Me alegro de que nunca hayas sido opuesta a tu madre ni a tu familia.
Serás mucho más feliz si obedeces a tus padres que, como ves, te mandan algo bueno encaminado a tu bien, aunque te cueste renunciar a lo que te apetece.
Y te recomiendo obedecer con alegría, viendo la Voluntad de Dios en ello, que quiere tu bien de verdad.
No se debe uno guiar simplemente por lo más apetecible, sino que por lo que es bueno y recto. Para lo más apetecible no tiene uno que esforzarse en lo fundamental, pero luego uno se encuentra con que eso no le llena el corazón, y además va acompañado de inquietudes, y problemas de todo tipo. Para actuar bien tiene uno que vencerse a sí mismo, lo cual ya en el mismo momento da alegría y paz, además de todos los beneficios posteriores.
Puedes hacer mucho bien en la vida. Dedícate a ello; no vivas para ti misma. Piensa en el bien de verdad de las personas, no en lo que simplemente les apetece o creen que les interesa particularmente; esto cuesta un esfuerzo pero vale la pena; y con ello, además, conocerás mucho mejor el mundo y a las personas (dentro de lo conveniente), cuando realmente quieres hacer el bien, y no te guías por vanas complacencias propias o ajenas para quedar bien. Realmente no conoce a nadie en profundidad quien ni siquiera es consciente de sus propias tendencias desordenadas precisamente porque son su regla de conducta. Se puede elegir el mal casi por inconsciencia, por dejarse llevar; pero el bien nadie lo elige inconscientemente ya que precisamente se requiere la decisión de elegir el bien por encima de vanas y desordenadas apetencias, y esto no se hace sin determinación.
Ahí tienes los dos caminos, las dos ciudades.