers and concentrations of testosterone, luteinizing hormone and oestrogen. Human Reproduction vol 13, n 11, págs. 3000-3004.
Lo puedes bajar con este enlace:
http://bioteach.ubc.ca/TeachingResources/Biochemistry/fingerratiopaper.pdf
En la segunda página (la 3001) ves las campanas de la distribución de frecuencias del cociente (ratio) entre el 2º y 4º dedos. Las mujeres presentan una media de 1 y los hombres de 0,98. Si imprimes la página, recortas las dos campanas y las superpones (ajustando los ejes con cuidado) verás que se superponen de manera muy completa. Cualquier apuesta en este caso es un cara o cruz: tendrías casi la misma probabilidad de equivocarte que de acertar. Ocurre que esa diferencia es dos cosas:
Primero: estadísticamente significativa, lo que le da valor científico en el campo de la biología del desarrollo. Tiene que ver con la influencia del ambiente hormonal durante la gestación sobre un importante grupo de genes (hox) que controlan el desarrollo de la forma en animales.
Segundo: aunque es estadísticamente significativa es irrelevante como predictor del sexo, porque la diferencia (estadística) sólo se ha podido comprobar usando grandes números (400 varones y 400 hembras). No proporciona ninguna ventaja a la hora de atribuir un sexo. Para entendernos, ningún forense medirá los dedos de un esqueleto para saber su sexo; seguirán midiendo en el cráneo y, sobre todo, en la pelvis.
Eso respecto al sexo. ¿Y qué pasa con la orientación sexual? Un papel del 2000 originó este insensato interés público por mirarle los dedos a la gente:
Williams TJ, Pepitone ME, Christensen SE, Cooke BM, Huberman AD, Breedlove NJ, Breedlove TJ, Jordan CL, Breedlove SM (2000) Finger-length ratios and sexual orientation. Nature v 404, n 6777, págs. 455-456.
Lo puedes ver en esta dirección acompañado de algunos comentarios:
http://www.unl.edu/rhames/courses/readings/homofinger/homo_finger.html
Lo mismo que con respecto al sexo hay diferencias significativas entre los dedos dentro de cada sexo según la orientación sexual, pero lo mismo que con el sexo no es la clase de diferencias que nos diga nada claro. Dividiendo la longitud del dedo índice por la del anular en la mano izquierda de 400 varones se ve en la gráfica que con los heterosexuales ha salido 0,952 y con los homosexuales ha salido 0,959. En la mano derecha la diferencia entre varones de ambas orientaciones es casi indistinguible en la gráfica. Sin embargo la diferencia entre hombres y mujeres es mayor en esta mano. Puedes ver algo más: los varones homosexuales tienen la ratio más masculina (más pequeña) que los hombres heterosexuales. Los autores destacan que es una hecho ya conocido que un exceso de exposición en el útero a hormonas masculinas (lo que es más probable si en ese útero se han gestado ya varios varones antes) da lugar a una tasa mayor de homosexualidad masculina, y también que un exceso de andrógenos no sólo aumenta rasgos viriles, como la voz grave, sino la tasa de homosexualidad.
La diferencia no se la puede medir cada uno respecto a esas muestras publicadas, porque es exigible, con diferencias tan mínimas como las que se observan, que las mediciones las haga siempre la misma persona, o entre varios con criterios anatómicos precisos y puestos en común. Lo que se mide es la distancia en la cara interna de la mano entre el pliegue más basal y el extremo del dedo, no lo que sobresale cada uno.
¿Podemos apostar sobre la orientación sexual de un hombre o una mujer mirando sus dedos? Conociendo los hechos es ridículo suponerlo, y criminal poner a los adolescentes a preocuparse por ello. Este tema ha sido sacado de su contexto natural, la investigación científica, donde tiene sentido, y transportado irregularmente a las páginas de las revistas más vanas. Mi recomendación es que te despreocupes de la longitud de tus dedos, y de la de los dedos de tus eventuales parejas.
Los hombres miden estadísticamente más que las mujeres. La estatura es entonces un indicador del sexo. Bájate si quieres este documento (no es imprescindible):
http://www.cdc.gov/nchs/data/nhsr/nhsr010.pdf
Mira la página 11, que presenta la distribución de estaturas de estadounidenses de distintas edades. Nos quedaremos con los de 19 años. Los 271 varones medidos han dado una media de 176,7 cm, y las 267 mujeres de 163,1 cm; la estatura media de los varones excede la de las mujeres un 8,3%. Si te dicen de un estadounidense de 19 años que mide 185 cm puedes apostar con pocas probabilidades de equivocarte que es un varón. Si te dicen que mide 155 cm apuesta que será una mujer y es poco probable (pero no imposible) que pierdas. Si te dicen que mide 168 cm tienes un problema, porque el 15% de los varones miden eso o menos, y el 25% de las mujeres miden eso o más. Las gráficas de las dos distribuciones de frecuencia son como dos campanas que se superponen por sus extremos, aunque relativamente poco, y la estatura es un claro rasgo de dimorfismo sexual en nuestra especie.
Vamos ahora con el artículo científico que renovó el interés por esto de los dedos (se había observado hace tiempo). La referencia es:
Manning JT, Scutt D, Wilson J, Lewis-Jones DI (1998) The ratio of 2nd to 4th digit length: a predictor of sperm numbers and concentrations of testosterone, luteinizing hormone and oestrogen. Human Reproduction vol 13, n 11, págs. 3000-3004.
Lo puedes bajar con este enlace:
http://bioteach.ubc.ca/TeachingResources/Biochemistry/fingerratiopaper.pdf
En la segunda página (la 3001) ves las campanas de la distribución de frecuencias del cociente (ratio) entre el 2º y 4º dedos. Las mujeres presentan una media de 1 y los hombres de 0,98. Si imprimes la página, recortas las dos campanas y las superpones (ajustando los ejes con cuidado) verás que se superponen de manera muy completa. Cualquier apuesta en este caso es un cara o cruz: tendrías casi la misma probabilidad de equivocarte que de acertar. Ocurre que esa diferencia es dos cosas:
Primero: estadísticamente significativa, lo que le da valor científico en el campo de la biología del desarrollo. Tiene que ver con la influencia del ambiente hormonal durante la gestación sobre un importante grupo de genes (hox) que controlan el desarrollo de la forma en animales.
Segundo: aunque es estadísticamente significativa es irrelevante como predictor del sexo, porque la diferencia (estadística) sólo se ha podido comprobar usando grandes números (400 varones y 400 hembras). No proporciona ninguna ventaja a la hora de atribuir un sexo. Para entendernos, ningún forense medirá los dedos de un esqueleto para saber su sexo; seguirán midiendo en el cráneo y, sobre todo, en la pelvis.
Eso respecto al sexo. ¿Y qué pasa con la orientación sexual? Un papel del 2000 originó este insensato interés público por mirarle los dedos a la gente:
Williams TJ, Pepitone ME, Christensen SE, Cooke BM, Huberman AD, Breedlove NJ, Breedlove TJ, Jordan CL, Breedlove SM (2000) Finger-length ratios and sexual orientation. Nature v 404, n 6777, págs. 455-456.
Lo puedes ver en esta dirección acompañado de algunos comentarios:
http://www.unl.edu/rhames/courses/readings/homofinger/homo_finger.html
Lo mismo que con respecto al sexo hay diferencias significativas entre los dedos dentro de cada sexo según la orientación sexual, pero lo mismo que con el sexo no es la clase de diferencias que nos diga nada claro. Dividiendo la longitud del dedo índice por la del anular en la mano izquierda de 400 varones se ve en la gráfica que con los heterosexuales ha salido 0,952 y con los homosexuales ha salido 0,959. En la mano derecha la diferencia entre varones de ambas orientaciones es casi indistinguible en la gráfica. Sin embargo la diferencia entre hombres y mujeres es mayor en esta mano. Puedes ver algo más: los varones homosexuales tienen la ratio más masculina (más pequeña) que los hombres heterosexuales. Los autores destacan que es una hecho ya conocido que un exceso de exposición en el útero a hormonas masculinas (lo que es más probable si en ese útero se han gestado ya varios varones antes) da lugar a una tasa mayor de homosexualidad masculina, y también que un exceso de andrógenos no sólo aumenta rasgos viriles, como la voz grave, sino la tasa de homosexualidad.
La diferencia no se la puede medir cada uno respecto a esas muestras publicadas, porque es exigible, con diferencias tan mínimas como las que se observan, que las mediciones las haga siempre la misma persona, o entre varios con criterios anatómicos precisos y puestos en común. Lo que se mide es la distancia en la cara interna de la mano entre el pliegue más basal y el extremo del dedo, no lo que sobresale cada uno.
¿Podemos apostar sobre la orientación sexual de un hombre o una mujer mirando sus dedos? Conociendo los hechos es ridículo suponerlo, y criminal poner a los adolescentes a preocuparse por ello. Este tema ha sido sacado de su contexto natural, la investigación científica, donde tiene sentido, y transportado irregularmente a las páginas de las revistas más vanas. Mi recomendación es que te despreocupes de la longitud de tus dedos, y de la de los dedos de tus eventuales parejas.
Gracias por todo. Pero como dice el texto: ''Los autores destacan que es una hecho ya conocido que un exceso de exposición en el útero a hormonas masculinas (lo que es más probable si en ese útero se han gestado ya varios varones antes) da lugar a una tasa mayor de homosexualidad masculina, y también que un exceso de andrógenos no sólo aumenta rasgos viriles, como la voz grave, sino la tasa de homosexualidad''.
Bueno, pues en el útero de mi madrese gestaron tres varones antes que yo...
Gracias.
Bueno, pues en el útero de mi madrese gestaron tres varones antes que yo...
Gracias.
Sigue siendo una diferencia estadística. Tengo delante varios artículos de Ray Blanchard, que es el revisor clásico de lo que se sabe sobre este tema: «Birth order and sibling sex ratio in homosexual versus heterosexual males and females», de 1997, y «Birth order, sibling sex ratio, handedness, and sexual orientation of male and female participants in a BBC internet research project», de 2007. En uno de 2001 () encuentro datos concretos: la probabilidad de un varón primero en orden de ser homosexual sería un 0,02 (2%) frente a un 0,458 (4,58%) para el que viene precedido por otros tres. La diferencia es de 1/50 a 1/21,8. Podría decirte que la probabilidad de que no seas homosexual es un 95,42%; pero ten en cuenta que es sólo lo que resulta de un juego de datos determinado. Parece que la correlación es firme en su signo, pero el papel del 2007 reduce el peso a un 15% por cada varón precedente, así que para un cuarto varón la probabilidad sería alrededor de un 50% mayor que para un primero (más cerca de 3,5% que de un 5%). Hay ciencias que describen sistemas abstractos y experimentan con sistemas simples (es lo que hacen los físicos); y otras que trabajan con sistemas complejos con los que no siempre se puede experimentar (por ejemplo seres humanos) como las ciencias biomédicas. Por eso trabajan con estadística y necesitan acumular muchas observaciones. Estos afirman con la misma rotundidad que los físicos, y la gente no suele entender que una verdad estadística no sirve para explicar cada caso: describe la probabilidad de que un caso se comporte de la manera indicada.
Vamos a lo importante. Sería ridículo que yo me preocupara por la probabilidad de quedarme calvo dados mis antecedentes familiares, el vello de mis falanges, u otros indicadores. El caso es que soy calvo como una bola de billar. Asumamos que en nuestra sociedad la condición homosexual crea preocupaciones incluso en quien tiene clara su adscripción y no le busca tres pies morales al gato. La preocupación por la probabilidad de ser homosexual no tiene sentido cuando el sujeto ya tiene claro lo que es. Mientras no está claro, lo mejor es no preocuparse por qué números de esa lotería lleva uno en el bolsillo, dejar actuar a la biología, e ir dando pasos para salir de la duda (así que, bien). No es el tema, pero aunque no podemos dudar de la importancia de los determinantes biológicos, también hay factores sociales y culturales que contribuyen a definir la identidad sexual. De aquello que no podemos elegir no somos responsables (no soy católico), así que seamos personas decentes, respetemos la autonomía de los demás, y atrevámonos a exigir respeto por la nuestra. Lo que indudablemente es cultural, además de injusto y un lastre, es el resquemor que nos provocan siglos de prejuicios y fantasías de los pastores de Medio Oriente. Suerte con tu búsqueda.
Vamos a lo importante. Sería ridículo que yo me preocupara por la probabilidad de quedarme calvo dados mis antecedentes familiares, el vello de mis falanges, u otros indicadores. El caso es que soy calvo como una bola de billar. Asumamos que en nuestra sociedad la condición homosexual crea preocupaciones incluso en quien tiene clara su adscripción y no le busca tres pies morales al gato. La preocupación por la probabilidad de ser homosexual no tiene sentido cuando el sujeto ya tiene claro lo que es. Mientras no está claro, lo mejor es no preocuparse por qué números de esa lotería lleva uno en el bolsillo, dejar actuar a la biología, e ir dando pasos para salir de la duda (así que, bien). No es el tema, pero aunque no podemos dudar de la importancia de los determinantes biológicos, también hay factores sociales y culturales que contribuyen a definir la identidad sexual. De aquello que no podemos elegir no somos responsables (no soy católico), así que seamos personas decentes, respetemos la autonomía de los demás, y atrevámonos a exigir respeto por la nuestra. Lo que indudablemente es cultural, además de injusto y un lastre, es el resquemor que nos provocan siglos de prejuicios y fantasías de los pastores de Medio Oriente. Suerte con tu búsqueda.
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