Reforma de piso fatal hecha

Mi pareja se compró hace unos meses un piso viejo y decidió reformarlo completamente. A pesar de tener varios presupuestos, eligió a la mujer de un amigo (que tiene una pequeña empresa que se dedica a eso) para que ella se encargase de todo puesto que por los años de amistad que les unen, prefería contratar a alguien de confianza para una obra en la que iba a invertir mucho dinero.

Nos dijo que ella hacía de coordinadora de gremios y que se encargaría de todo, cosa que con el tiempo hemos visto que a parte de no coordinar a sus obreros, tampoco visita el piso ni se preocupa de ver cómo va. Están haciendo las cosas en un orden ilógico y eso está haciendo que todo esté quedando bastante chapucero.

Mi novio se fió totalmente de ella y también debido a la inexperiencia en estos temas, pasó por alto muchas cosas que su familia y yo le advertimos: que antes de empezar la obra ambas partes firmaran un contrato, indicar una fecha de inicio y fin de obra, etc (aunque parece ser que algunos de esos temas los han hablado de manera informal vía email, vía whatsapp y a la cara).

La reforma iba a empezar en febrero y aún haciéndole el primer pago de manera puntual, el piso estuvo abandonado durante semanas sin darnos ningún tipo de explicación.

Finalmente empezaron con la obra, demostrando muy poca seriedad desde el principio y cambiando constantemente de fontaneros, electricistas y carpinteros (echa a unos y contrata a otros) y nos dijo que acabarían la obra a mediados de mayo. Estamos en julio y aún faltan bastantes cosas por terminar.

Mi novio es un cielo y ha querido darle un voto de confianza a esta sinvergüenza por la amistad que le une con su marido (ya está pagado el 85% de la obra) pero ha llegado un momento en el que por fin ha abierto los ojos y ha explotado al ver la poca seriedad, la prepotencia y lo mentirosa que es y aún comentándole que no estamos de acuerdo en cómo se están haciendo determinadas cosas, ella hace oídos sordos a todo.

El problema que se nos presenta ahora no es que la obra se haya alargado, sino la calidad de la misma.
Los acabados están siendo DESASTROSOS: zócalos y marcos de diferentes tamaños, persianas nuevas que no bajan bien, agujeros para los enchufes mal hechos sobre paredes que habían sido aisladas con una manta especial y pladur (y que ahora probablemente no servirá de nada lo realizado y se filtrará de nuevo la humedad) etc.

Y no solo eso, sino que está inflando algunos precios sin sentido, cosas que dijo que nos iba a regalar y ahora nos las quiere cobrar, etc.

No debemos ser los primeros que están teniendo problemas con esta chica, puesto que nos hemos enterado de más gente afectada por sus mentiras y sus chapuzas. De igual modo también nos hemos enterado de que es muy conocida en el gremio y se habla muy mal de ella.

La duda ahora es, si no conseguimos que nos quiera arreglar todas las chapuzas y desperfectos que están haciendo en el piso:

¿Cómo podemos actuar sabiendo que no tenemos contrato firmado?

¿Cómo se valora que una instalación esté bien hecha o no? ¿Deberíamos contratar a un perito que nos haga una lista de cosas que estén mal hechas en el piso para poder reclamárselas?

Ante un caso así, ¿qué es lo mejor que deberíamos hacer antes y después de que acabe la obra?

Somos jóvenes, es mucho dinero el gastado y estamos desesperados...

1 respuesta

Respuesta

Si la persona que contrató la obra (su novio) está en total desacuerdo con el resultado del trabajo y además quiere dejar las cosas arregladas, ha de peritar detalladamente lo ya hecho, cursar una notificación de resolución contractual por incumplimiento y contratar a otra empresa que finalice competentemente el trabajo. Le saldrá más caro, pero tendrá la opción de usar el informe pericial para reclamar un resarcimiento económico, y se evitará disgustos viviendo en una casa que en definitiva no es más que un montón de chapuzas. Si pericial, no hay nada. Las obras hay que concertarlas por escrito, pero no es imprescindible, puesto que el propio personal comprometido y los proveedores no van a negar a quién pertenecía la titularidad del trabajo.

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