· No leas el texto literalmente. El discurso que has elaborado es simplemente un apoyo. · Necesitarás hacer un esfuerzo y memorizar el discurso, por lo menos en parte. · Elabora un esquema con las ideas básicas que quieres transmitir y remítete fundamentalmente a él. Sin embargo, no renuncies a tener presente el texto escrito. Si en algún momento se produce una laguna en tu memoria, puede salvarte de una situación comprometida. · Debes mantener siempre el contacto visual con tu auditorio, de otro modo es imposible que conectéis. · También puede improvisar. Cuando te sientas lo suficientemente cómoda, lánzate y crea sobre la marcha. · El sentido del humor es una potente arma de seducción, no solo en nuestra vida personal, sino también cuando nos enfrentamos a un repleto auditorio. Úsalo para captar la atención. Evidentemente no debes forzar la situación y si no surge el chiste, no lo fuerces. · Despréndete de cualquier sentimiento de vergüenza. · Olvídate de los nervios. Quizá los primeros minutos te notes nerviosa y sientas que te tiembla la voz, pero posiblemente esta sensación desaparezca cuando compruebes que tu discurso es perfectamente coherente y comprensible. Si es necesario puedes tomarte una tilita o una valeriana. · Aclárate la voz antes de empezar y ten siempre a mano una botella con agua para refrescarte la garganta. · Si te equivocas, no sufras. Los oyentes son humanos y saben que cualquiera puede cometer un error. Discúlpate y continúa con naturalidad. · Si es tu primera experiencia como oradora, manifiéstalo ante tu público. Serán menos exigentes y valorarán enormemente tus esfuerzos.