En primer lugar, la manera en que tú percibes las cosas es real para ti en el momento en que así las percibes, y por lo tanto, es la real. Un problema, aunque a otros pueda parecer una tontería, siempre es un problema "para alguien". No hay problemas ni preocupaciones independientes de un sujeto. Por eso, aunque está perfecto que permanezcas atento a lo que alguien te pueda aconsejar, lo importante es que te centres en tu vida, en tu ser, que focalices y localices tu filosofía personal y la hagas visible en tu vida.
Esta filosofía personal, operativa, es la que nos hace actuar en un sentido determinado. Lo que ocurre es que en general solemos construírla sin sentido crítico alguno y sin ser conscientes de ella. Esta filosofía está compuesta por una serie de principios, valores, concepciones acerca del mundo y de nosotros mismos que constituyen el núcleo más auténtico de nuestro ser.
¿Qué ocurre? Que muchas veces sostenemos otra filosofía que heredamos, aprendemos, pero nunca nos paramos a considerar hasta qué punto es auténtica. Y ocurre entonces que los principios, valores y concepciones de esta filosofía con la que nos manejamos cotidianamente pueden entrar en conflicto con los de nuestra filosofía auténtica. Por ejemplo, en tu caso, cuando dices que en el pasado alguno de tus amigos compartieron el mismo cariño que tú por ellos y un poco más "pero nunca me atreví a dar un paso en falso (perder la amistad era lo que menos quería) así que no sabré si pudo ser correspondido", hay algo que yo creo que está entrando en conflicto: has aprendido que es importante el amor para la vida del ser humano, el tener pareja, etc... pero has valorado más la amistad. En tu filosofía vital, la amistad ocupa, como valor, un puesto preeminente, y eso entra en conflicto con otras cosas que consideras valiosas, pero que a lo mejor no son tan tuyas...
Me parece (a mí, y yo puedo equivocarme, tú dirás) que en tu filosofía personal la seguridad constituye un valor fundamental. Y siempre que, aunque te parezca que debes hacer otra cosa, tu seguridad esté en juego, harás lo posible por seguir sintiéndote seguro, porque es de lo más íntimo de tu ser de donde brota ese deseo de preservar ese valor que forma parte de tu filosofía operativa. Lo que estás haciendo es poniendo en juego tu propia perspectiva vital. Es importante ser consciente de esto, porque sólo así se podrá promover algún cambio en nuestra filosofía y en nuestra vida.
Hay que tener en cuenta, además, que todos nosotros actuamos buscando lo más conveniente para nosotros, aunque cometamos las mayores barbaridades. Por ponerte un ejemplo extremo: quien comete un delito, lo hace porque piensa que de ahí se derivará algo más conveniente para él. El problema está en saber qué es lo más conveniente para nosotros. Ahí es donde podemos equivocarnos y generar el conflicto. Cuando actuamos buscando lo más conveniente, pero sin pararnos a reflexionar acerca de si es efectivamente lo más conveniente, o por qué eso nos parece lo más conveniente, qué valores están operando ahí.
En cuanto al amor, coincido contigo en tu concepción: el amor se dirige siempre a lo que necesitamos, y necesitamos aquello de lo que carecemos. Es como si buscáramos un complemento. El filósofo Schopenhauer decía que eso era una pulsión biológica. Bueno, puede que sea así y puede que no. Pero lo cierto es que es importante conocernos lo suficiente como para saber de nuestras carencias, porque así sabremos hacia dónde dirigir el esfuerzo para encontrar el amor: hacia aquello que nos complementa.
Por supuesto, todo lo dicho es opinable. Faltaría más. Por algo estamos dialogando...